Full text of "Rimas"
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1k.:
LA CULTURA ARGENTINA
BARTOLOMÉ MITRE
RIMAS
Texto completo de la 3* edición (1891)
corregida y considerablemente aumentada (por el autor)
Con una introducción de
JOSÉ CANTARELL DART
BUENOS AIRES
«La Cultura Argentina» — Avenida de Mayo 646
1916
RIMAS
BARTOLOMÉ MITRE
Nació en Buenos Aires el 26 de Junio de 1821. Sólo con-
taba diez y seis años cuando se dio a conocer como poeta
y militar; en el sitio de Montevideo distinguióse como
capitán, al mismo tiempo que publicaba sus primeras
producciones. Después de servir la causa de la libertad
en el segundo sitio de esa ciudad, pasó a Bolivia y a
Chile (1848), donde actuó en la prensa opositora, emi-
grando después al Perú. Regresó a Chile en 1852 y luego
se alistó en las filas del ejército aliado contra Rozas,
teniendo bajo su mando la artillería oriental en Monte
Caseros. Fué electo diputado, pero tuvo que emigrar
nuevamente por su oposición al gobierno de la Confede-
ración. Desde esa fecha su personalidad política creció
extraordinariamente; fué ministro de la guerra, dirigió
los ejércitos de Buenos Aires contra la Confederación,
fué Gobernador de Buenos Aires y elejido Presidente de
la República (1862-1868). Su administración fué liberal y
progresista; sólo la guerra con el Paraguay entorpeció
algún tanto los progresos de la paz. Varias veces fué
candidato popular para desempeñar nuevamente la presi-
dencia, renunciando al fin ese honor y retirándose a la
vida privada. En Junio de 1901, al cumplir los 80 años de
edad, la nación entera le hizo una apoteosis nunca igua-
lada en América.
Mitre fué grande bajo tres aspectos: poeta en su juven-
tud, estadista en la edad viril e historiador en la madurez.
Su Historia de Belgrano (4 vol.) y su Historia de San
Martín (6 vol.) son verdaderos tesoros nacionales; com-
plementan su obra de historiador la "Biografía de Rivera
Indarte", los "Estudios Históricos sobre la Revolución Ar-
gentina", las "Cartas-polémicas sobre la Triple Alianza",
las "Comprobaciones Históricas", y numerosos ensayos
monográficos sobre personajes o acontecimientos argen-
tinos. También publicó doctos estudios sobre lenguas
americanas.
En su vasta labor literaria culminan sus "Rimas"
(1854), poesías juveniles, anotadas y corregidas en reedi-
ciones sucesivas; la última (1901) "tiene el carácter
auténtico de una edición definitiva". Tradujo en versos
castellanos el "Infierno" del Dante y el "Ruy Blas" de
Victor Hugo. Escribió el drama en cuatro actos "Poli-
carpa Salvarrieta". Sus mejores discursos están reunidos
en el volumen "Arengas".
Entre sus mayores títulos, en la historia de la cultura
americana, cuentan la fundación del diario "La Nación"
y del "Archivo Mitre".
Falleció en Buenos Aires, el 19 de Enero de 1906, pro-
duciendo su muerte intensa emoción continental; su nom-
bre y su actuación están indisolublemente ligados a me-
dio siglo de vida argentina.
LA CULTURA ARGENTINA
BARTOLOMÉ MITRE
AS
Texto completo de la 3* edición (1891)
corregida y considerablemente aumentada (por el autor)
Con una introducción de
JOSÉ CANTARELL DART
BUENOS AIRES
«La Cultura Argentina» — Avenida de Mayo 646
19 16
[ S£P ^•
ñ; A,
t rs
/niTRE POETA
Roma tuvo su poeta : Juvenal ; Buenos Air^ su can-
tor, el poeta del civismo: Mitre.
Como Cynthia amó a Propercio y Lycoris a Galo,
«orno Tíbulo se inspiró en su adorada Némesis y Ovidio
en su Corina, y como Horacio cantó al nevado Soractes,
así Mitre cantó, en su juventud, al Buenos Aires glo-
rioso, al Buenos Aires acariciado por las dulces aguas
del Plata:
"Si leo algún escrito que nombre a Buenos Aires
Sus páginas exhalan magnético perfume."
Mitre fué indiscutiblemente el poeta popular*, el
ídolo de la juventud bonaerense de su tiempo. Sus ver-
sos conmovían los corazones de toda porteña romántica
y de todo vate de disoluta cabellera; y también ¡cuán-
tos viejos solían recitar sus sonoras y cálidas estrofas
patrióticas !
Puede decirse que "su lira abarca toda la gama del
sentimiento. Ora es sonriente ; ora grave ; hoy triste ;
mañana alegre; sabe reir y sabe llorar; para el placer
tiene una sonrisa y para el pesar una lágrima."
Desde mi edad más tierna amé a esa figura de após-
tol y militar, en que parecían fundii'se la gravedad y
la dulzura de un viejo sacerdote de Cibeles. No obs-
tante la acritud de algunos y la displicencia de todos
en reconocerlo poeta, ha persistido mi fervorosa fideli-
dad por su musa y mi empeño de contrastar sistemáti-
camente a cuantos intentasen cubrir de olvido la obra
VÍII MITRE POETA
armónica y sustancial de este bardO; cuya característica
era la de unir a las arduas empresas guerreras las gala-
nas flores de sus madrigales . . . ¡ Cuántas veces, en me-
dio de sus no igualados honores, pulsaba tiernamente la
lira para evocar a Josefina, la hija muerta ! . . .
Hay médula de moralista y de filósofo en este poeta
que no tuvo frivolidades, pues sus labios jamás emplea-
ron el ornato de la lisonja para llegar a ser cumbre.
Fué grande en sus actos y grande por su corazón. Tuvo,
sí, la pasión de ser infinitamente bueno. Acaso sea el vi-
cio que eleva a los hombres a dioses. Héroe de la espada,^
héroe del civismo argentino, en su jardín hubo variedad
de ñores. Hubo aromas, coloi'es, mieles incomparables . .
Jardín en donde la flor simbolizaba el "libro mágica
que no encierra ningún error peligroso, depositario que-
rido de la fugitiva historia de las revoluciones del co-
razón".
Arte y t-emperamento se piden mutua ayuda y con-
tribuyen a fortnar un buen poeta, según Horacio. En
Mitre brillaron eficientemente estas calidades. Pulsó la
lira con las alternativas nostálgicas del ave que no to-
maría la estación del frío por la de las flores.
Poeta, sufrió estoicamente la bonanza y las tem-
pestades de las pasiones, en sus vuelos no malgastó las
alas en derroteros falsos. Sólo pudo alguna vez vacilar
en su rumbo, de la misma suerte que el ave al verse sor-
prendida poi' un huracán cesa en sus inefables armo-
nías.
¡Peregrino de la poesía, profeta y cantor de nues-
tras glorias militares; militar que, a pesar de tus ha-
zañas guerreras, te remontaste hasta el Olimpo, mon-
taña sublime, sobre la cual, según la tradición, Júpiter
residió con toda su divina corte; espíritu excelso y pa-
ladín de nuestra democracia; tú fuiste, en verdad, el
apóstol de la libertad y contribuíste a enterrar en la
fosa común de la tiranía los restos del caudillismo!
II
Faltaríamos, sin duda, al respeto que su augusto
nombre merece, si entráramos a analizar en detalle su
obi'a "juvenil" de poeta. Pertenece al género de las que
se sienten y se admiran, como bloques parciales de un
monumento cuj^a grandiosidad está en el conjunto. Mi-
MITKK POETA IX
tre poeta es un aspecto de la vasta personalidad que
sólo puede abarcarse en su grandeza junto con Mitre
historiador y con Mitre estadista.
El timbre triste y simpático de sus estrofas da es-
pecial relieve al vencedor de Pavón y factor principal
de la or'ganización de la República. "En medio de las
más grajides agitaciones, cuando no había un solo espí-
ritu equilibrado y se respiraban odios y resentimientos
en todas partes, el general Mitre, sustraído por una
voluntad de hierro que le hace gobernarse con sereni-
dad siempre, y levantada la inteligencia, buscaba r-fe-
poso y aislamiento en el libro, en el estudio, en el tra-
bajo histórico" (1).
Con Várela y con Echeverría, representa Mitre
una hora que fué augura! en las letras argentinas ; y
como en la obra de esos vates, mézclanse en la de Mitre
el tierno sentimiento de la pléyade romántica con las
explosiones cálidas del civismo patriótico. Fuei'on poe-
tas civiles, cantores de la patria, custodios de la liber-
tad : pero impregnados siempre de romanticismo.
En la poesía titulada "En la tumba de un poeta"
resalta la sencillez, la ternura, la inspiración espontá-
neas, la filosofía cristiana, y el solemne tono quejum-
broso que la anima. í]sta sentencia traduce fielmente
la vida:
"Antes que ver los infortunios nuestros.
En tu lecho de tierra duerme en paz."
"Y la musa que vela en tu sepulcro
En medio de la triste soledad.
Aun hace estremecer tu dulce lira
Y en cenizas, el fuego hace brotar."
" ¡ Oh tú, que en esa mente generosa
Abrigaste una utopía celestial,
Antes que ver los infortunios nuestros.
En tu lecho de tierra duerme en paz!"
"Plegaria" es una po^ía religiosamente tienia,
cuya expresión corre parejas con su simplicidad y hace
pensar dulcemente.
(í) «El Diario, juüo 30 de 18P6.
X MITEE POETA
''Que la mujer que sueña es como el ave
Que oculta su cabeza en ala suave."
En la composición "Despedida" se advierte la me-
lancolía suave y resignada de un Byron, al par que la
trabazón profundamente expresiva del poeta que con-
templa desvanecerse sus sueños. . .
"Adiós, mujer nacida para inspirar amores,
Nacida como nacen en el jardín las flores. . . "
"Nada diré" es una inspiradísima composición
cuyo tono ai'monioso deleita y cuya sutilidad, galanura
y riqueza de imágenes sedúcenos hondamente . . , En
cuanto a la técnica, es digna de un profesional por la
seguridad y solidez del verso.
"Yo que no tengo cortesano genio,
Nada quiero decir ante tu altar.
Cuando otros rail las flores de su ingenio
A. tus plantas vendrán a derramar."
"No te diré si es bella tu cabeza,
Ni si tienes de Fidias el perfil,
Ni si tu frente, cielo de pureza,
Está cubierta con estrellas mil.
No te diré si tu alma resplandece
Como diamante en urna de cristal,
Ni si tu seno blando se estremece
Como la niebla al soplo matinal.
No te diré si el labio que enamora
En sus palabras desparrama miel,
Ni si al caer, cual perlas del aurora,
Hacen brotar las ñores del verjel.
No te diré si tus hermosos ojos
Son dos astros que Dios dejó caer,
Para alumbrar los púdicos sonrojos
Que tus mejillas suelen encender.
No te diré si tus cabellos rubios
Que circundan tu frente cual capuz,
Llamas son de magnéticos efluvios
Que de tu mente vuelan a la luz.
No te diré si tus airosos brazos
Los gajos son de madreselva en flor.
Si se entreabren para dar abrazos
MITRB POETA XI
Y al pino añoso visten con amor.
Sólo diré: "Jamás a tu cabeza
Falte la eterna flor de la virtud,
Ni la sonrisa falte a tu belleza,
Ni al corazón le falte su quietud."
"A Santos Vega" tiene la rica levadura de una
leyenda indiana. Reúne a la naturalidad del acento
una expresión dulce y supersticiosa que encanta:
"Allí duerme Santos Vega;
De las hojas al arrullo
Imitar quiere el muimullo
De una fúnebre canción,
Y mientras el gaucho errante
Al cruzar por la pradera,
Se detenga en su carrera
Y baje del alazán:
Y ponga el poncho en el suelo
A guisa de pobre alfombra,
Y rece bajo esa sombra
Santos Vega duerme en paz."
¡ Cuan agr'adable y al propio tiempo triste' es la
titulada "El caballo del gaucho"!
"En la guardia de frontera
Paraba oreja agorera
Del indio al sordo tropel,
Y con relincho sonoro
Daba el alerta mi moro
Como centinela fiel.
Ya no vamos de carrera
Por la extendida pradera.
Pues somos viejos los dos.
¡ Oh mi moro ! el cielo quiera
Acabemos la carrera
Muriendo juntos los dos!"
Bien merecida fué su pr^eeoz reputación de prosista
y de poeta. Y fácil fué para Esteban Echeverría, en
la ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual
de la época (1), profetizar días de gloria al joven que
(1) latroducción al «Dogma Socialista».
Xn MITRE POETA
entusiasmaba a toda una generación: "El señor Mitre,
artillero científico, soldado en Cagancha y en el sitio de
Montevideo, ha adquirido, aunque muy joven, títulos bas-
tantes como pi^osador y poeta. Su musa se distingue
de las contemporáneas por la franqueza varonil de sus
movimientos, y por cierto temple de voz marcial, que
nos recuerda la entonación robusta de Calimaco y de
Tirteo. Se ocupa actualmente de trabajos históricos
que le granjearán, sin duda, nuevos lauros."
III
Pai'ece que Mitre aplicase en sus versos aquel
Simplex dum taxat et unum de Horacio. Sin embargo,
se oye decir que al autor de "Rimas" le faltó ameni-
dad, sutilezas, exaltación creadora, rebeldías a lo An-
drade.
Convengamos en que fuese así. Pero es innegable
que deleita la melodía de sus estrofas, el estilo a lo Tu-
cídides, la dulzura reposada y noble de un Jenofonte,
la melancólica emoción de un Byron.
Preguntémonos con Brunetiére : ¿ha de despren-
derse el poeta de toda filosofía y estética, y ser el "eco
sonoro" de todas las cosas? ¿o ha de aparecer tal como
es en sí mismo? Mitre no se desfiguró jamás. Fué un
poeta "personal", no "egoísta", y se caracterizó más
por su "naturalismo". Vale decir, que no expi'esó
ideas abstractas, ni menos metafísicas, en sus concep-
ciones poéticas. Si en ocasiones idealiza abundante-
mente y purifica, musicaliza y hasta da relieve a las
imágenes más triviales, no culmina en la ejecución rít-
mica con la fuerza, precisión y agilidad indispensables.
Descuida a veces la perfección técnica para ceñirse a
los hechos .y reflejarlos en forma nítida, primorosa por
momentos.
Mitre sentía hondamente la poesía. "Ija considero
— dice — como un arte sintético, o, lo que es lo mismo,
un arte que obra sobre la imaginación y sobre todos los
sentidos a la vez, por la doble combinación de las formas
materiales e inmateriales del espacio y del tiempo."
Pero ¡cuan poco pudo cultivarla dudante su aza-
rosa vida pública! Sin embargo, quien lea con amor
sus "Rimas", compartirá este juicio: "La lira de Mi-
tre se presta fácilmente a la expresión de todos los sen-
MITBE POETA XIII
timientos sublimes, filosóficos, melancólicos y tiernos.
El poeta es espiritualista y con igual felicidad alza sus
cantos al amor y a la libertad. Tan graciosas y llenas
de donaire y galanura son sus composiciones a las be-
llas, como arrebatadoras y llenas de fuego son sus es-
trofas contra la tiranía o sus himnos a la patria. Amor,
patriotismo y fe, ese es el triple sello de las poesías de
Mitre." (1)'
Debemos tener presente que el ''carácter de nues-
tra poesía fué espontáneo; flor brotada al influjo del
sol Inca, en el campo de nuestras propias her'edades re-
dimidas del poder que la dominaba por el derecho de
la fuerza. Mitre aprendió su estética en el fondo del
corazón, movido por el patriotismo." El espíritu evoca
esta otra elocuente cita, debida también a la pluma del
"sobresaliente hijo espiritual de Mitre", don Juan Ma-
ría Gutiéi'rez: "Fué sublime (nuestra poesía) como los
Andes, majestuosa como el Plata, solemne como la apa-
rición de la aurora en nuestras latitudes templadas."
IV
Mitre tenía alma de poeta. Sus primeras composi-
ciones de la edad juvenil, publicadas bajo el título df
"Ecos de mi lira", así lo atestiguan. Alguien asegura
que la primera composición poética de Mitre se titu-
laba "No tengo un nombre", y se publicó en "El Ini-
ciador" de Montevideo, hacia el año 1838; pero su bió-
grafo, el doctor Lamarque, i'efiere que ya en 1836 Mi-
tre había publicado una colección de poesías "cuyos
ecos se han perdido".
Solicitada su actividad intelectual por los estudios
históricos y los asuntos de Estado, no pudo Mitre se-
guir rindiendo culto a las musas con la asiduidad que
deseara su temperamento. "Como es de notoriedad —
dice el prólogo de la tercera edición de sus "Rimas" —
el autor dejó de hacer versos a la edad de veinte añ&s,
y sólo poi' acaso y muy de tarde en tarde, escribió al-
gunas poesías de carácter íntimo y una que otra tra-
ducción del francés, del inglés o del italiano."
Antes de la publicación de sus "Rimas", Mitre
las había hecho ya conocer en la prensa. En "El Tni-
(1) Torres Caicedo M. M.). «Ensayos b¡o>;ráficos y de crítica literaria».
XIV MITRE POETA
ciador", en "El Nacional"', en "El Talismán "^ fun-
dado en 1840 por Gutiérrez y Rivera Indarte, se en-
cuentran algunas composiciones patrióticas y amato-
rias. Igualmente en "El Corsario", en "El Comercio"
de Valparaíso y en "El Progreso" de Santiago de
ChUe.
En el mencionado prólogo están consignadas las si-
guientes noticias bibliográficas: "En 1854 se coleccio-
naron por la primera vez estos ensayos de su musa ju-
venil, bajo el modesto título de "Rimas". Agotada la
primera edición, se hizo en 1878 una segunda más co-
rrecta y mejor ordenada, corr'egida y aumentada.
"Posteriormente, después de cerca de cincuenta
años de silencio, la musa provecta del autor de las "Ri-
mas" se ensayó en la traducción poética de la "Divina
Comedia" del Dante, cuyos primeros cantos y comen-
tarios tanta repercusión han tenido en Europa y Amé-
rica, asignándole un puesto entre los poetas y críticos
del habla castellana en sus enlaces con la poesía ita-
liana."
La presente reedición de las "Rimas" de Mitre
constituirá, sin duda, un acontecimiento bibliográfico y
literario, poniendo en manos de la juventud una vasta
obra poética hasta hoy sólo accesible para pocos elegi-
dos. Se ha escogido, como es lógico, el texto de la "ter-
cera edición", para la que se ha "tenido a la vista un
ejemplar anotado y corregido por el mismo autor, con
inclusión de algunas tíaducciones que faltaban en las
anteriores ediciones. Tiene, pues, el carácter auténtico
de una edición definitiva ..."
Expresamos aquí nuestro agradecimiento al señor
don Luis Mitre, director del "Archivo Mitre", que con
su habitual generosidad nos ha permitido durante lar-
go tiempo frecuentar los documentos allí atesoi'ados, lo
que nos ha hecho comprender y admirar en su monu-
mental conjunto la obra del ilustre patricio.
V
Mitre tuvo el culto " washingtoniano " del pueblo.
En la poesía fincó parte de su credo republicano, y si
no hizo poesía pura, hubo en él un poeta natural y ar-
monioso. No empleó actitudes forzadas, ni fomentó la
revolución de extravagancias métricas con que los poe-
MITRE POETA XV
tas de lioy cantan su epicureismo. A éstos podria apli-
cárseles, aunque parezca exagerada, esta definición de
Bacon: "La poesía es el deleite de la mentira". Sí, lo
es; y má-s aún: es el himno a las diabólicas concupis-
cencias de la carne y a las fingidos sentimientos del co-
razón. Como se la cultiva hoy, amenaza tocar los lindes
de la patología. ¡ La neurastenia contagiando a las mu-
sas ! i Todo por la técnica, por la desdichada técnica
que nos está "militarizando" hasta la música!
En suma: a Mitre, como poeta, se le acusa de exce-
siva sencillez, de bajo acento rítmico, de precaria or'na-
mentación artística. . . Es de lamentar el desgano con
que se lo estima. La modestia suele ser nociva, y Mitre
fué modesto. ¡ Cuántas tibiezas injustas, si pensamos
que el republicano, el guerrero, el historiador, el pa-
triota, sólo cultivó la poesía como un reposo espiritual,
tan sencilla, tan simplemente como el jardinero riega
en las tardes de sol las flores de su huerto ! . . .
José Cantareil Dart.
Buenos Aires, 1916.
ADVERTEhCIA
A LA TERCERA EDICIÓN
Esta tercera edición de las poesías sueltas del ge-
neral Bartolomé Mitre no tiene un objeto comercial,
sino simplemente bibliográfico.
Como es de notoriedad, el autor dejó de hacer ver-
sos a la edad de veinte años, y sólo por acaso y muy
de tarde en tarde escribió algunas composiciones de
carácter íntimo y una que otra traducción del francés,
del inglés, o del italiano.
En 1854 se coleccionaron por la primera vez estos
ensayos de su musa juvenil, bajo el modesto título de
"Rimas". Agotada la primera edición, se hizo en 1876
una segunda más correcta y mejor ordenada, corregida
y aumentada.
Posteriormente, después de cerca de cincuenta
años de silencio, la musa provecta del autor de las "Ri-
mas" se ensayó en la traducción poética de la "Divina
Comedia" del Dante, cuyos primeros cantos y comen-
tarios tanta repercusión han tenido en Europa y Amé-
rica, asignándole un puesto entre los poetas y críticos
del habla castellana en sus enlaces con la poesía ita-
liana.
Habiendo tomado a nuestro cargo la edición de la
traducción completa del "Infierno" del Dante, hemos
pensado que una nueva edición de los ensayos poéticos
del traductor, en el mismo formato, era un complemen-
XVIII ADVERTENCIA
to bibliográfico necesario de sus antecedentes literarios,
como parte accesoria de su obra, pues fueron sus "Ri-
mas" las que le merecieron el haber sido nombrado Ar-
cade de Roma, y a esta circunstancia se debe su traduc-
ción de la "Divina Comedia", cuyos primeros cantos
dedicó a la Academia de la Arcadia, para corresponder
al honor recibido de ella.
Para el efecto, hemos tenido a la vista un ejemplar
anotado y corregido por el mismo autor, con inclusión
de algunas traducciones que faltaban en las anteriores
ediciones. Tiene, pues, el carácter auténtico de una edi-
ción definitiva, a la vez que de un libro complemen-
tario.
Para conservar a esta edición su carácter pura-
mente bibliográfico, ella ha sido limitada al niimero
de doscientos ejemplares, de los cuales el autor se ha
reservado cien para circulación privada, y sólo cien
de ellos con destino a los que deseen poseer por curio-
sidad la colección de sus obras completas.
FÉLIX LAJOUANE,
Editor
ADVERTEhCIA DEL EDITOR
DE LA SEGUNDA EDICIÓN
Hace treinta años que el ilustre poeta D. Esteban
Echeverría consignó estas palabras en un libro dedica-
do a la joven generación de sus días: " El señor Mitre,
" artillero científico, soldado en Cagancha y en el sitio
"' de Montevideo, ha adquirido, aunque muy joven, tí-
" tulos bastantes como pensador y poeta. Su musa se
" distingue de los contemporáneos por la franqueza
" varonil de sus movimientos, y por cierto temple da
" voz marcial que nos recuerda la entonación robusta
" de Calimaco y Tirteo. Se ocupa actualmente de tra-
" bajos históricos que le granjearán, sin duda, nuevos
" lauros, "
Precisamente en la época en que las líneas que
acaban de leerse se publicaban (año de 1846), la musa
del señor Mitre enmudecía, pues, como él lo ha dicho
en su conocida "Carta-Prefacio", casi todas las poesías
líricas que forman su colección fueron escritas por él
a la edad de veinte años.
Estas poesías, reunidas por la primera vez en un
volumen, se publicaron en Buenos Aires en 1854, preci-
samente por la imprenta en que hoy se da esta nueva
edición, siendo su editor el mismo que firma esta adver-
tencia.
Aunque se hizo un tiraje bastante copioso para la
época, la edición se agotó muy luego, al punto que a
XX ADVERTENCIA DEL EDITOR
los pocos meses nos fué imposible atender a la demanda,
creciente de la obra. La demanda, lejos de disminuir,
ha ido creciendo cada vez más, como hemos podido cer-
ciorarnos por nosotros mismos en el comercio de libros
de que hace veinte años nos ocupamos, obteniendo pre-
cios subidos, que no ha alcanzado entre nosotros nin-
gún libro, los pocos ejemplares que por casualidad se
ofrecen en venta.
Esta circunstancia nos ha determir-ado a hacer de
las "Rima,? de don Bartolomé Mitre" ana edición más
completa y correcta que la anterior, a la vez que más
lujosa, satisfaciendo así la demanda del público y enri-
queciendo con ella la Biblioteca de Escritores Argen-
tinos que hemos emprendido y de que llevamos publi-
cados ya algunos volúmenes.
Para el efecto, hemos obtenido la colaboración de
un joven literato, quien teniend'^ a la vista un ejem-
plar de la edición de 185-1 anotado por el mismo autor,
se ha prestado gustoso a dirigir estí trabajo, enea.*-
gándose de su clasificación y correcciój?,
A esto se deberá poder itieluir en este tomo varias
composiciones que no tuvieron cabida en la primera
edición, y que, publicadas anónimas, andaban disper-
sas en los diarios ; así como el poder presentar algunas
otras con toda corrección en su forma definitiva.
Aun cuando el señor Mitre no ha hecho profesión
de poeta, como él mismo lo ha dicho, y dejó de escribir
versos muy temprano, como todos sus contemporáneos.
Mármol, Gutiérrez, Domínguez, Rivera In darte, Irigoyen,
Thompson, Balcarce, Cuenca y otros, para quienes la
lira fué más bien un arma de combate que un instru-
mento artístico, precisamente por esto, su obra poé-
tica es una página de nuestra historia revolucionaria,
siéndolo a la vez de la literatura nacional.
Para hacer resaltar este carácter especial de sus
poesías, han sido clasificadas bajo un orden metódico,
dividiéndolas en cinco libros y agrupándolas por se-
ries según sus afinidades.
El "Libro Primero" comprende sus "Poesías pa-
trióticas" escritas casi todas durante la gloriosa lu-
cha de la libertad contra la tiranía, en la que el autor
manejó al mismo tiempo la lira y la espada. Entre
ellas, el "Canto a la derrota del Quebracho", la "Muer
te de Zacarías Alvarez", la "Elegía a Lavalle", "Ei
I
ADVEETENCIA DEL EDITOR XXI
Grito de Alarma" en 1841 y su composición "Al 25 de
Mayo" en 1844, durante el sitio de Montevideo, son
verdaderas páginas históricas llenas de vida, en que
las heroicas pasiones de sus contemporáneos acompa-
ñan al canto varonil del poeta. Los "Recuerdos de
Buenos Aires", en que el proscripto rememora sus be-
llezas, sus glorias y sus desgracias, el himno a los
"Mártires de la Libertad" y su popularísima canción
del "Inválido", pertenecen también a esta serie, y
tanto ellas como las anteriores justifican el juicio aven-
tajado que a su respecto hizo Echeverría en 1846.
El "Libro Segundo" contiene, bajo el epígrafe de
"Armonías de la Pampa", algunas composiciones, que,
según el mismo autor lo ha dicho en una nota al pie
de una de ellas, pertenecen a un género esencialmente
nacional, que puede llamarse nuevo, así por los asun-
tos como por el estilo, según la teoría que él mismo
ha desenvuelto sobre este tema. A este género perte-
necen "Santos Vega", "El Caballo del Gaucho" y
"El Pato". Por razón del escenario y aun del asunto,
hemos creído deber incluir entre ellas la "Revolución
del Sud" y "El Ombú en medio de la Pampa", bien
que la primera corresponda más a las poesías patrió-
ticas y la segunda a las de géneros diversos reunidas
en otro libro.
El "Libro Tercero" comprende, bajo la denomi-
nación de "Poesías diversas", los asuntos morales,
sentimentales, fantásticos o de caprichosa y fugitiva
inspiración, que corresponden a varios géneros y
asuntos. Señalaremos, entre ellas, las que se titulan:
"En la Tumba de un Poeta", "El Vals", "La Des-
pedida", "La Agonía del Poeta", "La Desespera-
ción", las "Noches de Diciembre" y los "Dos Pen-
samientos", en que, no obstante sus variados tonos, pre-
domina un tinte melancólico que les da un aire de fa-
milia.
El "Libro Cuarto", bajo el rubro de "Poesías
familiares", comprende las composiciones inspiradas
por los afectos íntimos del hogar y de la amistad ex-
pansiva, descollando, entre todas ellas, la que lleva por
título "A mi hija Delfina".
Por último, en el "Libro Quinto" están coleccio-
nadas todas las "Imitaciones" y "Traducciones poé-
ticas" del autor. Entre ellas sobresalen "El Cemente-
XXII ADVERTENCIA DEL EDITOE
rio de la Aldea" de Grey, ''El Salmo de la Vida" de
Longfellow, "El Apóstol" de Beranger y "La Ora-
ción por todos" de Víctor Hugo, que así por la cele-
bridad universal de los textos, como por la manera
magistral con que están manejados, jueces muy com-
petentes estiman como los trabajos más notables que
encierra este libro.
Tal es la edición que presentamos y que viene a
agregar un volumen más a nuestra Biblioteca de Es-
critores Argtíntinos, de la cual forma parte iutegrante,
habiendo, por consiguiente, adoptado el mismo formato
y papel de los ya publicados, continuando nuestro pro-
pósito.
C. C.
CARTA-PREFACIO
DE LA PRIMERA EDICIÓN
A Domingo F. Sarmiento.
Buenos Aires, Marzo 1.° de 1854,
Kecuerdo que en uno de los más bellos capítulos
de sus "Impresiones de Viaje", me llamó usted "poe-
ta por vocación".
Hoy, al tiempo de publicar mis poesías, se me ocu-
rre retribuir aquella fineza, colocando esta carta al
frente de su primera edición. En el mismo capítulo
en que me hacía el agradable cumplimiento que he ci-
tado, decía usted, hablando del sitio de Montevideo,
de que yo era soldado en aquella época: — " En me-
dio de este caos de intereses, respirando la atmós-
fera cargada de humo, y encerradas en un horizon-
te que a cada punto tiene aparejadas tormentas que
de una hora a otra pueden descargar sobre sus ca-
bezas, las musas argentinas, cualquiera que sea la
ribera donde les sea permitido entregarse a sus sue-
ños lo divinizan todo, hasta la desesperación y el
desencanto. Me parece que una causa profunda hace
al pueblo español por todas partes poeta: inteligen-
cias caídas, como aquellos nobles de otro tiempo
descendidos a la plebe, con organizaciones e instin-
tos desenvueltos ; mentes elevadas y ociosas que se
remueven y agitan en su nada, revelando su ele-
vada condición por entre los harapos que las cu-
bren. El español, inhábil para el comercio, que ex-
plotan a sus ojos, naves, hombres y caudales de otras
XXIV CAKTA-PEEFACIO
naciones, negado para la industria, la maquinaria y
las artes; destituido de luces para hacer andar las
ciencias, o mantenerlas siquiera; rechazado por la
vida moderna para que no está preparado, el espa-
ñol se encierra en sí mismo y hace versos; monó-
logo sublime a veces, "estéril siempre", que le ha-
ce sentirse ser inteligente y capaz si pudiera, de ac-
ción y de vida, por las transformaciones que hace
experimentar a la naturaleza que engalana en su
gabinete, como lo haría el norteamericano con el
hacha de los campos, aquel poeta práctico que hace
una pastoral de un desierto inculto, e inventa pue-
blos y maravillas de la civilización, cuando del bos-
que asoma su cabeza a la margen del río aun no
ocupado! ¡Yo os disculpo, poetas argentinos!
Vuestras endechas protestarán por mucho tiempo
contra la suerte de vuestra patria. Haced ver-
sos y poblad el río de seres fantásticos, ya que
las naves no vienen a turbar el terso espejo de sus
aguas. Y mientras otros fecundan la tierra, y cru-
zan a vuestros ojos con sus naves cargadas el "al-
mo río", cantad vosotros como la cigarra; contad
sílabas, mientras los recién venidos cuentan "pata-
cones"; pintad las bellezas del río que otros nave-
gan; describid las florestas y campiñas, los sotos y
bosquecillos de vuestra patria; mientras el teodoli-
to y el grafómetro, prosaicos en demasía, describen
a su modo y para otros fines los accidentes del te-
rreno. — ¡ Qué de riquezas de inteligencia, y cuánta
fecundidad de imaginación perdidas ! ¡ Cuántos pro-
gresos para la industria, y qué saltos daría la cien-
cia si esta fuerza de voluntad, si aquel trabajo de
horas de contracción intensa en que el espíritu del
poeta está exaltado hasta hacerle chispear los ojos,
clavado en su asiento, encendido su cerebro y agi-
tándose todas sus fibras, se empleara en encontrar
una aplicación de las fuerzas físicas para producir
un resultado útil! "
La diatriba es un poco fuerte, y aunque algo me-
recida, hace tiempo que le guardo cierto rencor por la
parte que me toca como soldado raso en la falange de
poetas del Río de la Plata, que ha divinizado hasta la
desesperación y el desencanto. Monólogo estéril, men-
tes decaídas, hombres incapaces para la acción, inhá-
CAETA-PBEFACIO XXV
biles para el trabajo, derrochadores de la inteligencia,
tales son los calificativos que prodiga a la poesía y a
los poetas, deplorando que la fuerza creadora aplica-
da a ensanchar los límites del mundo inmaterial no se
hubiese aplicado exclusivamente a hacer alguna nue-
va conquista sobre el mundo material. Para confusión
de sus detractores y para honor de la poesía, ha te-
nido que valerse de su propio lenguaje al atacarla, co-
mo esos caudillos de la montonera, que al mismo tiem-
po que procuraban desacreditar la táctica europea, se
servían para contrarrestarla de sus propias maniobras
mal aprendidas y peor enseñadas.
Ya veo que si le diesen a organizar el mundo, des-
terraría, como Platón, a los poetas de su república,
sin embargo de que usted, lo mismo que aquel grande
hombre, tiene más de poeta que de filósofo, y sólo le
falte para complementar su "inteligencia privilegiada
iluminar la parte tenebrosa de su mente con la luz res-
plandeciente de la poesía.
Tal es el objeto que me propongo en esta carta,
y creo que. lo conseguiré, haciendo resonar en el fondo
de su conciencia aquella voz misteriosa que gritó a San
Pablo, perseguidor de los cristianos: — " Saulo, ¿por
qué me persigues? "
Habiendo usted estudiado filosofía sin maestro,
como yo, debe haber leído a Herder, Bouterweck, Rich-
ter, Jouffroy, Schlegel, Burke, Winckelmann y tantos
otros, y por consecuencia debe saber lo que es estética,
palabra derivada del griego, que, si hemos de dar cré-
dito a los que comprenden este idioma, significa "sen-
sación, sentido, facultad de sentir"; y por medio de
la cual se designa la parte de aquella ciencia que ex-
plica y analiza la teoría de lo bello, de lo agradable
y lo sublime. Asunto es éste que ha inspirado a Kant
uno de sus libros más serios y bien pensados, libro que
obligó a los espíritus más austeros a dar carta de ciu-
dadanía en los dominios filosóficos a la ciencia de la
estética, que ya Baumgarten había bautizado con el
nombre alambicado de "Filosofía de las Gracias y de
las Musas "
Sabiendo todo esto, debe saber también que la
estética divide el imperio de las artes en dos: artes de
espacio, y artes de tiempo, es decir, artes que se ven
o que se palpan, y artes que se oyen o se sienten. A las
XXVI CARTA-PREFACIO
primeras corresponden la pintura, la escultura y la
arquitectura; y a las segundas, la música y la poesía,
división con la cual ya no estoy del todo conforme, por
las razones que paso a exponer.
Yo considero la poesía como un arte sintético, o,
]o que es lo mismo, un arte que obra sobre la im^igina-
ción y sobre los sentidos a la vez, por la doble combi-
nación de las formas materiales e inmateriales del es-
pacio y del tiempo. Así ha observado Sismondi con mu-
cha propiedad que " la poesía es una feliz combina-
ción de dos de las más bellas artes : música por los so-
nidos y pintura por las imágenas. '' Esto se comprue-
ba con la observación hecha por todos los críticos de
que los más grandes poetas son precisamente aquéllos
cuyas ideas poéticas son susceptibles de representarse
por medio de la pintura, como se ve leyendo con aten-
ción las obras de Dante o de Milton; habiendo el pri-
mero inspirado a Miguel Ángel los famosos frescos,
cuyos dibujos ornados por la mano del Giotto, habrá
podido ver en la biblioteca del Vaticano ; y habiendo
sido propuesto el segundo como modelo a los pintores
por uno de los grandes prosadores de nuestra época,
por Guizot. D'Ampére, un espíritu no menos serio, ni
menos profundo, ha dicho a este respecto: ''La gran-
de escultura griega, tal como se muestra en la Niobe
de Florencia o en las estatuas del Partenón, es la
poesía homérica traducida en mármol. El Dante dibujii
sus figuras a la manera enérgica, atrevida y grandiosa
de Miguel Ángel; y el fresco del "Juicio final" es un
canto del Dante. "
No puede negarse que la línea, el colorido y la pala-
bra tienen sus límites, y que a la pintura y a la escul-
tura les está vedado lo que es permitido a la poesía,
pero esto no destruye la regla general de que, para ex-
citar la admiración, la pintura necesita ser poética, así
como la poesía necesita ser pintoresca. La razón de es-
to es muy clara: la idea que escapa a la pintura, es de-
cir, la idea que no es pintoresca, que no puede tradu-
cirse por una imagen, o que no tiene cierto movimien-
to dramático, se presenta confusamente a la imagina-
ción. En esto se diferencia la poesía de la filosofía que
es una pura abstracción.
Toda esta disertación metafísica — que va a hacer
me pasar la plaza de pedante — no tiene más objeto que
CARTA-PREFACIO XXVII
crearme uu punto de apoyo para repetir lo que se ha
dicho tantas veces: que "algo le falta al hombre que
es insensible a los encantos de la música o de la pin-
tura " y que, por consecuencia, le falta todo al que
no es susceptible de comprender todas las bellezas de
la poesía, que condensa a la vez la idea, la imagen y
la armonía.
Y a propósito, ya que hablamos de música, ¿sabe
usted quién fué el inventor de la lira? Según dice Apo-
liodoro (aun cuando los descubrimientos de Champol
lion parecen desmentirlo, pues sólo se ha descubierto
el arpa en los monumentos egipcios), su inventor fué
Hermes Trimegisto, secretario de Osiris, quien habien-
do encontrado en las riberas del Nilo una tortuga
muerta, cuyos nervios resecos por los rayos del sol se
habían convertido en cuerdas sonoras, tomó de aquí
la idea del instrumento que hoy simboliza la poesía
y al son del cual bailaba el hierofanta egipcio, expre-
sando simbólicamente las revoluciones de los astros y
el orden aparente del universo. A esta escuela musi-
cal perteneció Moisés, y ella dio origen al arpa hebrai-
ca, a los salmos de David, a los cantares de Salomón
y a las lamentaciones de Jeremías.
Algún tiempo después, inventó Hiagnis la flauta
frigia, que acompañó los primeros himnos que se can-
taron en honor de Baco y de Pan. Estos dos instru-
mentos (poniendo, si se quiere, el arpa en vez de la
lira), tomados de la naturaleza, compusieron ]a pri-
mera orquesta de los tiempos primitivos, y de la lira
o arpa egipcia y de la flauta frigia ha nacido ese len-
guaje universal que cuenta hoy más de ochenta soni-
dos, y que, según me lo aseguró un día el gran pianista
Hertz, puede dar más de cien sonidos distintos en el
piano ; mientras que los idiomas más ricos de nuestros
días no pueden dar ni la mitad.
¿Cómo se explica este misterio? Es que la música,
más filosófica que los filósofos, y menos desdeñosa que
los hombres de letras, ha recogido en su seno todas
las modulaciones de todos los idiomas antiguos y mo-
dernos del norte y del mediodía, con las cuales se ha
enriquecido, en la misma proporción en que se ha em-
pobrecido el idioma hablado, por el radicalismo exa-
gerado de hombres que a título de espíritus serios 3'
positivos, pretenden d£salojar a la armonía poética
XXVIll CAETA-FBEFACIO
del Último atrincheramiento en que se defiende aún
con heroísmo, rechazando los ataques violentos de los
prosistas iconoclastas, cuyo bello ideal es un lenguaje
sin símbolos y sin música, y para quienes la estructura
del verso no es una forma tomada de la naturaleza
misma, como la lira egipcia (o griega, según otros),
sino una combinación feliz del capricho humano —
'* un ingenioso contrasentido ", como decía Newton.
Por eso el verso se le presenta a usted como la prisión
del pensamiento; por eso ve en él un obstáculo más
bien que un punto de apoyo; por eso, en fin, cree que
una idea pierde en profundidad todo cuanto gana en
sonoridad; y esto explica, ya que no disculpa, su jui-
cio desventajoso sobre la poesía.
Si usted hubiese hecho un estudio detenido de las
leyes de la versificación, si se hubiera propuesto darse
cuenta de la razón del yambo, del dáctilo, del troqueo
y del espondeo, habría visto que todo su mecanismo
reposa sobre la combinación de las sílabas agudas y
graves caracterizadas por los acentos ; y que el movi-
miento del verso, su número y sus pausas, obedecen a
reglas constantes que tienen su origen en la natura-
leza de los idiomas, y en la organización humana, sien-
do la rima y la cantidad de sílabas lo más secundario
que hay en la estructura del verso. Así vemos que el
francés, que es el único idioma moderno que no haya
adoptado para su versificación la prosodia poética in-
ventada por los provenzales, — de que hablaremos más
adelante — es, en manos de sus más grandes poetas, un
instrumento pobre e insonoro, por no contar con más
recursos métricos que con los que le presta el número
de sílabas y la repetición de la rima, lo que hace que
ios franceses hayan llegado hasta el grado d(! negar
que exista una armonía poética fuera de estas dos
condiciones materiales. Por eso la lengua francesa es
la lengua más prosaica del mundo, según lo han reco-
nocido sus grandes hablistas, y entre ellos Carlos No-
dier y Michelet; lo cual explica por qué la Francia
no haya producido un gran poeta, digno de rivalizar
con Homero, con Virgilio, con el Dante, con Byron,
con Goethe, con Camoens o con Calderón, aunque el genio
lírico de Víctor Hugo haya convertido este instrumen-
to sordo en instrumento sonoro. Aquí se demuestra
hasta la evidencia la importancia de la forma métrica,
CAKTA-PKEFACIO XXIX
y la influencia que ella ha ejercido y ejerce en el des-
envolvimiento del entendimiento humano y el desarro-
llo de las lenguas.
No extrañe que entre en estos detalles minuciosos
sobre la cadencia poética en sus relaciones con la mú-
sica y con la naturaleza humana, desde que ellos me
sirven tan eficazmente al objeto que me he propuesto
en esta carta. Además, como lo ha dicho Sismondi,
" la estructura del verso, esta parte en cierto modo
mecánica de la poesía, está ligada, por acordes mis-
teriosos y secretos, con nuestras sensaciones, con nues-
tras emociones, con todo aquello que habla a nuestro
corazón y a nuestra imaginación, y sería conocer muy
mal el lenguaje divino de los poetas considerarla so-
lamente como una traba impuesta al pensamiento. Los
versos no conmueven nuestras almas, no cautivan
nuestras pasiones, sino porque tienen algo de más ín-
timo que la prosa, algo que se apodera de todo nues-
tro ser, encontrando más directamente el camino del
espíritu y de los sentidas, y trayéndonos impresiones
más completas que las que el lenguaje por sí sólo y
desprovisto de estos accesorios puede despertar." Y
más adelante agrega: "La rima es una especie de lla-
mamiento al recuerdo y a la esperanza ; ella despierta
una sensación pasada y hace desear una nueva, realza
la importancia de los sonidos, y da en cierto modo
una especie de colorido a las palabras. "
Nada de extraño sería que los poetas elogiasen su
lenguaje, pero cuando los más eminentes prosistas
proclaman su excelencia, preciso es reconocer que hay
en él algo de verdaderamente sublime, y que, por lo
menos, no se le debe juzgar sin haberle estudiado an-
tes.
Si del lenguaje poético, considerado en sus rela-
ciones con la música y con la organización humana,
la mente se eleva hasta la contemplación de la idea
abstracta, y penetra en los dominios de la psicología,
se verá que, siendo la poesía a la prosa lo que el dra-
ma lírico es al drama recitado, ella no es otra cosa
que el lenguaje a toda orquesta, la palabra que se
acompaña con la música del ritmo y de la rima, quf^
se impregna de ella, que la asimila a su ser, que funde
on un todo compacto la idea y la armonía al fuego
inextinguible de la inspiración que arde en la cabeza
XXX CAKTA-riíBFACIO
del poeta. Así es cómo la poesía, a la manera de iina
onda sonora, penetra en lo rnás hondo de la imagina-
ción y de la conciencia, apoderándose al mismo tiem-
])o de los sentidos, despertando suavemente las emocio-
aes perezosas que dormitan, y hace sentir al hombre
la unidad de su ser, formando en el fondo del alma
vin acorde sublime, al dominar con su canto las emo-
ciones disonantes del corazón humano.
Suprímase la poesía, y las relaciones del hombre
con la naturaleza quedan interrumpidas, mientras que
nuestras facultades, funcionando aisladamente como
en sueños, jamás producirán ese acorde sintético que
es el resultado de la imagen, del sonido, del movimien-
to y de la abstracción; que son las cuatro grandes ma-
nifestaciones de la vida, los cuatro principios constitu-
tivos de las bellas artes, los cuatro elementos de cuya
combinación se forman todos los productos intelectua-
les, y que la poesía es la única que condensa y reduce
a una sola fórmenla.
La poesía es el puente misterioso que une al hom-
bre físico con el hombre moral, y que pone en contacto
todas sus facultades. Por eso decía Schiller: — " Para
filosofar, basta la mitad del hombre, mientras que la
otra mitad puede descansar: pero las musas lo absor-
ben todo, " Para ser poeta, se necesita sentir y pensar
a un mismo tiempo, y poner en ejercicio el poder de
abstracción a la vez que la imaginación, porque lo que
no conmueve y convence haciendo sentir, no merece
el nombre de poesía. Las ciencias y las artes no tienen
alas para volar más allá de las fronteras del mundo
laaterial, ni ojos para objetos que se hallen fuera del
alcance del telescopio. La poesía, además de tener alas
y de tener ojos para recorrer el universo y contemplar
en él cuanto hay de grande y de bello, puede lanzarse
a los espacios infinitos de la creación, penetrar en los
dominios del mundo inmaterial, poner al hombre en
relación con Dios, y establecer entre el cielo y la tie-
rra aquella cadena de oro, que, según los antiguos, li-
gaba a la criatura con su Creador.
Esto es la poesía, esto es el arte divino, del cual
ha dicho usted que sólo tiene sacerdotes entre los hom-
bres incapaces de acción, esto es lo que usted ha lla-
mado " monólogo sublime a veces, estéril siempre ".
Una república prosaica, tal cual usted parece de-
CARTA-PKEFACIO XXXI
Simarla, tendría mucha semejanza con aquella pálida
mansión de los héroes de la antigüedad que el Dante
nos describe en su "Infierno": imagen clebilitada de
la vida, en que las sombras vagan sin esperanzas de
un bien mejor, llorando silenciosas la pérdida de una
felicidad que nunca conocieron. Sería un cuerpo sin
alma; sería la bella estatua de Prometeo sin el fuego
sagrado que le dio vida y movimiento. Desheredados
de la poesía, ¿qué voz simpática respondería a las ar-
monías secretas del corazón? ¿qué potencia sobrenatu-
ral nos elevaría a la contemplación de lo infinito?
¿qué relámpago ihiminaría con sus resplandores pasa-
jeros las profundidades de nuestro ser? ¿por qué me-
dio se dirigirían los instintos, una vez quebrado el
instrumento usual con que se forma y desarrolla el
sentimiento y la inteligencia de lo bello? Preguntas
son éstas que pondrían en bárbaros aprietos al legisla-
dor en teoría de esa soñada república platónica.
No sé por qué me parece encontrar cierta analo-
gía entre su idea y las asociaciones de las abejas, de
las hormigas y de los castores. He aquí tres repúblicas
que realizan el bello ideal de los positivistas, y que
llenan todas las condiciones pedidas por usted: repú-
blicas de matemáticos, de ingenieros, de químicos y
de industriales, que pasan la vida cavando la tierra,
edificando y destilando, "aplicando al trabajo todas
las fuerzas físicas, sin malgastar sus fuerzas intelec-
tuales en ornamentaciones inútiles, ni en monólogos
sublimes, pero estériles "; ¡y deshojan las flores para
arrojar sus perfumes en el gran alambique de la fá-
brica comunista ! He aquí su bello ideal : el hombre
róenos la idea del progreso, menos la aspiración a lo
infinito, menos la condición de la perfectibilidad ; por-
que, desengáñese, sin la poesía bajo alguna de sus for-
mas, el progreso, la abstracción y la perfectibilidad
son imposibles. Así se ve que los castores, las hormi-
gas y las abejas fabrican sus casas, hacen sus provi-
siones, trazan sus exágonos y destilan la miel lo mis-
mo hoy que al principio del mundo, lo mismo mañana
que hoy, sin dar un paso adelante. ¿Por qué? Porque
les falta la poesía que satisface a la aspiración de lo
mejor, de lo ideal, que es el resorte poderoso de la
perfectibilidad humana. Su aspiración prosaica me
XXXII CARTA-PREFACIO
trae a la memoria en este momento los versos de uu
poeta español del siglo pasado :
" Dura resolución desesperada
" Labrarse un molde en que vaciar la vida,
" Sin que se altere de la estampa nada. "
Los espartanos pretendieron también extirpar la
poesía del corazón, y lograron fabricar un molde arti-
ficial para dar una nueva forma a la naturaleza hu-
mana; ¿y qué consiguieron? Destruir el libre albedrío,
arrebatar a la inteligencia el atributo más bello de la
divinidad, despojar a la humanidad de sus amables
virtudes, sin extirpar, sin embargo, esa poesía colec-
tiva, a despecho del mismo pueblo que la rechazaba,
pue, como lo ha observado Tocqueville, es el signo ca*
racterístico de la poesía democrática. La república de
Esparta no es, por otra parte, sino un engendro de la
imaginación poética de Licurgo, que concibió una aso-
ciación en su cabeza, la formuló en un poema que lla-
mó leyes, y fanatizado por su idea, como Saint-Simon
y Fourrier en nuestros días, dio su vida a trueque de
ver realizada su teoría, hija más bien de la fantasía
que de la observación de la naturaleza humana.
A pesar de tantas precauciones, la música y la
poesía tenían un culto secreto en el corazón de aque-
llos austeros ciudadanos, dispuestos a morir por sus
santas leyes; y la prueba de esto es que allí fué donde
se añadió una cuerda más a la lira, lo que valió un
destierro perpetuo al inventor, bajo el pretexto de que
tales armonías convidaban al pueblo a la molicie. La
lira se encargó de su venganza.
Años después, los de Esparta, en guerra con los
Mesenianos, pidieron auxilio a Atenas. Esta República
les envió por contingente un poeta armado de una lira.
El poeta se llamaba Tirteo. Sus himnos guerreros en-
cendieron el entusiasmo en todos los corazones y tem-
plaron la fibra viril del pueblo abatido por la derrota,
que voló con decisión a la batalla. Rotos los escuadro-
nes de Esparta, los dispersos oyeron a su espalda la
voz robusta de Tirteo, que se acompañaba con la lira
encordada por los Espartanos, y volviendo caras, con-
quistaron de nuevo el lauro de la victoria, probando a
sus enemigos que la poesía, lejos de convidar a la rao-
CARTA-PREFACIO XXXIII
lieie, sabe exaltar lo que hay de más noble y de más
sublime en el corazón humano. Por esto, el mismo Li-
curgo se vio obligado a confesar que el triunfo de La-
cedemonia se debía a Tirteo. Los Lacedemonios, sal-
vados por la poesía, que en vano habían procurado
proscribir, dieron a Tirteo el título de ciudadano, y
promulgaron una ley para que en adelante sus poesías
fuesen recitadas a los ejércitos de la república, reuni-
dos en torno de la tienda de campaña de sus gonerales.
A usted, a quien veo muy propenso a seguir el
ejemplo del éforo espartano, puesto que, según dice,
la poesía es hija de la impotencia y la pereza, bueno
es predicarle con estos ejemplos elocuentes que echan
por tierra todas las teorías, que con la mayor seriedad
llama cosas prácticas. Y ya que andamos viajando
por la antigua Grecia, no abandonaremos este pa's en-
cantador, cuyos laureles nos quitan el sueño, sin haber
hecho otra excursión por su historia. En una carta
que nada tiene de geográfica, son permitidos estos pa-
seos caprichosos, en que la imaginación gusta extra-
\iarse por los senderos floridos que se abren ante sus
pasos, aunque ignore a dónde van a parar.
La palabra poesía se deriva del griego, y si he-
mos de dar crédito a los filólogos, significa "crear",
"componer", "fabricar", "hacer", "construir"; en
fin: es una verdadera palabra enciclopédica, que repre-
senta dignamente a la potencia creadora por excelen-
cia, que a la manera del Creador sobre el barro, sopla
sobre una idea invisible, le da forma y vida, y la in-
mortaliza por los siglos de los siglos, sin el auxilio de
la reproducción.
Marmontel pretende que allí donde esa palabra
tuvo su origen, fué donde nació la poesía. La historia
desmiente esta hipótesis: la poesía nació con el hom-
bre, y el idioma rítmico fué el primero que vibró en
sn labio balbuciente, como el gorjeo es el primer so-
nido que sale de la garganta de las aves. Si el hombre
210 fuese perfectible, habría hablado eternamente en
verso, como el pájaro, que por no ser susceptible de
aprender a hablar, se ha quedado con su lenguaje pri-
mitivo, sin poder alcanzar hasta la prosa, que es, como
lo observa Michelet, la última forma en que se concre-
ta el pensamiento humano. ¿Y quién nos dice que por-
<tue el pájaro no pronuncie palabras como el hombre,
XXXIV CAETA-PREFACIO
310 hay poesía en su canto? ¿,Qué otra cosa es la poesía
smo la queja tierna o dolorida, la vibración armónica
de cada organización, las emociones o las ideas íntimas
que se convierten en sonidos al pasar por los labios,
como el viento al pasar por las arpas cólicas? En este
punto estoy de acuerdo con Calderón, que dice que el
pájaro es poeta, susceptible de pensar y de sentir, y
l>or lo tanto de hacerse comprender en el lenguaje que
le es peculiar. Cito los versos en que así lo da a en-
tender, porque son admirables y dignos de un gran
poeta :
Y con acento suave
Se queja una simple ave,
Y en amorosa prisión
Así aliviarse pretende;
Que al fin la queja se entiende
Si se ignora la canción.
Pero dejando aparte esta profunda cuestión fisio-
ornitológica, de lo que no h&y duda es que el verso
precedió a la prosa, y sus más antiguos monumentos
así lo atestiguan. Esto se prueba con la historia de los
tiempos primitivos.
El Egipto, cuna de la civilización del mundo, don-
de estudiaron la música Moisés y Pitágoras, tuvo en su
origen cantos para todos los trabajos, calculados para
reglar el movimiento de los trabajadores por medio del
ritmo, pues sus habitantes, como grandes observadores
de la naturaleza, habían descubierto ya el fenómeno
fisiológico que se ha explicado en nuestros días, de
como la música y las canciones hacen sobrellevar por
más largo tiempo la fatiga con menos cansancio del
hombre. Este pueblo, que tenía sin duda el órgano de
la simetría, y que sujetaba al ritmo hasta los trabajos
de campo, las ceremonias religiosas y las revoluciones
de los astros, no puede haber hablado en sus primeros
tiempos otro lenguaje que el métrico ; y aunque ni los
Árabes ni los Griegos hagan mención de sus poetas,
esto no prueba que su modo de hablar dejase de ser
cadencioso, como el de todos los pueblos primitivos,
pues de esto a lo que propiamente se llama poesía, hay
una gran distancia.
Los primeros civilizadores de la Grecia fueron
músicos y poetas. Los sacerdotes, los sabios, los médi-
CAKTA-PKEFACIO XXXV
eos, los filósofos y los matemáticos, fueron los primeros
poetas griegos.
Anfión, por el poder irresistible de las armonías de
su lira, según cuenta la fábula, puso en movimiento
las piedras y levantó los muros de la ciudad de Tebas.
Orfeo, que hizo parte de la expedición de los Ar-
gonautas, cuyo viaje es tan cierto como el de Colón,
domesticó a las fieras con los blandos sonidos de su
lira, según cuenta la misma fábula. Aun cuando pue-
da ponerse en duda este milagro y el de Anfión, ahí
están sus Himnos de Iniciación para comprobar que
antes de que hubiese prosa, hubo un poeta. Ahí están
para mayor abundamiento los mitos y las poesías ín-
dicas, anteriores a las leyendas y a los himnos de Orfeo.
Homero y Hesiodo, su contemporáneo, que enno-
blecieron el dialecto jónico, resumieron en sus poemas
toda la civilización del mundo, concretaron todo un
ciclo histórico, y ensanchando los límites del corazón
y de la inteligencia, pusieron al hombre en relación con
todos los objetos de la naturaleza de que estaba ro-
deado.
Sólo ochocientos años después de Orfeo, y cuatro-
cientos años después de Homero y Hesiodo, apareció
por primera vez la prosa en Grecia, en el año 600 (an-
tes de J. C). Según algunos eruditos, el honor de esta
invención correspondería a un indio llamado Bidpai;
según otros, a un esclavo frigio llamado Lokman, que
no falta quien diga que es el mismo Esopo. Plinio^ sos-
tiene que la gloria de la prosa corresponde al filósofo
Ferecides, y a Cadmo de Mileto la de la historia. Otros
piensan con Strabón que debe darse la prioridad a
Cadmo. Ambas opiniones encontradas convienen em-
pero en un punto, y es, que tanto la prosa de Cadmo
como la de Ferecides, su contemporáneo, eran todavía
una imitación del lenguaje poético, consistiendo toda
su innovación en romper la medida del verso.
Pitágoras, la cabeza más matemática que haya
producido el mundo, sin excluir la de Pascal, continuó
pensando en verso, y en verso continuó hablando a sus
discípulos, que en sus "Versos Dorados" nos han trans-
mitido las lecciones de aquel gran maestro y de su
inmortal escuela.
Hasta la época de Platón no se acreditó la prosa
entre los filósofos griegos.
XXXVI CAETA-PllBFACIO
Los latinos no conocieron la prosa sino 307 años
después de la fundación de Roma, en que con motivo
de una arenga pronunciada ante el Senado por Apio
Caecus, para excitarlo a que no hiciera aUanza con
Pirro, se introdujo el uso de este lenguaje en la vida
civil.
Los Árabes no escribieron en prosp iiasta el siglo
VI de nuestra era, es decir, bajo la, üominación de Ma-
Iioma; y en Irlanda no se uizo uso de ella hasta el
siglo XII.
Basta lo dicño para demostrar que la poesía pre-
cedió a la prosa, y que ésta no es otra cosa en reali-
dcid que el verso roto y descompuesto, ajustado a otra
cadencia más grave y menos vibrante.
Aquí tiene usted como al descomponer los versos
y ensartarlos unos tras otros, no ha hecho otra cosa
que plagiar a los primitivos prosadores, repitiendo, sin
sospecharlo, uno ele los pasos más gigantescos que ha-
ya dado el lenguaje universal, cual es la transición del
verso a la prosa.
Pero lo que en los antiguos era un progreso, en
usted es un retroceso; y para demostrarle claramente
€sto que parecerá una paradoja, necesito entrar en al-
alinos detalles técnicos sobre la versificación.
En las edades primitivas era más fácil hacer verso
que prosa, porque el lenguaje métrico era para el hom-
bre lo que el canto para el pájaro, en razón de que,
fundándose los idiomas primitivos sobre sonidos imi-
tativos, eran más sonoros, más armoniosos, más ricos
en su pronunciación, y todas sus palabras, a la manera
de esas tres notas musicales que de cualquier modo que
se combinen producen una melodía, de cualquier modo
que se mezclasen, siempre daban por resultado un ver-
so. Eran también, si así puede decirse, más pintores-
cos, pues, como lo observa un crítico español, "los so-
nidos prolongados más bien que articulados, de que
están llenas las lenguas salvajes, parecen más propios
para conmover la imaginación pintando, que p-^ra ha-
blar al entendimiento definiendo". En tales id'omas,
lodo el artificio del verso — si es que artificio había —
consistía en la medida de las partes y en los tiemp-^s
de la pronunciación. La inspiración era todo; el verbo
no S3 había encerrado todavía — según la expresión de
Nodier — en el tubo de una pluma.
CAETA-PEEFACIO XXXVÍI
Como, entre los antiguos, la música y la poesía es-
taban identificadas, pues, según dice Strabón, "hablar
y cantar era lo mismo en otro tiempo", el ritmo go-
bernaba a la melodía. Cada sílaba tenía un sonido y
una duración determinada, y la división de las sílabas
en largas y breves había asimilado completamente el
ritmo poético al ritmo musical. Así es que en Grecia,
el descubrimiento de un nuevo metro daba por resul-
tado inmediato la invención de una nueva música, y
las escuelas musicales que conocemos con los nombres
de "dórica", "lidia", "frigia", "jónica" y "cólica",
no estaban fundadas sino en la diversidad de metros,
siendo los sonidos radicales exactamente los mismos.
Cada verso estaba dividido en cierto número de com-
pases, a que damos todavía el nombre de pies, y cuya
pronunciación, alternada dentro de tiempos iguales,
producía la cadencia acentuada que venía a herir el
oído periódicamente, cualquiera que fuese la diversi-
dad de los sonidos. El movimiento alternado de las
sílabas largas y breves o viceversa, y la combinación
armoniosa de los pies o compases, era lo que producía
la diversidad de metros, la cual fué muy considerable
entre los Griegos y Romanos. Debido sin duda a ese
sentimiento de la armonía que se desarrollaba con el
hombre, y que dejaba libre la imaginación para re-
montar su vuelo, es que las edades primitivas hayan
producido poetas tan sublimes como Homero y como
Job, poetas que no serán igualados jamás, a menos que
la humanidad vuelva a encontrar la rica prosodia de
Jos primeros tiempos y la frescura de las primeras im-
presiones.
Hoy sucede todo lo contrario. Es más fácil ha-
blar y pensar en prosa que cantar en verso, habiéndo-
se multiplicado las dificultades de la versificación, así
por la complicación del nuevo sistema métrico cuanto
por las abstracciones de que las lenguas modernas se
han impregnado, al absorber tantas ideas nuevas y com-
plejas como han surgido de la mente humana. La rica
prosodia de los idiomas onomatopéyicos ha desapare-
cido en los idiomas modernos, y con ellos el ritmo y
la cadencia de la versificación primitiva, falta que ha
sido necesario suplir con la invención del actual siste-
ma métrico, cuyos recursos armónicos consisten en pe-
ríodos musicales, marcados por consonantes o asonan-
XXXVIII CAETA-PEEFACIO
les, acentos y apoyaturas, arte completamente desco-
nocido de los anti^os, porque esto era totalmente
inútil, desde que el ritmo suplía ventajosamente la
rima. Los provenzales fueron los primeros que se die-
ron cuenta de la dificultad de distinguir las sílabas en
largas y breves, como lo hacían los antiguos, y los que
a imitación de los Árabes (a lo que parece), sacando
partido de una lengua enérgicamente acentuada, com-
binaron hábilmente las acentuaciones haciéndolas al-
ternar con las sílabas no acentuadas, y añadiendo el
ornamento de 1í rima, produjeron en su conjunto un
movimiento análogo al del verso antiguo, aunque, por
otra parte, cada sílaba dejó de tener su valor musi-
cal, como sucedía anteriormente. Tal es la teoría de
la cesura que divide el verso en dos partes de un mo-
vimiento uniforme o acompasado, dando al oído un li-
gero descanso que romj^a la monotonía, de lo que pro-
viene que versos de un mismo niimero de sílabas difie-
ran tan notablemente entre sí. La colocación respectiva
de los acentos y apoyaturas decide del movimiento del
verso : así es que hay varias clases de versos endeca-
sílabos, cada uno de los cuales representa en realidad
un metro distinto, fenómeno prosódico que no todos
los poetas españoles han observado, y que es a la mé-
trica lo que el contrapunto a la música.
Tales son las leye>s de la versificación moderna, a
las cuales se han sometido las lenguas del mediodía de
la Europa, a excepción de la francesa, como lo observé
antes. En esta última el esfuerzo de la pronunciac'ón
está repartido igualmente entre todas las sílabas, sin
que el acento marque el sonido capital de cada palabra,
de lo que pi'oviene el martilleo monótono de sus versos,
martilleo que Víctor Hugo ha pretendido corregir por
el corte del alejandrino, asimilándolo en cierto nodo a
la prosa, que es lo mismo que los españoles — ^y entre
ellos Moratín y Jovellanos — han hecho con el verso
blanco.
El autor de "La Literatura del Mediodía do Euro-
pa" desenvuelve esta teoría prosódica: "En nuestra
poesía moderna, las sílabas no son consideradavS por lo
que respecta a su duración solamente, sino también en
cuanto a sus acordes; y esas vocales, ya ligeras, ya sen-
sibles o sonoras, no pasan desapercibidas cuando la ri-
ma las hace esperar y determina su situación. ¿Qué se-
CAETA-PKEFACIO XXXIX
ría de la poesía proven;?;al, si no buscásemos en ella más
que el pensamiento, tal cual puede reflejarlo una prosa
lánguida? Había en ella algo más que el simple sentido
de las palabras, cuando el trovador armonizaba su bello
lenguaje con los sones melodiosos de su arpa; ciiaado
la inspiración guerrera le suministraba rimas enérgicas,,
ue'rviosas y resonantes; cuando expresaba la eixibria-
guez del amor por medio de sonidos tristes y voluptuo-
sos. La prosodia, del mismo modo que la rima, se acor-
daba con las emociones de su alma mucho mejor que el
sentido de las palabras; la acentuación repetida y pre-
cipitada, que golpeaba cada segunda sílaba en los veí-
sos yámbicos, parecía corresponder a las pulsac,iones
de su corazón y al movimiento del alma. Así fué cómo
por medio de esta sensibilidad exquisita de las impre-
siones musicales, y de esta organización delicadísima,
inventaron los trovadores un arte de que ellos mismos
no podían darse cuenta, y cómo, con el auxilio de una
nueva armonía, lograron comunicar' esa emoción del al-
ma, que todos los poetas han buscado, y que no pueden
encontrar sino siguiendo las huellas de esos inventores
de nuestra prosodia."
La rima y el acento : he aquí, pues, los dos pilares
en que se columpia suavemente el verso, he aquí las dos
líneas pronunciadas que lo separan del verso antiguo,
y la causa de que sea tan difícil hablar y pensar en ver-
so en nuestros días. Esta dificultad es tal vez la causa
de que el mundo, después de la aparición de la prosa, y
después de la extinción de los idiomas muertos, haya
producido un número tan limitado de grandes poetas,
todos los cuales han quedado siempre muy abajo del
original, incluso Virgilio, que es un reflejo de la poesía
primitiva, hasta que el Dante, con una lengua nueva,
creó una poesía nueva. Pero estas nuevas dificultdes im-
puestas al lenguaje poético, si por una parte han dismi-
nuido el número de los que pueden hablar en verso, por
otra parte han servido eficazmente a su adelanto, dán-
dole ese resorte poderoso que hace que el pensamiento
se escape con más potencia a medida que más se recon-
centra. La rima, que Madame Stáel llama "el eco del
pensamiento", ha contribuido no poco a templar la poe-
sía, que de otro modo sería un lenguaje lánguido y des-
colorido; y así se observa, estudiando las obras de los
buenos poetas, que huyen con cuidado de emplear con-
XL CAKTA-PEEFACIO
sonantes vulgares para expresar pensamientos sublinies,
y que muchas veces la rebusca de un consonante original
imprime a la idea una novedad inesperada y abre a la
imaginación nuevos horizontes, que de otro modo la
inteligencia no habría entre^^sto.
Los que crean ver en esos accesorios de la poesía
las ornamentaciones plásticas de un arte en decadencia,
se equivocan sobremanera; desde que, como se ve, esos
accesorios de la poesía son parte integrante de ella, co-
mo los nervios de la estructura del cuerpo humano. La
fuente de la poesía no se ha agotado aiín, bien que los
poetas de estos tiempos no vayan a beber la inspiración
en las ondas de Helicona, y la lira del clásico Apolo es
un instnimento que está muy lejos de haber dado todas
sus armonías. Como lo observa D'Ampere: — "todo en
este mundo tiene su colocación, y la poesía consen'^ará
eternamente la suya. Siempre habrá una necesidad de
ideas, una aspiración hacia un mundo superior, que ca-
da día será más difícil satisfacer, y a la cual no podrán
jamás bastar ni las altas abstracciones del pensamiento,
ni los curiosos resultados de la ciencia, ni los descubri-
mientos de la historia.
Hay que pintar todavía los nuevos sentimientos que
desenvuelve el progreso de los siglos; y hasta las gran-
des ideas de la ciencia, las \ñda.s elevadas de la filosofía,
de la historia, tienen su poesía, y esta poesía está por
crearse. Existe para la humanidad un océano de entu-
siasmo que está muy lejos de agotai'se." Sería una in-
sensatez empeñarse en romper ese instrumento, cuya
escala no tiene término, cuyas notas son infinitas, y que
todavía no ha recorrido una mínima parte del diapasón
de las pasiones.
Pero observo que el sendero florido que seguíamos
nos ha llevado a la frontera del antiguo Egipto. Yolv'a-
mos hacia atrás en busca de nuestra querida Grecia,
que todavía no he agotado el tema, y en ella hemos de
volver a encontrar al Egipto. — Hablábamos de Homero.
Para Yd. la epopeya de Homero es un monólogo
estéril y sublime. Pues bien: ese monólogo estéril y su-
blime es el resumen de la cosmogonía y de la filosofía
sacerdotal del Egipto, cuna de la civilización del mundo.
Así dice el erudito don Agustín Duran, que "Hesiodo y
Homero, creadores de la epopeya griega, formaron sus
poemas, redactando con sus fábulas todo el sistema po-^
I
CARTA-PREFACIO XLI
lítico, filosófico y i'eligipso que constituye el espíritu de
los pueblos progresivos, bajo cuyos auspicios marcha
aún la sociedad europea." No es de extrañar que eu vis-
ta de una obra tan vasta y tan su])limc, muchos hayan
dudado de la existencia de Homero — entre ellos Vico,
en su "Scienza Nuova" — acreditando la hipótesis de
que la "Iliada" y la "Odisea" se componen de una se-
rie de cantos populares, que transmitidos de siglo en
siglo por la tradición oral, que adicionados con nuevos
cantos al pasar por la boca de cada generación, llegaron
a formar esos dos libros inmortales, cuyo verdadero au-
tor es todo el pueblo griego. Cuando hablemos del' 'Ro-
mancero" español se vei^á que la hipótesis no carece de
fundamento racional; pero por ahora, sea que Homero
haya existido o no, para el fin que me propongo es lo
mismo, puesto que con este ejemplo le demuestro, hasta
la última evidencia, que no sólo el lenguaje poético sino
la poesía más sublime fué la primera manifestación de
la inteligencia humana, el primer molde en que se va-
ció el verbo hecho hombre para redimirnos del cautive-
rio de la ignorancia.
Si esto no le bastase para convencerse de la verdad
de mi tesis, oiga a los genios investigadores que han
compulsado los documentos escritos de la antigüedad, y
le dirán que el "Veda" enigmático de los Bractnanes,
las tradiciones pérsicas de les Güebros, el Zend Aves-
ta" de Zoroastro, los libros de Osiris, el "Koran", y el
"Edda" de los Escandinavos, fueron escritos, "en un
lenguaje métrico y sentencioso", así como el "Génesis"
y los demás libros poéticos de la" Biblia"; y que los
Frigios y los Licios, en la extremidad occidental del glo-
bo, lo mismo que los Túrdulos y Turdetanos en el me-
diodía de la Europa — segÚ7i lo dice Strabón y lo repite
Humboldt — redactaron en verso sus leyes, a las cuales
asignaban una antigüedad de seis mil años.
6 Cómo, pues, habla con tan poco respeto de la poesía
que hizo surgir la luz de la inteligencia, el mundo moral
de las ideas, del caos sin forma ni color de las masas iner-
tes de nuestro ser material?
¡Arrodíllate, pecador, y pide la absolacicn de tu
blasfemia, a los pies de esa madre misericordiosa, que
se llama poesía, y de cuyo seno mana la leche y la miel
con que alimentas tu alma!
Pero no : antes de vestir la candida túnica de los
XLII CAETA-PEEFACIO
neófitos, volvamos a la Grecia por la última vez, y es-
tudiemos el mágico poder de la poesía en uno de sus más
grandes pueblos y de sus más grandes hombres: Atenas
y Solón.
Los atenienses, después de haber sido batidos por
los de Megara — ciudad dórica — decretaron la pena de
muerte contra todo el que hiciera una moción para re-
tornar a Salamina. Algunos años después, un poeta hizo
llorar' al pueblo con el relato de las desgracias de Jonia,
y el poeta fué multado por el tribunal, imitando en esto
la crueldad de Esparta al desterrar al que encordó la
lira .
Solón, comprendieudo todo el par-tido que podía sa-
carse de la poesía para imprimir al pueblo un movi-
miento eléctrico y sublime, haciéndose el insensato, in-
fringió el decreto sobre Salamina, entonando en la plaza
piiblica un cántico guerrero, por medio del cual el fu-
turo legislador, cual otro Tirteo, logró encender el en-
tusiasmo popular. El pueblo pidió a gritos el ataque
de Salamina, y Solón, haciéndose general eu jefe, y
cambiando la lira por la espada, tomó a Salamina a la
cabeza de quinientos hombres.
Al dejar par'a siempre las playas de la Grecia, yo
le impongo por todo castigo que coloque ese lauro mi-
litar sobre las sienes de la poesía, para que otra vez se
mida un poco antes de calificar de estéril a la que tantas
ideas sublimes y tantos sentimientos nobles ha sabido
producir.
No es éste y el de Tirteo el único lauro guerrero
que la poesía puede reivindicar para sí.
Dando un salto al ti^aves de los siglos, trasladé-
monos a la risueña Italia, que Vd. ha visitado con re-
ligioso respeto, según nos cuenta en sus "Viajes".
Si es que ha leído la historia del mediodía de la
Europa, debe acordarse que el emperador Luis II, cau-
tivo del duque de Benevento, debió su libertad a una
canción compuesta por sus soldados. Esta canción, que
es el monumento más antiguo de la baja latinidad re-
unió en torno de la bandera caída del monarca a sus an-
tiguos soldados dispersos por toda la Italia, que mar-
chando valientemente contra Adelghiso, duque de Be-
nevento. lograron rescatar de su cautiverio al ilustre
prisionero. Sin la poesía, la humanidad contaría esta
CAETA-PEEFACIO XLIII
acción generosa de menos en el catálogo de los grandes
hechos que la honran y dignifican.
¿Quién ignora la influencia que la poesía tuvo en
la batalla de Ilastings? La historia nos cuenta que pró-
ximos a chocarse los ejércitos de líaroldo y de Guiller-
mo el Conquistador, un caballero normando, dando
espuelas a su caballo, entonó entre los dos ejércitos el
célebre canto car'lovingiano, que conocemos desde aquella
época con el título de "Canción de Rolando", y que es
la más hertuosa epopeya de la edad media. El poeta, al
presentar el ejemplo del paladín de Roncesvalles, y evo-
car los gloriosos nombr'es de Cario Magno, de Olivierio
y de Turpín, logró inflamar el entusiasmo de los nor-
mandos, excitándolos a vencer o morir, y por eso vencie-
ron, repitiendo en coro la "Canción de Rolando". Dan
testimonio de esto el poeta Wace, y los historiador'es
Guillermo de Malmesbury, Mateo de París, Ralph Hy-
den, Alberico y Mateo de Westminster.
La influencia de la poesía no fué menos decisiva
en la revolución de los Países Bajos. Es sabido que el
alma de esa revolución fué el famoso Marnix de Sain-
te Aldegonde, político, escritor, orador, teólogo, renom-
brado diplomático y uno de los célebres hombres de
guerra de sus días. Pues bien: cuando el duque de Al-
ba ocupó los Países Bajos en 1569. degolló 18.000 hom-
bres y proscribió 100.000. El príncipe de Orange, a la
cabeza de 24.000 hombres, no pudo triunfar del te-
rror, y fué vencido sin combatir. Es entonces que Mar-
nix escribe en el destierro el canto nacional, que se ha
perpetuado hasta nuestros días, con el título de
"Wilhelmus Lied" (Canción de Guillermo). Con esas
estrofas en los labios, se sublevó un pueblo en masa,
se levantó el entusiasmo guerrero y religioso, se triun-
fó del terror, y se inauguró una nación que combatió
sin tregua cien años por su independencia, entonando
el himno varonil, que, como dice Edgar Quinet, " es
una meseniana bíblica, que dio su ritmo a la revolu-
ción, y por el cual los escritores del siglo XVI llama-
ron a Marnix "nuevo Tirteo" ("alterum quasi Tir-
teum"). Este gran poeta, profeta de la nación neer-
landesa, es el mismo de quien ha dicho el austero Bay-
le que cada verso de sus canciones valía por un libro ;
el mismo que redactó la constitución de las Provin-
cias Unidas y tradujo en verso la Biblia, que es la
XLIV CARTA-PREFACIO
fuente de la lengua holandesa, siendo otra rara coinci-
dencia, que también sea un poeta el creador de un idio-
ma, cuya raíz y genealogía es necesario buscar en la
poesía. Dan testimonio de todo esto las crónicas y
memorias de la época.
Pero ¿para qué ir tan lejos? ¿No hemos sido tes-
tigos del poder mágico de la Marsellesa en nuestros
días? ¡Cuántas victorias, cuántos valientes de menos
contaría el pueblo francés, sin ese canto bélico que ha
dado la Aoielta al mundo !
Hasta los tiranos y los conquistadores han recono-
cido el poder irresistible de la poesía, persiguiendo
con más encarnizamiento a los poetas que a los solda-
dos en armas. Testigo de ello es Eduardo I, conquis-
tador del país de Gales, el cual hizo degollar a todos
los bardos de la comarca por consolidar su conquista,
porque temía con razón que, mientras hubiese un arpa
pulsada por ellos, mientras sus inspirados himnos re-
sonasen en aquellas agrestes montañas, el recuerdo de
Ja antigua libertad no moriría en sus habitantes, y que
las armas serían impotentes para vencerla. Muertos
los bardos, la conquista se consolidó. Esta es la catás-
trofe que Thomas Grey ha cantado en versos memo-
rables.
No quiero abusar de mi superioridad en este pun-
to, y guardándome otras muchas citas históricas que
mantengo de reserva en mi cartera, me contentaré con
recordar otro ejemplo del mismo género. ¿Quién su-
blevó el espíritu teutónico del nacionalismo germánico
contra la intervención napoleónica en Alemania?
¿Quién, sino la falange de poetas, a cuya cabeza
se puso Koerner, el intrépido Tirteo del siglo XTX que
murió atravesado de una bala al frente de su Regi-
miento de Cazadores, entonando el himno marcial con
que había reclutado sus soldados ? ¡ Niegue ahora el
poder de la poesía!
Si prescindiendo de la parte rítmica de la poesía,
y no contando para nada los progresos que ha hecho
hacer a la civilización en el sentido de la filosofía y do
la cosmogonía, pasamos igualmente por alto la influen-
cia irresistible que ejerce sobre los móviles que impul-
san al hombre al sacrificio generoso de la vida, y des-
cendemos a considerar la poesía como instrumento de
adelantos filológicos, ¡vamos a ver que sin el auxilio-
CAKTA-PEEFACIO XLV
de la poesía los idiomas modernos serían los más bár-
baros del mundo !
Ya le he demostrado que la prosa fué hija de la
poesía. Ahora voy a demostrarle que la prosa ha he-
cho progresos, alumbrada por la antorcha de la poe-
sía, que ha sido para ella la columna de fuego que la
ha conducido hasta la tierra de promisión.
Dejemos a un lado los idiomas de la antigüedad,
y las lenguas teutónicas, y estudiemos tan sólo los cua-
tro principales idiomas que fluyeron como cuatro rau-
dales del seno del latín, en el momento en que de la
descomposición del mundo romano surgían los ele-
mentos de una nueva civilización.
El italiano era un dialecto vulgar cuando el Dante
se sirvió de él para escribir su "Divina Comedia",
que a la par de la más grandiosa epopeya de los tiem-
pos modernos, es la fuente del idioma más puro y más
armonioso de la raza latina. El Petrarca ornamentó,
dio elasticidad y clasificó en cierto modo la lengua dig-
nificada por el Dante, cambiando hasta cierto punto
su esencia, como lo dice Sismondi, y legó a su patria
un idioma digno de rivalizar con los de Grecia y
Roma. Los poetas que se han sucedido, dieron la úl-
tima mano a la obra iniciada por los padres de la poe-
sía italiana. Así. queda establecido que el idioma ita-
liano es hijo de la poesía, y esta creación bastaría por
sí sola para inmortalizar a su progenitor, y desmentir
las imputaciones de esterilidad que se le hacen.
¿Cuál es el origen del francés moderno? Por su-
puesto que la fuente original es el latín, que por es-
pacio de cinco siglos estuvo depositando en el fondo
de las poblaciones los materiales de los nuevos idio-
mas que debían reemplazarlo, y que hasta hoy son co-
nocidos con el nombre de lenguaje-romance, y del cual
dice Sismondi que "circunstancias accidentales, más
bien que diversidad de razas, han dado origen a la di-
ferencia que se nota entre el portugués, el español, el
provenzal, el francés, y el italiano, cuyo fondo común
es el latín." Las Galias, después de haber perdido su
idioma indígena (el celta), el cual ha llegado hasta
nuestros días refugiado en la antigua Armórica, se
hallaron — en el espacio que media entre el V y X si-
glo — divididas por los idiomas "franko", "theotesco" o
tudesco y el latín, y en una multitud de jergas y dia-
XLVI CARTA-PREFACIO
lectos, que al fiu se reconcentran en dos grandes frac-
ciones: el román provenzal o lengua de "Oc" (sí), y
el román-wallón o lengua de "Oil" o de "Oui" (sí).
Estos dos idiomas se repartieron la Francia. Al
Mediodía el provenzal, que pasó los Pirineos e invadió
la Navarra, dando origen al catalán; y al Norte, el
román-wallón, que modificado por los Normandos, dio
origen al francés actual, y fué el mismo que Guillermo
el Conquistador llevó a Inglaterra, y que bajo el rei-
nado de Hugo Capeto se hizo la lengua nacional.
El provenzal, que en el siglo X produjo millares
de poetas, dando a luz una literatura original que en
nada se parece a la griega ni a la latina, fué por el
espacio de tres siglos la lengua de la poesía y del can-
to en Europa, así como hoy lo es el italiano. Hoy es
una lengua muerta y sólo se conoce por los cantos de
sus trovadores.
El román-wallón, que también fué en su origen un ,
dialecto poético, aunque más áspero y seco que el pro-
venzal, produjo los ''troveros" o "trouvéres", que
no deben confundirse con los "trovadores" o "trou-
badours", que son provenzales. Son los troveros los
que primero compusieron los "fabliaux", y los "lais"
de amor.
A ellos también debe la Europa los romances ca-
ballerescos y las representaciones dramáticas ; y gra-
cias a. la poesía, la lengua francesa, tan pobre como
es, ha llegado a ser un idioma universal, el idioma de
la prosa por excelencia, pasando de las manos de Cor-
neille y de Racine a las de Pascal, que es el que tiene
la gloria de haber fijado esta lengua, complementada
por Voltaire, Montesquieu, Buffón y Rousseau y or-
namentada por Lamartine y Víctor Hugo.
El portugués dejó de ser jerga, y es hoy conside-
rado como idioma, gracias a las "Lusiadas" de Ca-
moens, que al inmortalizar a su patria con sus cantos,
inmortalizó a la vez la lengua materna, fijándola en
versos de bronce, para probar a las edades venideras
que el lenguaje que la poesía adopta por suyo, por
vulgar y pobre que sea, se sublima, se complementa y
se hace eterno con su solo contacto.
El español, que es el antiguo "romance", y que se
llamó así para distinguirlo del romano o latino, vino
al mundo bajo los auspicios de la poesía, y por medio
CARTA-PKEFACIO XLVII
de ella se generalizó, se perfeccionó, y se perpetuó de
generación en generación, hasta llegar a ser la lengua
de Cervantes y de Solís. El monumento más antiguo
del romanee castellano, es el "Poema del Cid", que en
este momento tengo ante mis ojos. Un poema fué, pues,
el núcleo de la lengua castellana que hoy hablamos,
y aunque no se conozcan las demás composiciones an-
teriores al siglo XII, en que este poema fué compuesto,
debe suponerse que fueron en verso, pues sólo por
medio de la cadencia métrica podían trasmitirse de
generación en generación, sin corromperse, los libros
fiados a la tradición oral, no habiéndose inventado to-
davía el uso del papel, siendo el pergamino carísimo,
y habiendo cesado de venir el papirus de Egipto con
motivo de la invasión de los Árabes.
Así, pues, la poesía desempeñó entonces el mismo
oficio que hoy está encomendado a la imprenta. Ella
fué la que se encargó de grabar en la mente las pro-
ducciones del idioma vulgar, dando a la memoria pun-
cos naturales de apoyo en el corte simétrico del verso
y en la repetición periódica de la rima, de tal modo
que, cuando una generación perdía un verso, la si-
guiente lo echaba al momento de menos.
Al "Poema del Cid" siguió la traducción del
"Fuero Juzgo", y el código de "Las Partidas", cuyo
autor, el célebre don Alfonso el Sabio, fué, como So-
lón, poeta al mismo tiempo que legislador. Sus canti-
gas y sus coplas de arte mayor, verdaderas joyas poé-
ticas, contribuyeron inmensamente a pulir el tosco
lenguaje de aquella época de barbarie.
Después vino el "Romancero", esa magnífica epo-
peya caballeresca, escrita por millares de autores, en
el curso de varios siglos, y cuya unidad de acción y de
lenguaje ha venido a demostrar prácticamente que la
" Ilíada" de Homero pudo haber sido compuesta del
mismo modo por la agregación sucesiva de los cantos
de diversos autores y edades. El "Romancero" es el
arca santa del idioma castellano, es una verdadera
gramática y su verdadero diccionario. Sin los cantos
del "Romancero", es decir, sin la poesía, la España
hablaría catalán, árabe, gallego o teothesco, y el mun-
do no poseería este idioma abundante y sonoro, que
según Carlos V, parece hecho para hablar con Dios.
Los progresos sucesivos del castellano fueron obra ex-
XLVIII CAETA-PREFACIO
elusiva de sus poetas, que lo pulieron y ornaron, im-
I)riniiéndole esos giros elípticos, valientes y atrevidos
que lo caracterizan, que llevan en sí el sello de la
inspiración poética. Puede decirse que Calderón y Lope
de Vega han hecho más por el idioma castellano que
toda la Academia Española desde su fundación,
¿Qué me dice ahora del monólogo estéril y subli-
me de esta musa, que después de obrar tantos prodi-
gios, vuelca su urna y derrama de su seno cuatro idio-
mas inmortalizados por la poesía, y que han sido por
espacio de cuatro siglos, los agentes poderosos de la
civilización moderna ?
Mucho podría decirse sobre la influencia de la poe-
sía en el desarrollo de las lenguas vivas de origen
teutónico, especialmente sobre el inglés, que debe a
{Shakespeare mucho de lo que vale; pero me limitaré
a apuntarle que el solo Milton introdujo en el lengua-
je vulgar más de seiscientas palabras nuevas ; y que el
alemán debe a sus poetas, especialmente a Lessing, a
Goethe y Schiller, la asombrosa flexibilidad que lo hace
tan propio para expresar las ideas más abstractas y
vaporosas, dándoles forma y color por un proceder
completamente poético.
No extrañará, pues, que a despecho de la oposición
de hombres como usted, la poesía haya conquistado
una alta posición, y que, en cada día que pasa, extien-
da y afirme más su imperio sobre la imaginación y
sobre las conciencias, invadiendo audazmente los do-
minios psicológicos. En este sentido, la poesía ha hecho
y hace más por la mejora y por el conocimiento ínti-
mo del hombre, que cuantos estudios filosóficos se han
emprendido. " El hombre y sus enfermedades invisi-
bles, lo que es y lo que debe ser ", tal es la intermi-
nable espiral en que asciende la poesía moderna, mar-
chando en torno de un eje sin encontrarse jamás sus
extremos. Así se ve que por lo que respecta al hombre
íntimo, ]a poesía inicia, la filosofía explica y la prosa
vulgariza, y que por esta triple operación llega a for-
mar parte del fondo del gran tesoro del sentido común,
lo que al principio se presentó como una brillante
]>aradoja. Y en esta carrera precipitada de las ideas,
mientras que la filosofía se entretiene en explicar, y la
prosa en vulgarizar la poesía, sigue su marcha ascen-
dente hacia la región de luz, mareando con una colum-
CARTA-rEEFACIO XLIX
na de oro el gran paso dado por la humanidad, y de-
jando muy atrás a sus auxiliares en la labor constante
del progreso.
Desde este punto de vista, la poesía puede conside-
rarse hoy como un método de enseñanza superior, que
coadyuva eficazmente al progreso moral en el sentido
de la Inglaterra y de los Estados Unidos, los pueblos
más progresistas del mundo, y los dos que con más te-
nacidad y valentía han perseguido el ideal en el terreno
del experimento. Estas dos naciones trabajan hace mu-
cho tiempo por mejorar la condición social por medio
de la mejora parcial de los individuos, a la inversa de
los alemanes, que pretenden regenerar a la humanidad
entera por medio de esos ensalmos universales, que se
llaman sistemas filosóficos; y a la inversa también de los
franceses, que hace sesenta años se agitan en el círculo
vicioso de las revoluciones, buscando instituciones ade-
cuadas al hombre, antes de haber formado los instintos
del hombre, o lo que es lo mismo, el hombre adecuado a
las instituciones.
La cuestión capital en Inglaterra y en los Estados
Unidos es la que se relaciona con las almas y las con-
ciencias. Así, se les ve contraer todas sus facultades a
la propagación de las sociedades morales que mejoran
las costumbres, al desarrollo de la libertad de pensar, a
la difusión de la instrucción primaria, que mejora la
condición del hombre, derramando con profusión por
el universo todo la palabra poética del antiguo y nuevo
Testamento. Por eso ha dicho un escritor norteamerica-
no: " Tenemos ya bastante ciencia popular ; lo que falta
a nuestros hijos son libros capaces de formar sus ins-
tintos." Este es el papel que desempeñan en la mejora
del género humano los libros de poesía, que, como se ha
dicho, son los que forman la conciencia de un mundo
mejor. Si ellos nos faltan, ¿con qué los reemplazaremos?
Dejando a un lado la poesía, y pasando a los poe-
tas, tengo que decirle cosas que le parecerán un poco
paradógicas, y que sin embargo no son menos positivas,
ni menos prácticas, que las anteriores.
Los hombres prácticos, serios y positivos, tienen
una manera muy singular de juzgar de la capacidad de
los demás hombres, y la Hamo singular, por no darle el
nombre de absurda. Cuando un hombre sabe cuanto hay
que saber en este mundo, o al menos tanto cuanto puede
L CARTA-PBEFACIO
aprender un hombre, y a más la poesía, dicen: "¡es
un poeta!" Y con esto queda condenado. De manera que
para que un hombre sea completo, es necesario que igno-
re la poesía, es decir, que desconozca al hombre moral ;
que no tenga el sentimiento de lo bello ; que carezca de
las facultades perceptivas de la armonía, que no haya
leído ni a Homero, ni a Horacio, ni a Dante, ni a Scbi-
Uer, ni a Shakespeare, ni a Lope de Vega, ni a Calderón,
ni a Lamartine, ni a Goethe o Víctor Hugo ; que no co-
nozca la historia literaria de los pueblos antiguos o mo-
dernos, que no le ande sobrando la imaginación, y que
sea incapaz de crear seres de la nada en el silencio de
la inspiración. Faltándole todos estos requisitas, es de-
cir, siendo un ser incompleto, puede contar por seguro,
cualquiera que responda a tales condiciones negativas,
que será proclamado como hombre positivo por el Areó-
pago de los hombres serios. Pero si sabe todo lo que ese
hombre puede saber, más la poesía, que supone otra
multitud de conocimientos, puede contarse por seguro
que será declarado, sin apelación, espíritu superficial.
¿Es serio este modo de juzgar?
Napoleón decía del poeta Corneille que, a haber
vivido en su tiempo, le habría nombrado su primer
ministro. Napoleón, que fué un gran poeta en acción,
a la manera de Alejandro, era digno de comprender
cuánta ciencia política había en el creador de esos
grandes caracteres de la antigüedad, en cuj^a boca ha
puesto palabras que han inmortalizado a su autor, y
que prueban que quien tan profundamente conocía a
los hombres, bien pudo atinar con el mejor modo de
dirigirlos.
¿Ha existido con relación a su tiempo un hombre
más sabio que Homero, si hemos de juzgarle por sus
obras? Astrónomo, geógrafo, erudito, filósofo, políti-
co, habla de la guerra con la precisión de Xenofonte,
describe los detalles culinarios como Careme en nues-
tros días, conoce perfectamente la mineralogía, y ha-
bla por la boca de Néstor y de Ulises con más buen
Bentido que nuestros titulados hombres de Estado. De-
bido a esto, hace treinta siglos que preside a los des-
tinos de la poesía, y que domina en todas las bellas
artes. ¿Qué le falta a los ojos de los hombres serios
para ser un hombre completo? No ser poeta, es decir,
uo haber escrito el libro más sublime que haya produ-
i
CAKTA-PKEFACIO LI
cido el ingenio humano, y por el cual el mundo que-
maría diez bibliotecas como la de Alejandría. ¿Esto es
serio? ¿Y qué diremos de Shakespeare? ¿Quién ha pe-
netrado más hondamente que él en los arcanos del
■corazón humano? ¿Quién con más sabiduría y más
profundidad que él ha sabido crear esos tipos inmor-
tales, que personifican las pasiones de tal modo, que
a no haber surgido de su mente, el hombre no se cono-
cería a sí mismo? Shakespeare, puede decirse, que, no
KÓlo nada de lo que tenía relación con el hombre le
era indiferente, sino que sabía todo cuanto al hombre
concernía. ¡Lástima que fuese poeta!, dirá usted, y
que en vez de escribir dramas, no haya empleado su
fuerza de voluntad en buscar alguna aplicación útil de
las fuerzas físicas, en vez de extasiarse en un monólo-
go estéril y sublime ! ¿ Esto es serio ?
Podría seguir bosquejando otra porción de cua-
dros del mismo género, por medio de rápidos perfiles,
pero la multiplicidad de ellos no probaría más que los
nombres de Homero, de Corneille y de Shakespeare,
a quienes tendríamos que clasificar de hombres incom-
pletos, si hubiésemos de juzgar con el criterio de los
hombres positivos, que cuando les presentan un libro
de poesía preguntan ''¿y esto qué prueba?" Esos tres
genios prueban, por lo menos, el poder del hombre
para comprenderse a sí mismo, y no es poco probar,
pues sin ellos no sabríamos de lo que somos capaces,
ni lo que somos moralmente. Las ciencias y las artes
nos han revelado o hecho presentir todo aquello que
podemos percibir o alcanzar por medio de los sentidos,
menos los límites del entendimiento, que, como dice
Leibnitz, es lo único que no entra por los sentidos.
Lo primero está fuera del hombre, corresponde a una
vida exterior que no es la suya. Lo segundo pertenece
ai hombre mismo, y, como lo dice Leroux, es la expre-
sión de su propia vida, o más bien, su propia vida que
se realiza y se idealiza comunicándose a los demás, y
esforzándose en eternizarse.
Puede objetarse, que por muy completo que sea
\in poeta, la preponderancia de la imaginación produce
en sus facultades un desequilibrio que lo hace poco ap-
to para los negocios prácticos de la vida. Esta es una
"vulgaridad desmentida por los hechos. Para poner de
manifiesto lo contrario, bastará decir, que si algún día
LII CARTA-PREFACIO
hubiese de escribirse el código del buen sentido prác-
tico, es a los libros de los poetas adonde irían a beber-
se sus principios.
El ser poeta no impidió a Solón ser el primer le-
g-islador de la antigüedad. El poeta Esopo representa
la moral del sentido común. Tito, no por hacer versos
dejó de ser un gran político y un gran guerrero. Sa-
lomón, a pesar de ser un gran poeta, es el tipo de la
sabiduría gobernando. Cicerón, que era poeta hablan-
do en prosa, ha escrito hermosos versos que lian llega-
do hasta nosotros. Augusto, el político más sagaz de la
antigüedad, hacía versos, y en versos lloró la muerte
de Virgilio, para salvar de la destrucción a la Eneida.
César y Bruto, la víctima y el matador, también hicie-
ron versos, qu.e depositaron en bibliotecas públicas :
poetas tan débiles como Cicerón, pero más felices que
él, pocas personas supieron que los hacían. Maquiave-
lo, que, a haber vivido en este siglo, se reiría de Ta-
lleyrand y de Metternich, era poeta. Cervantes, el buen
sentido hablando, era poeta, y Sancho Panza, el senti-
do común personificado, es una creación esencialmente
poética en contraste con la poesía.
Un político célebre, reconocido por uno de los pri-
meros oradores del mundo, el Lord Chatham, empezó
por hacer versos, como puede verae en Villemain. D.
Alfonso el Sabio, el hombre más práctico de su tiempo,
fué también poeta. Poeta fué también el marqués de
Villena, eminente hombre de Estado de su época. El
Dante bebió toda,s sus inspiraciones d,el conocimiento
pr'áctico que tenía de la vida y de los negocios público»
de su país. L'Hopital, "representante de la conciencia
iiumana", como le llamó Sainte-Beuve, hacía versos, Ha-
lley, el más grande astrónomo de la Gran Bretaña, amó
y cultivó la poesía, y en hermosos versos, que brillan
como astros al frente de los "Principios" de Newton,
celebró las sublimes ideas de su predecesor, hermanan-
do el cálculo con la inspiración. Grocio, el severo publi-
cista, es contado entre los poetas de su nación, y legó a
Milton el germen de su inmortal poema. Milton, que ha
escrito panfletos políticos, fué un hábil Ministro de Re-
laciones Exteriores, antes de ser el autor de "Paraíso
perdido". El célebre Bolingbroke fué poeta, y de poetaa
oe rodeó y aconsejó en la época en que la Inglaterra pe-
CAETA-PEBFACIO Lili
saba con todo su poder en la balanza de los destinos del
mundo.
Montesquieu, que tenía todas las cualidades brillan-
tes ded poeta, y que se extasiaba en leer a Ovidio, Mon-
tesquieu, el que encontró las tablas perdidas de los de-
rechos del hombre, también ha escrito poesías. Beau-
m.archais, el autor del "Barbero de Sevilla", fué un há-
bil negociante y un diplomático sagaz. Pocos hombres
han poseído en tan alto grado la ciencia del mundo y
el conocimiento del corazón humano, como el poeta
Moliere, cuyas obras valen por doscientos tratados de
moral. Voltaire, el representante del buen sentido de
Ja humanidad, fué un poeta, y como tal será estimado
en el futuro, cuando muy pocos lean sus obras en pro-
sa, Federico II, a pesar de ser un mal versificador, rin-
dió también culto a las musas, y sus composiciones
poéticas, escritas en la víspera de sus grandes bata-
llas, han sido recogidas por la historia y adoptadas por
la literatura. Canning, el hábil ministro que salvó la
Inglaterra, fué un poeta. Beranger, otro representante
del buen sentido universal, es uno de los primeros poe-
tas populares. Madame Stáel, una de las cabezas más
fuertes de nuestros días, era una cabeza eminentemen-
te poética. Rossi, profundo economista, el político se-
sudo, uno de los primeros jurisconsultos del siglo,
empezó su carrera literaria traduciendo en verso ita-
liano los poemas de Byron, por lo que ha merecido los
elogios del severo historiador Mignet. El mismo La-
martine, a quien por su calidad de poeta se le han
negado las facultades del hombre político, tuvo (con
todas sus deficiencias) la idea de la República cuando
todos vacilaban; pacificó la Europa con un manifiesto,
y en tres meses de gobierno hizo más y se mostró más
iiábil que el hábil Luis Felipe auxiliado por Thiers y
por Guizot, en el espacio de diez y ocho años. Entre
nosotros, Florencio Várela, el hombre de tacto políti-
co, el hombre de recto juicio y de tino práctico, era
también poeta.
De manera, que si los poetas pueden reivindicar
para sí la ciencia práctica y el buen sentido que por
la vulgaridad se les niega, los hombres positivos que
se enorgullecen de su ignorancia poética, deben conve-
nir, en vista de estos ejemplos, que son incompetentes
LIV CAETA-I'KEFACIO
para juzgar aquello de que no entienden, o no son ca-
paces de sentir.
Alejandro, Tácito, Sócrates, Platón, Herodoto, Na-
poleón, Tito-Livio, Colón, Bolívar, han sido poetas a,
su manera, y si no escribieron iDoemas, fué porque die-
ron otra dirección a las fuerzas poéticas de que podían
disponer. El primero, las aplicó a las grandes conquis-
tas civilizadoras; el segundo, a las pinturas dramáticas
que lo han inmortalizado. Sócrates y Platón presintie-
ron, por intuición poética, las sublimes verdades del
progreso moral. Herodoto es el verdadero rival de Ho-
mero, y Tito-Livio eclipsa muchas veces a Virgilio.
Para comprender la idea poética que hizo a Colón
descubrir el Nuevo Mundo, es necesario leer su "Diario
de Viaje", publicado por Navarrete, en el cual se ve al
visionario, al espíritu entusiasta, mirando con los ojos
del alma la tierra prometida de que se reían los espí-
ritus positivos. Además, es bien sabido que Colón hizo
realmente versos, habiéndose salvado algunos de loa
que le inspiró la musa cristiana en su ''Libro de las Pro-
fecías ' ' .
Bolívar, que carecía del genio metódico de la gue-
rra y de las cualidades sólidas del político equilibra-
do, derramó toda la poesía que rebosaba en su alma,
en brindis, proclamas, discursos, boletines y acciones
grandiosas dignas de la epopeya, procurando en esto
marchar tras la huella de Napoleón, poeta en acción,
cuyo genio militar se dilataba en presencia de las Pi-
rámides o evocando los recuerdos de la antigua Ro-
ma, y que se dormía bajo su tienda militar leyendo
a Corneille o a Ossian, como Alejandro, leyendo a Ho-
mero, derramaba lágrimas de dolor a la idea de que
lio tendría un poeta semejante que cantase sus haza-
fias.
¿Cuál es el reproche que los ingleses hacen a Ro-
berto Peel, el primer hombre de Estado de nuestros
días? Pues bien, le reprochan no haber sido poeta.
No se sonría: lea la biografía de Peel, escrita por D'Is-
raeli, el jefe del partido tory, y se convencerá de que
hablo formalmente. Todos convienen en que este re-
proche es merecido. Roberto Peel era un gran organi-
zador, pero carecía de esa facultad poética que se lla-
ma creadora, sea que ella se aplique a la composición
de un poema, o a los negocios de la administración' o
I
CARTA-PlíBFACIO LV
de la política. Nada de lo que Pecl ha hecho ha sido
creado por él, y aun la misma reforma comercial que
ha ilustrado su nombre, a la cual se opuso largo tiem-
po, fué, como se sabe, idea original de Cobden, caudi-
llo imaginativo de la Liga de Manchester. Sus refor-
mas sobre la Irlanda le fueron sugeridas por O'Con-
nell, el inspirado poeta de los "meetings" al aire libre,
a cuya palabra poética debe su redención un pueblo
que lo aclama su libertador. Si Peel hubiese poseído
la potencia creadora, es decir, si hubiese podido mere-
cer el nombre de poeta que se le niega, habría sido el
más eminente hombre práctico de nuestros días. No lo
fué porque faltó el segundo término, la potestad crea-
dora, que es el patrimonio de los genios poéticos, sea
que hagan o no versos. Así, pues, en los negocios prác-
ticos de la vida, las cualidades poéticas, lejos de ser
un inconveniente, constituyen una ventaja real y posi-
tiva, siempre que la imaginación no predomine de tal
modo, que sofoque todas las demás facultades del en-
tendimiento.
Ahora estudiemos al poeta por el lado de la serie-
dad. Generalmente se le considera como un hombre fri-
volo, que pasa su vida contando "sílabas" en vez de con-
tar "patacones", y que malgasta todo su talento en "pro-
ducir ficciones", en vez de llevar a cabo realidades. Dis-
tingamos. Hay dos especies de poetas : unos que se lla-
man "objetivos" y otros que llamaremos "sujestivos".
Los primeros son los que se asimilan todas las ideas poé-
ticas de los demás, identificándolas con las suyas pro-
pias, y que sin agotar su propia sustancia, las vuelven
modificadas y digeridas como si exclusivamente les
pertenecieran. Estas naturalezas artísticas pei'o frías,,
no se gastan jamás y producen siempre, y a ellas co-
rresponden Voltaire, sin inspiración, y Goethe, con nu-
men, que debieron a esta circunstancia el poder alcan-
zar una ancianidad serena. Los poetas por tempera-
mento, para quienes la poesía es una vocación, son co-
mo las lámparas : alumbran gastando en sus poemas
el aceite de la vida, y derraman en sus obras su propia
sustancia, apagándose muy temprano, como BjTon o
como Schiller.
Considerada desde este punto de vista, hay pocas
ocupaciones más serias que la del poeta, que en cada
sílaba, en cada verso, en cada estrofa, gasta tal vez
LVI CAKTAPBEFACIO
un minuto, una hora, un día de su existencia, vive en
un solo momento lo que otros en un año. Todo cuanto
el poeta describe o pinta lo ha visto, lo ha sentido, co-
mo el Dante vio las penas del infierno, y existe despa-
rramado en la creación, aunque los ojos del vulgo no
puedan percibir su armonioso conjunto. Los tipos in-
mortales creados por Rafael, no han existido ni exis-
tirán jamás; ¿son por esto una mentira? ¡Oh, no! ellos
son la idealización de la realidad, o, como se ha defi-
nido el ideal, "la expresión más alta de la verdad".
Tal es la poesía; y el poeta, su inspirado intérprete,
cuando de pie sobre la trípode del genio fatídico repi-
te las palabras misteriosas que susurran en su alma, sa
asemeja a la sibila de la antigüedad, que sólo entona-
ba el canto profético en medio de dolorosas convul-
siones.
En vista de todo esto, podremos decir, que tanto
]a prosa como la poesía son dos manifestaciones de la
palabra, son las dos formas de que se reviste el pen-
samiento, y que si la una es el fruto, la otra es la flor;
que sin flor no puede haber fruto, y que por lo tanto,
enredarse más en esta cuestión sería lo mismo que dis-
putar sobre si tiene más importancia la base que la
cúspide de la pirámide, o cuál fué primero: el huevo
o la gallina. Por lo que pongo aípií el punto final a
mi disertación.
He terminado, y sin embargo, apenas he desflora-
do el vasto campo de mi tesis. Podrían escribirse sobre
día muchos volúmenes, gastando tantas plumas de
diamante, cuantas yo he gastado de acero en esta car-
ta. Dejo a otros esa agradable tarea. A mí me falta
tiempo para ser literato, así como me ha faltado para
ser poeta, si es que hubiese podido serlo.
Hubo un tiempo en que fui poeta por vocación,
como Vd. me ha llamado en sus "Viajes"; y cuando me
acuerdo de esto, me digo a mí mismo, penetrado de
una profunda melancolía : " ¡ Y yo también viví en Ar-
cadia ! ' '
Las poesías que va a leer, fueron escritas casi to-
das ellas a la edad de veinte años. Entonces soñaba con
la gloria poética, y los laureles de Homero me quita-
ban el sueño. Pronto comprendí que ni podía aspirar
a vivir en la memoria de más de una generación co-
mo poeta, ni nuestra sociedad estaba bastante madura
CARTA-PREFACIO LVII
para producir un poeta laureado. Sin embargo, ese po-
co de poesía que Dios había depositado en mi alma,
lo he derramado a lo largo del camino de mi vida,
consagrándolo unas veces a mi patria, otras a mis ami-
gos, otras a las afecciones puras y serenas del hogar,
porque el que cuenta por seguro que sus versos no lle-
garán a la posteridad, debe ser generoso con su pe-
queño tesoro.
Tal es el origen de las pocas composiciones que he
escrito después de los veinte años. Hoy, hace tanto
tiempo que no hago versos, que creo que me he olvi-
dado de pulsar la lira, hablando en estilo metafórico
de mal gusto. Por eso amo las páginas que siguen, las
cuales reflejan algunos de esos dolores intensos y de
esos momentos solemnes de la última revolución contra
el tirano de nuestra patria, tiranía que, para honor de
nuestro culto, no ha contado un solo poeta entre sus
filas.
La tiranía se levantó, imperó veinte años en nues-
tro país haciendo rodar cabezas, y cayó al fin postrada
por sus propios excesos, sin que un solo poeta le que-
mara un grano de incienso, lo que prueba que la poe-
sía ha sido considerada entre nosotros como un verda-
dero sacerdocio, mientras que la prosa se prostituía
torpemente. Por este solo rasgo serían acreedores nues-
tros poetas a la corona cívica, aun cuando no fuesen
dignos de ceñir sus sienes con el lauro literario de
los grandes genios. En la antigua Roma, el despotis-
mo de Augusto tuvo por auxiliares la musa de Ho-
racio, de Virgilio y de Ovidio ; y la bárbara tiranía
de Nerón tuvo por aduladores a Séneca y a Lucano,
notables poetas de la decadencia latina. Entre nos-
otros, la tiranía de Rosas apenas ha merecido algunas
coplas vulgares, porque la poesía que tiene el senti-
miento de lo bello, huye de la fealdad moral, a la par
que se apasiona por la virtud y la justicia, que son un
reflejo de la belleza ideal sobre la tierra. Por eso, los
poetas del Río de la Plata han derramado en sus ver-
sos su amor a la libertad y su odio por la tiranía,
guiados siempre por ese sentimiento de lo bello, que
hace comprender cuanto hay de sublime y de hermoso
en la libertad y en la justicia.
Tengo otra razón más para odiar a Rosas, y la pu-
blicación de estas "Rimas" es mi venganza. Odio a Rosas,
LVIII CAKTA-PEEFACIO
no sólo porque lia sido el verdugo de los argentinos,
sino porque a causa de él he tenido que vestir las ar-
mas, correr los campos, hacerme hombre político y lan-
zarme a la carrera tempestuosa de las revoluciones sin
poder seguir mi vocación literaria.
Hoy mismo, en medio de las embriagantes agita-
ciones de la vida pública, no puedo menos de arrojar
lina mirada retrospectiva sobre los días que han pasa-
do, y contemplar con envidia la suerte de los que pue-
den gozar de horas serenas, entregados en brazos de
la musa meditabunda. Cuando esto me pasa, se me vie-
ne a la memoria un cuento que en otro tiempo me hi-
zo reir, y que hoy me hace suspirar, tal es la profun-
da verdad que encierra. Oiga el cuento, por fin de car-
ta: Un pobre pastor, hablando consigo mismo, se de-
cía: — i Ah ! ¡ si yo fuera rey ! . . . — Y bien, ¿ qué ha-
rías? preguntóle uno que le oía, sin él advertirlo. —
¿Qué haría? dijo el pastor, ¡Cuidaría mis ovejas a ca-
ballo! — Digo lo mismo. Si fuese rey, haría versos, por
el gusto de hacer versos... a caballo. Y sin embargo,
¡iís probable que en el resto de mi vida no haga una
docena de versos.
Bartolomé Mitre.
LIBRO PRIMERO
poesías patrióticas
LIBRO PRIMERO
POESÍAS PATRIÓTICAS
RECUERDOS DE BUENOS AIEES
¡ Oh patria, oh Buenos Aires ! ¡ oh sueño de mi vida !!
Como inmortal recuerdo reinas en mi memoria
Si evoco aquellos días de dicha promiisoria
Que en tu seno amor'oso, Buenos Aires, pasé.
Eecuerdo la ribera do a meditar yo iba
Y el árbol siempre verde que sombra me prestaba,
Recuerdo los momentos en que se deslizaba
Mi vida por un lago sereno de placer.
¡ Oh patria, oh Buenos Aires ! tú ocupas hoy la mente
De miles de proscriptos poi' tierras extranjeras,
De grandes ciudadanos a los que el ser tú dieras
Y vagan alejados del suelo de su amorj
4 KIMAS
Y tú eres para ellos el sueño de su vida,
Eres la blanca estrella que guía al peregrino,
Y en noche tempestuosa le enseña su camino
Como a^tro de los mares que alumbra al viajador.
En vano en los albores de una existencia estéril
Abandoné tus playas; no te olvidé por eso,
Como al dejar la bella que nos brindó su beso
Da más placer al alma pensar en él después.
Si atravesé los mares y recorrí los campos,
Si manejé la pluma o si empuñé la lanza.
Vivificado siempre por íntima espei'anza,
Jamás he sacudido tu polvo de mis pies.
Si leo algún escrito que nombra a Buenos Aires
Sus páginas exhalan magnético perfume,
Y todas las palabras mi mente las asume
Como el rocío puro que cae sobre la flor;
Y entonces se presentan a mi memoria triste
Tus torres, tus jardines, tus calles animadas,
Tu cielo hermoso y puro, tus playas dilatadas,
Tu río, tu horizonte, tus lunas y tu sol.
¿Do están aquellas plazas llenas de movimiento,
Sus altas catedrales, sus grupos bulliciosos.
Sus verdes arboledas, sus alazanes briosos.
Que ofrecen a la vista continua variedad?
i Qué es del perfume suave del polvo de la patria,
De aquel aroma intenso de sus lozanas flores.
De sus flotantes nubes de vividos colores,
De la dulzura grata de su agua de cristal?
poesías patrióticas
Tus bellas hijas miro, con albas vestiduras,
Envueltas por la luna como plateado velo,
Cruzar cual las estrellas errantes por el cielo
Que trazan su camino con dulce resplandor.
Mi mente trasportada poblando los espacios
Admira la aérea forma que tienen las porteñas,
Sus ojos que deri'aman miradas halagüeñas.
Sus labios que destilan el bálsamo de amor.
Y veo en mis ensueños tus bailes voluptuosos,
Salones que perfuman las ninfas argentinas,
Y grupos en que brillan sonrisas peregrinas.
Cual no las ha fijado de Fidias el cincel.
Y siento entre los giros del vals, que corre, vuela,
Las brisas que producen las alas del ambiente
Cargadas con efluvios que envuelven dulcemente
Mi corazón y mi alma, mi espíritu y mi ser.
¡ El vals ! Silfos alados sin duda lo inventaron
Al ver entretejida la madreselva airosa
En torno de la encina que altiva y vigorosa
Se viste con sus galas cuando sus brazos da !
Así te me presentas, ciudad fuerte y hermosa.
Pendientes de tus brazos tus hijas hechiceras.
Como guirnaldas tenues que adornan las palmeras,
Y al recibir su apoyo su emanación le dan.
No suenan en mi oído las dulces vidalitas
Que en medio de la noche modula el tucumano.
Ni los sentidos tristes que murmura el riojano,
Ni el alegre cielito que el porteño hace oir;
6 RIMAS
Cantares de mi patria, al abrir yo mis ojos
Susurrabais suaves a la par de mi cuna,
Y vuestro eco inefable, en las noches de luna,
Es música secreta que el alma sabe oir.
A veces, paseando de noche por las calles
De la dulce guitarra ell eco me encantaba,
Cuando el amante tierno sus cantos modulaba
Al pie de los balcones del ángel de su amor*;
Mientras la niña candida, oyendo las canciones,
Prestaba a otros acordes del alma grato oído,
Y entre cendales albos el plácido sonido
Llenaba su alma y mente de plácida ilusión.
No veo el ancho estuario en que los grandes ríos
Cual urnas inclinadas se llenan y derraman,
Ni siento aquellos soplos que tempestuosos braman
Cuando el pampero azota sus ondas con furor;
No veo el alta torre del templo majestuoso
Cuyo círculo cubije la gloria con sus alas,
Almena acribillada por las rugientes balas
Que el cañón argentino lanzara a Whittelok.
No veo aquellos muros que consagró la gloria
Cuando, asilado en ellos ejército extranjero,
El pueblo en son de guerra, con ademán severo,
Hizo rendir la espada del bravo Berresford;
No veo el foro cívico do fueron nuestros padres
A proclamar del pueblo la gran soberanía
Ni el balconaje rústico donde el Cabildo un día
La libertad de América por bando proclamó.
poesías patrióticas
No veo la tribuna do ardientes oradores
El pan de la palabra caliente le brindaban,
Y desde lo alto de ella severos fulminaban
Rajaos a los tiranos con santa indignación;
No veo un pueblo inmenso la catedral llenando,
A par de los sonidos del órgano, suaves,
Ni entre nubes de incienso bajo sus anchas naves
Leopardos, quinas, leones, mostrar cada pendón.
¡ Oh patria ! como esclava suspiras en cadenas,
Cubiertas de cadalsos tus calles enlutadas.
Marchitos tus laureles, tus glorias mancilladas,
Ajada tu bandera de gloria y esplendor;
Tu seno profanado por déspota cobarde
Que duerme resguardado por míseros esclavos.
Que en su calvario triste remachan férreos clavos
Al pueblo generoso que pueblos redimió.
¡ Oh madre ! aunque de lodo te cubran la cabeza,
Yo siempre con orgullo pronunciaré tu nombre,
Diré que con tus hechos ganaste gran renombre
Que oscurecer no pueden los días de baldón.
¡Ah! vuélvante la espalda degenerados hijos;
Yo inclinaré mi frente ante tu altar caído,
Y besaré la orla del manto carcomido
Llorando tus desdichas, cantando tu esplendor.
Y aunque de tí apartado y eríante por el mundo.
Hijo desheredado de tu cariño inmenso.
De la extranjera playa te quemo el puro iuciens:>
<^\ie a tí tan sólo, ¡ oh madre ! me es dado tributar.
KIMAS
No sólo llanto estéril será mi humilde ofrenda :
Mis vacilantes manos arrimaré a tus aras;
Si derrumbadas bajan entre reliquias caras
¡Feliz si entre su polvo me puedo sepultar!
1839.
II
A LA DERROTA DEL QUEBRACHO
(CON MOTIVO DE LA MUERTE DE RUFINO VÁRELA)
Corramos al combate, a la venganza,
Y el que niegue su pecho a la esperanza
Hunda en el polvo la cobarde frente.
Quintana.
Cuando enhiestos los patrios pabellones
Tremolen con el soplo de la gloria,
Anunciando entre nobles emociones
De un pueblo esclavizado la victoria,
Salude el vate al pueblo fuerte y libre,
Y en sus labios triunfal cántico vibre.
Mas si los siervos un laurel levantan
Y en medio de los brindis de la orgía
El triunfo impío en su insolencia cantan.
Ensalzando la torpe tiranía,
Anuncie con su voz alentadora
De un nuevo triunfo la radiante aurora.
10 EIMAS
Sí, que del numen la misión sagrada
Es inflamar el bélico ardimiento.
Dar nuevo temple a la fulmínea espada
Con el soplo encendido de su aliento,
Y entre el polvo que cubre la derrota,
Alzar del libre la bandera rota.
En la derrota el pueblo valeroso
Prueba su resistencia y su pujanza,
Para volver después más ardoroso,
Y entre el sordo clamor de la matanza,
Y entre el humo que envuelve la pelea
Desafiar el cañón que centellea.
Cancha Rayada viera con denuedo
A los héroes de Mayo caer vencidos,
Pero sin dar cabida al torpe miedo
Alzaron sus pendones abatidos,
Sus melladas espadas levantaron,
Y en sus hombi'os la patria sustentaron.
Imitemos nosotros su alto ejemplo:
El caído pendón enarbolando,
Marchemos de la gloria al sacro templo
"O muerte o libertad'' todos clamando;
Y afirmando la planta en los escombros,
La libertad aleemos en los hombros.
Aquel cobarde que del triunfo dude.
Quien al tirano eternizado crea,
El que a los gritos del honor no acude
POESÍAS PATRIÓTICAS 11
Y do el pendón de libertad flamea,
Ese es un vil de cor'azón cobarde
Do el entusiasmo de la patria no arde.
¿Y quién no abriga fuego sacrosanto
Y vuela con ardor a la batalla 1
¿A quién detiene ni el amor, ni el llanto,
Ni el silbo de la bala y la metralla?
¿Quién por la patria perecer no jura
De Várela en la yerta sepultura?
Los atrevidos cantos de la guerra ;
Estremezcan la fosa del soldado,
Y de flores reguemos esa tierra
Donde cayó sin vida, degollado,
Y de la patria el estandarte santo '>
Sea de paz y protección su manto.
¡No débil llanto su cabeza inunde! ;"
Que una corona del laurel sagrado
Su frente polvorosa orne y circunde,
Y al empuñar su hierro ensangrentado,
La juventud que a combatir se apresta
Muestre la enseña de la patria enhiesta.
El funeral del mártir generoso
Le corresponde al pueblo redimido,
Cuando libre del yugo ignominioso
La pira encienda en el altar ungido,
Y cuando puedan elevar sus almas
Y sus manos alzar cívicas palmas.
12 EIMAS
Vamos a conquistarle noble tumba
En la tierra natal purificada,
Pai*a que aquel que en esta lid sucumba
Pueda dormir en tierra libertada,
Y no sean sus huesos quebrantados
Por tiranos ni siervos pisoteados.
Dueime en tanto en el campo de batalla
Mientras su patria gime en servidumbre;
Mientras la fe del corazón desmaya
Y el hierro se carcome con la herrumbre;
Cuando el tirano al vernos en derrota
i Con su lauro la espalda nos azota !
¿Quién es el vil que ríe, canta y danza
Cuando el lamento de la patria suena,
A sus hijos llamando a la venganza?
Y si el cañón de la batalla truena,
¿Quién el torpe que el miedo no sacude
Y que al llamado del honor no acude?
Juventud de mi patria, los laureles
Se conquistan con cívica bravura,
Y la lira, la pluma o los cinceles
No eternizan jamás progenie impura :
Los genios a los fuertes divinizan
Y a los cobardes con su planta pisan.
Vuestros padres titanes todos fueron.
Que desplegando al viento sus banderas,
Contra un poder gigante combatieron.
POESÍAS PATEIÓTICAS 13
y encima de las altas cordilleras
Lanzaron sobre el león de las Españas
Del pueblo irresistible las montañas.
Y vosotros, ¿qué sois? Flacos pigmeos
Sin brazos, sin espada, ni creencia,
j Trémulos ante el tirano como reos.
Sofocando la voz de la conciencia ! . . .
¡Y beberéis oprobio eternamente
Sin levantar la pisoteada frente !
Mas así no será, que de Várela
Todos van a clamar sobre la tumba,
Que es un cobarde el que a pelear no vuela;
Un nuevo grito unísono retumba
Y en medio de las huestes debeladas
Resuena el estridor de las espadas.
Del fondo de esa yerma sepultura
Surge de la esperanza mieva llama,
Cual de fría ceniza en noche oscura
Brota la chispa que la luz derrama,
Y a su calor los tibios corazones
Palpitan con heroicas vibraciones.
Imitad su constancia y bizarría
Y el alto ejemplo que su vida abona.
Que de la Patria en el hermoso día
El pueblo os ceñirá sacra corona.
Galardón en la vida y en la muerte
Del aliento viril del alma fuerte.
?
14 KIMAS
Empuñad una lanza vengadora,
Abandonad el ocio y la molicie,
Arrimad una mano protectora
Antes que uílestra patria se desquicie
Y arrastre en su caída soberana,
La libertad, la gloria americana.
1840.
III
LA MUERTE DE ZACARÍAS ÁLVAREZ
(EN LA BATALLA DEL SAUCE GRANDE)
Los gritos de los bravos,
De libres y de esclavos,
Y el trueno del cañón;
Del plomo los silbidos.
Del sable los crujidos,
Y el golpe del tambor.
Del potro las carreras,
Los vivas y los mueras,
Y el toque del clarín.
Cual trueno tramontano
Que asorda todo el llano,
Eetumba en el confín.
16 EIMAS
Y en medio a las legiones
Opuestos los pendones
Se miran tremolar;
Y en la humareda envueltos,
Como cabellos sueltos
Del sol se ven flotar.
Las huestes se adelantan,
Y el polvo que levantan
De carga es la señal.
La muerte carnicera
Levanta su bandera
Cual símbolo fatal.
El Escuadrón de Maza
Por la campaña rasa
Se avanza con valor,
Y su entusiasmo brilla
Como en vei'de cuchilla
Los reflejos del sol.
Y con marcial fiereza
Se mira a su cabeza
Zacarías marchar:
Alma fuerte y altiva
Que renunció a la oliva
Del pacífico hogar ;
Y voló a la batalla,
Y la acerada malla
Y el plomo despreció,
i
POESÍAS PATEIÓTICAS 17
Y al frente de sus bravos,
De Rosas los esclavos
Valiente acucliiiló.
Potentes escuadrones
Al pie de los cañones,
Su lanza dispersó,
Y en medio a sus fusiles
Y bayonetas viles
Su caballo dejó ^^^
Al frente de su tropa
Zacarías galopa
Y hace el suelo crujir,
Y la potente lanza
Blandida con pujanza
Se mira relucir.
Como un pendón tremola
La altiva banderola
Del ínclito campeón,
Y en medio a la pelea
Su moharra centellea
Como una exhalación.
El infante enemigo
De zanjas al abrigo
Tremendo fuego abrió.
Y al ver sus bayonetas,
"A la carga, cornetas!"
Zacarías gritó.
<1) Histórico. Véase el parte de la batalla de D. Cristóbal.
18 KIMAS
Y todos enristraron
Y en pos de él se arrojai'on
Sus lanzas a clavar.
¿El plomo y la metralla,
El foso y la alta valla
Su furia detendrá?
Proteja Dios al fuerte
Que va a retar la muerte
Cargando con ardor.
Y si caer le toca,
Caiga como una roca
Con ímpetu y fragor.
Y en la veloz carr'era
Flameaba la bandera
Del ínclito Escuadrón,
Y al ver la artillería
Su jefe le decía:
' ' ¡ Soldados, al cañón ! ' '
Mas ¡ay! bala traidora
De pronto silbadora
Su pecho traspasó;
Y con férrea pujanza
Apretando la lanza
Moribundo cayó.
Alzando la cabeza,
Repite con firmeza:
''¡Avance el Escuadrón!
POESÍAS PATEIÓTICAS 19
' ' Yo por la patria muefo . . .
"Éste es mi adiós postrero,
' ' j Soldados, al cañón ! ' '
Ningún soldado gime,
Pero dolor sublime
Las frentes anubló.
Mas él del hondo seno
Lanzaba voz de trueno:
' ' ¡ Soldados, al cañón 1 ' '
Y el Escuadrón valiente
A la batalla ardiente
Con furia se lanzó,
Y en la garganta estrecha
Y encima de la mecha
Su jefe le miró.
Y su bandera viendo,
Él exclamó muriendo :
"¡Oh de mi Patria sol!"
Y su cabeza noble
Como gigante roble
Al polvo descendió.
Murió como un valiente
De su Escuadrón al frente
Cargando con valor,
En un túmulo inmenso
Y en medio del incienso
Del taco del cañón.
20 RIMAS
Cual funerarios fuegos
Flameantes lanzafuegos
Ardieron en su honor.
Banderas le envolvieron,
Y ¡vivas! le siguieron
A su final mansión.
1840.
IV
AL SOL DEL 25 DE MAYO DE 1844
(EN MONTEVIDEO SITIADO)
Niágara undoso y alto Tequendama
Donde el agua de un mundo se derrama
Para apagar de América la sed ;
Amazonas, Ontario, bello Plata,
Donde la virgen pura se retrata
Coronada de flores y laurel.
¡ Pampas inmensas, selvas olorosas,
Del Andes cordilleras orgullosas
Que corona la ardiente cruz del Sud!
Perfumaos como nube de incensario,
Armonízaos cual himno del santuario
Para decir de Mayo al Sol : ¡ Salud !
:22 EIMAS
¡ Salve, página inmensa de la historia,
Divino resplandor de la memoria,
Fuente de perennal inspiración !
En tus alas de fuego me sublimas,
Y al entusiasmo sacro en que me animas
Calientas mi cabeza y corazón.
Hoguera abrasadora del gran Mayo,
Do se encendió como se enciende el rayo
El fuego de un pensar generador;
Que el corazón templó cual hierro fuerte,
Y dio existencia a la materia inerte,
Como el soplo divino del Creador.
Al vivífico rayo de tu lumbre
Se estremeció la inmensa muchedumbre
Y el polvo del esclavo sacudió;
Allí surgió la dignidad humana
Con la nación potente y soberana
Que el soplo democrático animó.
Allí, genios robustos, inspirados.
Formularon derechos conculcados
En sólo una palabra : ¡ Libertad !
Y Dios vertió con generosa mano
Perfumes sobre el Mundo Americano,
Y le dijo: "¡Naciones, levantad!"
La inspiración del alta inteligencia.
El calor de la intrépida elocuencia
En el astro de Mayo concentró;
poesías patrióticas 23
Y del ardiente labio de Moreno
Se desprendió de su palabra el trueno
Y el programa de Mayo formuló:
''Derribemos su trono al despotismo,
"Abramos ancha vía al patriotismo,
"Alcemos los fanales de la Ley;
"Rompamos su barrera a la ignorancia,
"Alumbremos la mente de la infancia,
"Y ennoblezcamos a la humana grey!"
Esta palabra el entusiasmo inflama,
Prende en los corazones noble llama.
Que como chispa eléctrica cundió :
Y cual hierve entre escollos la marea.
Hirvió entre las cabezas una idea
Que dio vida a la gran revolución,
Revolución sin lanzas ni fusiles.
Un alto pensamiento fué su Aquiles,
Y la razón su escudo tutelar;
Revolución fundada en la justicia,
Que tuvo los principios por milicia,
Y por columna ardiente la verdad.
Revolución con cauda de cometa,
Que atravesó el espacio, cual saeta
Despedida de un arco en vibración;
Parto de mil ideas generosas
Que volaron en chispas luminosas
Por todo el continente de Colón.
24 RIMAS
Sólo una vez brillaron sus espadas:
Para romper cadenas execradas,
Y sostener las tablas de la Ley;
Para postrar esclavos y tiranos,
Par'a afirmar los vínculos de hermanos,
Y atarlos con guirnaldas de laurel.
Tuvo ejércitos, grandes generales,
Que llevaron gloriosas y triunfales
Sus banderas, del pueblo paladión;
Y de los Andes en la blanca cima,
En Cbile y el Pacífico y en Lima
Postraron al ibérico león.
Legisladores de alta inteligencia
Que encendieron la luz de la experiencia
Para legar un pacto al porvenir,
De Independencia el acta formularon,
Y entre rayos y truenos proclamaron
Decálogo de un nuevo Sinaí.
Sol de Mayo, que entonces refulgente
Suspendido por Dios en el Oriente
Alumbraste la gran Revolución,
Al fecundar su universal semilla.
Hoy te doblan humildes la rodilla
Los nietos de esa audaz generación.
Mifa el árbol sembrado por sus manos.
Que enarbola sus gajos soberanos
Y al Sud da sombra, al Norte y Ecuador;
POESÍAS PATRIÓTICAS 25
A cuyo pie la Libertad divina
Vagando por el mundo peregrina
La tienda americana levantó.
En vano las segures cortadoras
En su tronco se hundieron destructcras
Sin conseguir sus ramas mai^chitar;
Y aunque hollados por hondas cicatrices
Extiende poderoso sus raíces,
La América abarcando cual titán.
Contempla al Norte, en trece fajas bellas
Como flamea el pabellón de estrellas
Simbolizando libertad y unión;
Y en la torre de su alto Capitolio
La democracia antigua en su gran solio
Con más justicia y con mejor razón.
De allí voló de Mayo la simiente.
De allí de Libertad el soplo ardiente
Que la mente del pueblo calentó;
Como se esparcen jugos y colores
En el fecundo polen de las flores,
Que la brisa en sus alas derramó.
Contempla al pueblo libre que en el Istmo
Defendió con intrépido heroísmo
El suelo que dos mundos ha de atar :
Al formarle parece que Dios quiso
Dar a su Americano paraíso
Puente de universal fraternidad.
26 KIMAS
Al Sud, siete Repúblicas hermanas
Enarbolan banderas soberanas
En vez del estandarte colonial,
Y al soplo tenpestncso de la guerra
Fortalecen sus astas en la tierra
Como árbol que sacude el vendaval.
Las Repúblicas hijas de Bolívar
Beben en copa de oro miel y acíbar
Caminando a un hermoso porvenir,
Y Chile, cual fanal del marinero,
Nos muestra más seguro derrotero
Porque debe la América seguir.
¿Y qué es de la República que un día
Hizo surgir de entre la noche fría
De esclavitud, un mundo colosal ;
La que dando patrióticas lecciones,
Fundó en el continente tres naciones
Sobre el polvo del trono colonial?
¿De aquella que €on brazos vigorosos
Derribó los guerreros orgullosos
Del Brasil, de la Iberia y de la Albi'ón;
La que abatió la cima de los Andes,
Y dio a la historia de los hombres grandes
Páginas inmortales de esplendor?
' ¿ La que en^iielta en el manto de la gloria
Sobre el carro triunfal de la victoria
Se coronó la frente de laurel;
POESÍAS PATRIÓTICAS 27
Y en vez del negro trono de los reyes
Supo elevar el ara de las leyes
Y derramó sobre ella mirra y miel?
¿La que libre, feliz y soberana
Bebía la virtud republicana
En el soplo viril del huracán;
La que en alas del rápido pampero
Parecía decir al mundo entero :
"A donde va mi viento mi voz va."?
¿La que, Atenas del mundo Americano,
Distribuyó con generosa mano
De ilustración y de verdad el pan,
Y en la mente sin luz de la criatura
Encerraba la ardiente levadura
Que con la edad debía fermentar?
Ahí la tenéis en lo alto de un calvario,
Envuelta por el fúnebre sudario
Que le arrojó la torpe esclavitud;
Eeina con el cabello pisoteado,
Laurel al que la lluvia no ha regado
Y se marchita en flor de juventud.
Su sociedad sin leyes, desquiciada,
Y bajo férrea mano nivelada.
Tiembla ante la cuchilla del terror;
Los nombres de patriotas eminentes,
No grabados en bronces esplendentes
Sino en tablas de ingrata proscripción.
28 EIMAS
Los principios de Mayo conculcados,
Los derechos del hombre pisoteados,
Sin que pueda decir: "éste es mi pan'
Un pueblo destinado al sacrificio
Sobre el horrendo tajo del suplicio
Que sai gre pura destilando está .
¡Al deshonor sus hijas entregadas,
Las madres en los templos azotadas
Coronadas de un moño de irrisión,
Arrastran como muías torpe carro
Donde llevan un ídolo de barro
Que colocan al lado de su Dios!
La tribuna de Agüero y de Dorrego,
Cuya palabra descendió cual riego
En medio de la barra popular.
Hoy la ocupan estúpidos sectarios
Donde leen un papel sin comentarios
En abono del crimen y maldad.
La bandera que guiaba al combatiente
Despojada del sol resplandeciente,
Y ennegrecido su celeste azul;
Desterrado el honor de su milicia,
Derrumbado el altar de la justicia,
Sus poetas sin patria ni laúd.
En todo impreso del demonio el sello:
El robo, la injusticia y el degüello
Sancionados en ley y religión;
POESÍAS PATEIÓTICAS 29
Coágulo de los vicios más inmundos
Que emponzoñara el aire de dos mundos
Si no se contuviese su expansión.
El genio que preside esta anarquía
Entre el vapor espeso de la orgía
Desparrama en su aliento corrupción :
Aborto abominable del infierno,
O maldición tremenda del Eterno
Porque el lazo rompimos de la unión.
Salvaje, que en sus raptos de demencia,
Volcó la hermosa antorcha de la ciencia
Para encender con ella su fogón.
Donde quemó del pueblo los derechos,
Y el libro eterno de sus grandes hechos . . .
Mas ¡ ali ! su cifra está en el corazón .
Entonces en demanda tuya, ¡ oh Mayo !
Armamos nuestra diestra con tu rayo
Para acorrer la patria en su orfandad,
Dando al viento de nuevo los colores
Que engalanó en los nítidos albores
De nuestra patria el sol de libertad.
Pero la diestra que mi patria azota
La revolcó en el campo de la rota,
Y vio abatido su inmortal pendón;
Los cruzados de Mayo sucumbieron
Y a las playas de Oriente se acogieron
Cual la paloma que huye del halcón.
30 EIMAS
Hija del pabellón del Argentino
Su bandera dio sombra al peregrino
Como el palmero al pobre viajador;
Pero el feroz tirano, en torvo ceño
Los despertó de su agitado sueño
En la tierra de lenta proscripción.
Al mirar levantarse engrandecido
Un pueblo por las leyes presidido,
Vio su trono sangriento bambolear;
Ante la ley retrocedió el salvaje
Y sus hordas hambrientas de pillaje
Bajo rojo pendón hizo juntar.
Y dijo: — '*A1 otro lado de este
" Se levanta con fuerte poderío
" El odiado pendón de libertad;
" Corred allí, mis bravos federales,
" Y quemad esos libros infernales
" En que se habla de Patria y de Igualdad.
" ¡ A la carga ! ¡ a degüello ! mis sicarios.
" ¡Que mueran los salvajes unitarios
" Por mi mazorca a filo de puñal;
" Despedazad sus cráneos con la bola
" Y arrastrad de los potros a la cola
" Sus cabezas en medio de un cardal!
" Que vista en pocos días triste luto
" Y que me pague en llanto su tributo
" La que llaman República Oriental:
POESÍAS PATRIÓTICAS 31
" Atádmela a la cincha con un lazo
" Que dando espuela y rienda a mi picazo
" La veréis por las pampas arrastrar.
" ¡Predicad que a los pies de mi caballo
" He borrado los códigos que en Mayo
" Una turba de locos escribió,
" Y he formado en la palma de mi mano
" Un famoso sistema americano
" Para reinar sobre las leyes, yo!"
La mesnada de torpes asesinos
Que deshonran el nombre de Argentinos
Volaron cual hambriento gavilán,
Y al barbárico son de un clamoreo
Llegan ante la gran Montevideo,
Donde los libres en su puesto están.
Llegan, y se detienen asombrados
Ante los fuertes muros, levantados
Del pueblo por la mano colosal :
Y en el Cerrito de eternal memoria
Donde Rondeau se coronó de gloria
El invasor levanta su real.
No ya cual otro tiempo, en las almenas
Van a trozar las bárbaras cadenas
De tres siglos de oprobio y opresión:
Renegando las glorias de esos días
Vienen a traer satánicas orgías.
Vienen a traer degüello y proscripción.
32 RIMAS
Por las orillas fértiles del Plata
La gavilla de Rosas se dilata
Amenazando hundir la Libertad:
Montevideo grande, fiel, sublime,
Bajo el enorme peso que la oprime
Alza tranquila el último fanal.
Oponiendo su espada a la venganza
Guarda el arca de la última esperanza
Que un destino propicio sellará;
Y en ella cual depósito sagrado
Se encierra el porvenir ilimitado
Que en los tiempos su luz proyectará.
En ella, como en surcos misteriosos
Fructifican los gérmenes preciosos
Que fecundan la sangre y el sudor;
Y día y noche la ciudad invicta
Guardando con amor su arca bendita
Vela al pie del sagrado pabellón.
En vano viejos pueblos enervados
Escriben por el miedo dominados :
"¡El oro, el oro es de la tierra el Dios!"
Que ella dice con hechos elocuentes :
" En los pueblos viriles y valientes
" El Dios, es de la patria el santo amor.
Funde cañones, arma ciudadanos,
Y al niño, a la mujer, a los ancianos
Les infunde su aliento varonil;
POESÍAS PATRIÓTICAS 33
Amasa con su sangre su muralla
Bajo el fuego de la hórrida metralla
Y el mortífero plomo del fusil.
La pólvora y la sangre siempre humea,
De sol a sol su ejército pelea,
Y uno a uno sus hijos ve caer;
Pero ella más heroica y más constante
Los envuelve en su manto rutilante
Y les ciñe coronas de laurel.
Al que infame, cobarde y miserable
Deserta su defensa inimitable
Le estampa el sello ardiente del traidor,
Y teje siempreviva y mustio lirio
Para ceñir coronas de martirio
Al que le dé su vida en oblación.
Y sus hijas también, con patriotismo,
Vendan al que cayó con heroísmo
Defendiendo su hogar y castidad;
Y comprendiendo su misión inmensa.
Se entregan de la patria a la defensa
Al ofrecer sus hijos en su altar.
¡ Oh, mil veces, mil veces venturosa
La juventud que en lucha tan gloriosa
Puede toda su sangre derramar;
La que serena ante el embate rudo
De los tiranos, cae en el escudo
Del mártir de una causa universal!
34 EIMAS
Estos tus hijos son, los que a tus dogmas
Hoy tributan sus cánticos y aromas,
Su brazo y su poder intelectual:
Que acaudillan de Mayo aquellos hombres
Cuyos gloriosos e inmortales nombres
Son nuestro patrimonio nacional.
Cada viejo de Mayo es flor divina
De la corona cívica argentina
Y la corona cívica oriental ;
Y si el viento arrebata alguna hoja,
Tu luz seca las gotas de congoja
De nuestra patria en la divina faz.
Detente, oh Sol, y mira ese caído :
Fué un guerrero de nombre esclarecido
Que en holocausto tuyo se ofreció,
Y hasta lanzar su postrimer aliento,
A ti te consagró su pensamiento,
Y al ver tu luz, contento sucumbió.
Grande, entre los gigantes de aquel Mayo
Que robaron a Dios su ardiente rayo
Para decir al pueblo: "Fiat Lux",
Hoy miro su postrer aniversario,
Sirviéndole de espléndido sudario
De la ciudad el estandarte azul.
Tuvo seis hijos, del amor el fruto.
Que presentó a la Patria por tributo
Cuando miró su estatua bambolear,
POESÍAS PATRIÓTICAS 35
Y a la cabeza de su prole briosa
Desenvainó su espada victoriosa
Para poner a raya la maldad.
Y en cien combates dignos de memoria,
Do la ciudad se coronó de gloria,
Relampagueó su acero vencedor,
Y el entusiasmo puro en que él ardía
A sus valientes hijos infundía
Entre el silbo del plomo matador.
Hermosa cual sú vida, fué su muerte :
Con el aliento varonil del fuerte
En pro de su bandera sucumbió.
En hombros de su ejército esforzado,
De balazos el pecho acribillado.
El campo de batalla abandonó.
Extendido en el lecho de agonía,
Reconcentró de su alma la energía
Para poderte contemplar i oh Sol !
Y a veces repetía el fuerte anciano :
" ¡Pueda mirar el astro soberano
* * Que el día de la América alumbró ! ' '
El cielo oyó su ruego. Esta mañana.
Cuando tocaba a vuelo la campana
Y tronaba la salva del cañón,
Sintió fuego patriótico en el alma,
Y cual hojas al tronco de la palma
Su valerosa prole le rodeó.
36 KIMAS
Sobre su calva e inspirada frente
Relucía la chispa refulgente
Que fijó con su dedo el Hacedor:
Abrió sus ojos a la luz suave,
Y arrojó una mirada dulce y grave
A sus retoños, que en amor regó.
Los estrechó con paternal terneza,
Y elevando exaltada su cabeza.
En las nubes de Oriente la fijó :
Cayeron de rodillas ante el lecho.
El corazón en lágrimas deshecho,
Y así les dio postrera bendición :
Benditos seáis, para salvar la Patria
Y fecundar de Ma^'o la simiente.
Para adornar con palma refulgente
De nuestra patria el pabellón triunfal.
Benditos seáis, para morir por ella,
Entre el ardor de la feral batalla.
Para oponer incontrastable valla
En la tribuna, al despotismo audaz.
Benditos seáis, para rasgar el pecho
Del torpe Rosas, con robusta mano,
Y dar al pueblo en que nació Bel grano
De libertad y gloria la señal.
El mundo entero aplaudirá ese golpe,
La humanidad consagrará loores,
POESÍAS PATRIÓTICAS 37
' Y el cincel de los grandes escultores
' Os armará del salvador puñal .
' Himnos sin cuento os rendirán los vates,
' Párvulos tiernos, santas bendiciones,
' Casta doncella, puras emociones,
' Y admiración la noble ancianidad.
' El pueblo grato os ceñirá de lauros,
' Enjugaréis de una nación el lloro,
' Que vuestro nombre escribirá con oro
' En su libro con página inmortal.
' Grandes seréis por cien generaciones,
* Y vuestra gloria llenará este suelo,
' Y vuestro padre desde el alto cielo
' Os enviará su bendición de paz.
' Benditos seáis, para salvar la Patria
Y dar al mundo ese inmortal ejemplo.
Volar de gloria al sacrosanto templo
Y de Mayo las aras restaurar."
Dijo el anciano, y el gran sol de Mayo
Vertió sobre su frente un puro rayo
Que en misteriosa aureola la ciñó:
Lo contempló con ojo entusiasmado
Diciendo: "¡Patria mía!". . . ¡y apagado
Quedó su inteligente resplandor!
38 EIMAS
Así de Libertad sucumbe el hijo :
Sobre la Patria el pensaraier.to fijo,
Abrazando las gradas de su altar;
Como Castelli y cual Berón de Astrada,
Como Lavalle de alma no domada,
Muere, para vivir vida inmortal.
Bebiendo el entusiasmo de sus hechos
Buscaremos del hombre los derechos
A la radiante luz de la verdad;
En el templo de Mayo elevaremos
Hostia de paz y allí profesaremos
Su doctrina de amor y de hermandad.
Profética la mente ve otros días
En que se oirán sublimes armonías
Bajo el domo que habremos de elevar.
No habrá tiranos, ni sangrienta guerra.
Tierra de promisión será esta tierra,
Norma de la afligida humanidad.
i Oh Mayo ! de tu espíritu invisible
Penetrarás un munoo indivisible,
Como la luz la vasta inmensidad ;
Y al esplender tu sol del alto cielo,
Se elevará sonoro desde el suelo
Un coro de alabanza uTuversal.
cono
*' Gran lámpara del templo soberano,
" Vasta concretación del ser humano,
' ' Condensación de la inmortal verdad ;
POESÍAS PATRIÓTICAS 39
Fuente perenne de fecunda idea
Que en los espacios nuevos mundos crea,
Antorcha de la inmensa eternidad.
Inagotable manantial de \'ida
Que fecunda la savia bendecida
Del árbol de la sacra libertad ;
Árbol que ostenta flores inmortales
Teñidas de colores celestiales,
Con que perfuma Dios la humanidad.
Cosmopolita cifra que concreta
Las utopias doradas del poeta
Y el ideal del genio pensador;
Eflmdo poderoso de otros mundos,
Que haces brotar los gérmenes fecundos
En el limbo del surco de labor.
Del gran día celeste monumento,
Donde arde su divino pensamiento
Como el fue^o sagrado en el altar:
Tú alumbrarás del mnndo las edades
En medio de las negras tempestades
Para impedir al nuuido naufragar.
Numen del libre, signo de victoria,
Luz de los pueblos, astro de la gloria,
Que das al genio noble inspiración :
Tú, la divina imagen que soñaron
Los hombres que tus luces invocaron,
Realizas con tu sola emanación.
40 RIMAS
TÚ guardas de los hombres el tesoro
Y en tus altares, de las urnas de oro
Derramas democrático raudal;
Tú bañas con tu linfa a las naciones,
Y viertes en sedientos corazones
De la justicia universal maná.
Bajo la ígnica cruz del cristianismo
Que corona tu domo, el despotismo
Yace herido del rayo popular,
Y la divina imagen que soñaron
Los hombres que tu baí5a levantaron,
Le oprime con su planta de titán.
V
EL CORSARIO
(PROSPECTO DE UN DIARIO POLÍTICO EN 1840/
Es mi barco mi tesoro,
Es mi Dios la libertad.
Espronceda.
Es una linda goleta
Con las velas desplegadas.
Que navega en las entradas
De las Bocas-del-Guazú.
De Libertad bella imagen
Sobre su popa se asienta,
Y en sus mástiles ostenta
Bandera blanca y a2n.1l.
Lleva su tripulación
Blancas y azules divisas,
Cual las nubes, que las brisas
Agrupan en claro sol.
42 BIMAS
Sentado sobre un cañón
El ancho Plata admirando,
El capitán va fumando;
Y entona marcial canción.
CANCIÓN
"Es mi goleta el cisne de este río
Que tiende el ala cuando brilla el sol :
Es, en el puerto, libre como el viento,
Y en altos mares libre como j'O.
A mi buque se le llama
La goleta "Libertad",
Porque asila al hombre libre
Y hace fuego a la maldad.
Y de todo tirano los pendones
Se abaten al rugir de sus cañones.
Ha navegado hasta la vieja Europa
Enarbolando el argentino sol,
Y en su crucero, al pabellón de Iberia
Con sus rayos ardientes eclipsó:
Y al divisarse sus velas
De Cádiz en la áudad,
Decían los gaditanos:
"¡Allí viene la "Lihertad!"
Y flotaba el pendón americano
Desafiando las balas del tirano.
Cubierto el puente de caliente sangre.
Izando al tope flámula de honor.
POESÍAS PATRIÓTICAS 43
Ha visto la bandera de un Imperio
Sepultarse entre el humo del cañón.
Y al pasar por su costado,
Brown, que el combate ordenaba,
Con su bocina de mando
A los bravos saludaba,
En el Juncal, donde con pecho fuerte
Clamaban todos: ''¡Libertad o muerte!"
Ora corsario de los hombres libres
Se ve mi enseña por do quier flotar,
Y el marinero, en medio de la noche,
Suele decir: "¡Ahí va la "Libertad!"
Soy el amigo del pueblo,
Ante naidie me arrodillo,
Ni a los esclavos halago,
Ni a los déspotas me humillo.
Vivo en el mar, desprecio los tiranos,
Nunca con ellos enlacé mis manos.
Cuando cruzando el Río de la Plata
Veo flamear de Rosas el color,
De alerta el grito doy a mis marinos
Empuñando la barra del timón .
Y cuando al frente aparecen,
Grito a mis valientes ¡ fuego !
Por no tomar esas presas,
A las llamas las entrego.
Que allí mi Libertad tan sólo impera :
Bajo sus fuegos rinden su bandera.
44 RIMAS
El \dgía que en lo alto ^dgilaha
Gritó al Corsario que cantando estaba :
"Un barco viene."
Toma el anteojo, ajustase la espada,
Y en actitud resuelta y reposada
Todo previene.
Era trances el buque que venía,
Y allá en su mástil ondear se vía
De Julio el pabellón.
¡Viva la Francia! gritan muchas veces,
¡ Vivan los libres ! gritan los franceses
De noble corazón.
Sigue el buque f raiicés su deiTotero
Impelido del soplo del Pampero
Por el piélago azul;
En tanto que el Corsario navegaba
Y al divisar sus velas exclamaba :
' ' A los libres, ¡ salud ! ' '
Un negro bergantín pasó a lo lejo«,
Y del poniente sol a los reflejos,
Dijo, al ver su pendón :
'' Mirad, se llama de la mar señora
" Esa bandera que enlutada llora
" En el templo de Dios.
' ' Hoy de la Francia muéstrase celosa'
" Porque piensa que fuerte y poderosa
" Nos podrá sojuzgar.
POESÍAS PATRIÓTICAS 45
" ¿Islas quiere la Francia? Ya ei Britano
'' Ha robado en el mundo americano
' ' Malvinas y Roatán .
*■ ¿Quiere nuestras ciudades? los pedazos
" De la bandei"a inglesa, que a balazos
" Supimos conquistar,
" Y son de gloria nuestra herencia rica,
" Levantados en lo alto de una pica
" A la Europa dirán :
" Que en todo el continente americano
" Ni el francés, ni el inglés, ni el castellano
' ' Su mano asentará .
" ¡A ver ! que alguno la conquista intente
" Y de todo un ejército imponente
" Los cráneos mostrará. "
Dijo el Corsario, y en su altiva frente
Relámpago de luz cruzó luciente
Como una exlialación.
Luego, en la popa, se acostó en su asiento,
Y en medio de la música del viento
Tranquilo se durmió.
La aurora aparece con dulce sonrisa
Y llena de aromas la atmosfera está .
Hermosa goleta que impele la brisa
Surcando va el agua del ai'an ParaTsá,
46 RIMAS
En tanto el Corsario la costa observando
Saluda aquel río de gracia inmortal,
Y en alto del mástil su enseña fijando
Con "iin cañonazo tronó su señal.
Y dice a los suyos con gesto valiente :
" Lavalle y sus bravos aquí rae hallarán,
" Y el río cruzando de oriente a poniente,
" Mañana las playas del Sud pisarán."
De pronto aparecen legiones guerreras,
Bandera Argentina se mira lucir,
Y al pie se amontonan las densas hileras
Que van por la patria su f>spada a esgrimir.
" Salud, hombres libres: la patria os aguarda.
' Guerreros antiguos y nuevos, salud,"
Les grita ; y responden con alma gallarda :
" ¡O libres o muertos! Entremos en lid".
1840.
VI
ELEGÍA A LAVALLE
Mejor se triunfa inuriendo que matando.
INTRODUCCIÓN
En la región andina que libertó Bolívar
Reposa la cabeza del mártir esforzado,
Que en sus membrudos hombros potente
ha sustentado
La inmensa pesadumbre de graii revolución.
Robusto como el pino que bate la tormenta,
Sus ramas han crujido con ímpetu violento,
Y hoy yace por el suelo tendido y sin aliento . . ,
¡ Tendido y sin aliento, pero domado no !
Donde un mortal sucumbe, un héroe se levanta,
Sus formas vagarosas se animan lentamente. . .
Relámpagos y nubes coronan su alta frente
A par de los gigantes que doman la ereac-ión r
48 RIMAS
Los Andes, atrevidas pirámides del mundo
Vestidas por la pompa severa del invierno,
Inmensos pedestales que levantó el Eterno,
De pedestal le sirven, de histórico panteón.
I Cuál página más grande para inscribir su nombre
Que esas gigantes moles que mundos equilibran,
En cuyas canas frentes los huracanes vibran
Como arpas misteriosas que pulsa el vendaval?
Atleta americano lanzóse de su cumbre
Por conquistar a hierro la libertad de un mundo,
Y de su altivo paso se ve surco profundo
Que el tiempo en su pendiente se para a contempla''
Su vida fué un invierno, sañudo, interminable :
Envuelto por el hielo, luchando brazo a brazo,
Y el fuego de la patria guardando en su regazo
Para encender la antorcha de gloria y libertad.
Por eso, para libro de sus heroicos hechos
Los Andes han abierto su tempestuoso seno,
Como para la tumba del inmortal Moreno
Sus agitadas ondas abrió el profundo mar.
EL CENTINELA
Pálida brilla en la celeste esfera
La blanca antorcha que refleja el día,
Y ya la noche su mortaja fría
Como un sudario tiende en derredor.
Soberbia en tanto entre la espesa bruma
Se ve la cumbre de los altos Andes,
1
POESÍAS PATRIÓTICAS 49
Donde un gran pueblo con alientos grandes
La bandera clavó de redención.
Sordo fragor en sus entrañas ruge
Al despeñarse el agua del torrente,
Cual si arrastrase en rápida corriente
De un mundo el esqueleto colosal.
Y allá en su cima los eternos hielos
Brillan como el almete de un guerrero,
Cuando cubierto de fulmíneo acero
Se ve atrevido su crestón ondear.
Y en ancho mar de blanquecina nieve
Sólo una forma humana se elevaba :
La de un fiel centinela que velaba
Apoyada la mano en su fusil.
Blancos cabellos su cabeza orlaban,
Hondos surcos cruzaban su semblante,
Y su mirada firme y penetrante
Revelaba un aliento varonil .
Era una sombra de las grandes huestes
Que de Mendoza al Ecuador partieron,
Y que del grande San Martín siguieron
Por entre abismos la pisada audaz ;
Era un guardián de la ignorada tumba
De los caídos sin legar su nombre,
Que esperaba a los héroes de renombre
Para dar a otro mundo la señal.
Así velaba en medio de dos mundos
Custodio de los vivos y las muertos,
50 RIMAS
Cuando un rumor en los espacios yertos
Con la voz del torrente se mezcló :
¿Quién vive? preguntó, y tristes voces
'' ¡Quien murió por la Patria!" contestaron,
Y" cuarenta adalides avanzaron
Alzando mi desgarrado pabellón.
Negros los rostros y la frente roja,
La mano herida y como sierra el sable,
Llevaba aquella hueste formidable,
Fugitiva del campo del honor.
Envueltos en banderas argentinas
Conducían los restos de un soldado,
Y brillaba en su cráneo descarnado
La aureola que al mártir coronó.
El centinela eomprcudió que a un héroe
Aquellos huesos fríos sustentaron:
Sus lágrimas ardientes resbalaron
Y su fusil al hombro levantó.
¿Quién es el héroe? preguntó, y un joveu
"De veinte Maj'os, de inspirada frente.
Doblando la rodilla reverente
En discurso elocuente prorrampió.
DISCURSO
■ ' Su nombre está escrito del pueblo en el seno,
De sus altas glorias un mundo está lleno.
Su frente circuye laurel inmortal ;
Atleta de Mayo, venció los esclavos,
POESÍAS PATKIÓTTCAS 51
De un pueblo de siervos rompiendo los clavos
De heroica contienda le dio la señal.
"Los Andes le vieron alzarse a su cumbre,
Y allí, derramando magnética lumbre,
De América el mundo con ella alumbró ;
Le vieron soberbio venciendo a los reyes,
Llevar el progi'ama de glorias y leyes
Grabado en el sable que grillos trozó.
"Con lanza enristrada cruzó como rayo
Llevando la enseña del pueblo de Mayo
Del Plata a los Ancles y ardiente Ecuador;
Y reales diademas, y tronos y cetros
Se hicieron pedazos, cual viejos espectros,
Crujiendo a las plantas del gran lidiador."
El centinela alzó la noble frente
Que súbito relámpago cruzó ;
Y su fusil con mano reverente
Ante los huesos fríos presentó.
"Alzóse en su patria soberbio tirano,
De libres la senda mostrónos su mano
Y heroico el primero por ella cru2Ó.
Y justos principios alzando en su espada
Batió el estandarte de santa cruzada
Que en rota y victoria seis veces se vio.
"Pero él con su espada, con nervio pujante
La patria y sus glorias sostuvo constante.
52 EIMAS
Y minea cobarde su espalda dobló:
Jvliró su bandera de polvo cubierta,
Miró de la lucha la arena desierta,
Y entonces su frente soberbia rindió.
' ' ¡ Su grande destino la muerte ha cortado !
La causa camina, pero i ay ! ¡ está helado
El soplo de fuego que vida le dio !
Así en otros tiempos en campo extendido
El fuerte guerrero yacía caído,
¡Y el carro que hollaba seguir triunfador!"
El centinela atento le escuchaba
Y el corazón guerrero arder sintió,
Y aquel fusil que al frente presentaba
Rendido hasta sus plantas abatió.
"Envueltos sus restos por patria bandera
Encuentran al menos en tierra extranjera
La tumba que al mártir su patria negó.
Sus fieles soldados, cavando su fosa,
Cubrirán de tierra con mano piadosa
La frente laureada que el mundo admiró,
' ' ¡ Al pie de su tumba que calle la envidia !
Su espíritu noble preside a la lidia
Que aun arde en nosotros su llama inmortal.
Apóstol y mártir su pueblo le nombra,
Y grande y serena su pálida sombra
De dulce esperanza levanta el fanal.
POESÍAS PATRIÓTICAS 53
"Un día, los hijos del pueblo argentino,
Orlando sus sienes con lauro divino.
Darán a sus inanes la patria ovación,
Y entonces nosotros los Andes cruzando.
Veréis que volvemos en triunfo llevando
Los huesos proscritos del grande campeón.'"
El centinela contempló aquel muerto
Que el martirio y la gloria consagró,
Y arrodillado sobre el suelo yerto,
Humilde ante su gloria se postró.
EPILOGO
Como una chispa de la luz diA^na,
Se ve brillar en la región andina
La estrella matinal;
Y una mano invisible, misteriosa,
Descorre de la noche silenciosa
El fúnebre cendal.
Y descubre un cadáver coronado,
De lágrimas y espinas incrustado
Su lauro triunfador :
Y en su presencia el ángel del aurora
Levanta con su voz consoladora
El himno del dolor.
HIMNO
Lavalle, tu cabeza
De penas fué calvario,
54 KIMAS
Y vaso lacrimario
Tu grande corazón :
Y los cautivos pueblos
Vertieron en tu seno
El llanto de amor lleno
Que el pueblo derramó.
Luchando cuerpo a cuerpo,
Caíste en nol)le guerra,
Sobre la misma tierra
Que tu sudor regó.
Y el corazón del mártir
Que atesoraba el llanto
Un genio sacrosanto
Del cuerpo arrebató.
¡ Esencia de dolores
Que en ti se ha condeusado,
Cual dictanio sagrado
Que destiló el amor!
¡ Oh corazón que fuiste
El cáliz de amarguras,
A las espadas duras
Da el temple salvador!
Acerqúese allí el joven
Y beba fortaleza,
Allí busquen firmeza
Las brazos sin vigor ;
Allí vaya ese pueblo
Que dobla su garganta.
POESÍAS PATEIÓTICAS
Y beba la ira santa
Que hiera al opresor.
Allí vaya la 'virgen
A derramar sus flores^
Para jurar amores
Al que combata al vil ;
Acerqúese allí el niño
Y en su dolor templado,
Levante el grito osado
De lucha varonil.
Y diga a los que duermen
En el polvo sangriento :
" Dad otra vez al viento
' ' De Mayo el pabellón ;
" Y vencidos cien veces
" Y otras tantas deshechos,
" Oponed duros pechos
" A la dura opresión."
Sí, que la voz del niño
Oráculo es del cielo
Para anunciar consuelo
A un pueblo en orfandad,
Y siLs puras palabras,
Al tiempo de verterlas,
Se convierten en perlas
En la urtia funeral.
1841.
vil
JOSÉ CAMPÓN
(PÁGINA DE UN DIARIO MILITAR EN 1839)
Cuando las huestes de Rosas
Pisaron de Oriente el suelo,
Al toque de la corneta
Seis mil bravos acudieron:
A su cabeza se vio
Al héroe antiguo de Haedo,
Acaudillando los bravos
Que de la patria en el seno
Heroicos se levantaron
En sostén de sus derechos.
Todo oriental que abrigaba
De la libertad el fuego,
58 RIMAS
Bajo el pendón de los libres
Iba a desnudar* su acero,
Lleno de noble energía,
Y de patriotismo lleno.
II
Campón tranquilo vivía
Bajo del paterno techo:
Ciñóse al punto su espada,
Montó un veloz parejero,
Y voló do le llamaban
De la corneta los ecos.
Ni le detuvo el peligro,
Ni el triste llanto materno,
Ni del amor las dulzuras,
Ni del dolor los lamentos:
Sólo escuchó al patriotismo
Que atesoraba en su pecho.
III
A la orilla de un arroyo
Se ven veinte coraceros
Dispersados en guerrilla
Sobre caballos ligeros;
Se ven al frente asomar
Bajo las talas y ceibos
Que baña el Santa Lucía
Mil y quinientos guerreros;
Y el denodado Campón
Mandando los coraceros
Con firmeza les repite :
POESÍAS PATRIÓTICAS
59
"¡Firmes! Firmes en su puesto!"
Lanzando grito salvaje
Viene la tropa de sier\^os,
Como una nube de polvo
O una bandada de cuervos.
Campón, cual muro de bronce,
El choque espera sereno,
Y a sus valientes soldados
Manda hacer continuo fuego,
Y cuando balas no tuvo,
Dijo, la espada blandiendo:
"¡La carabina a la espalda;
"Sable en mano, coraceros!"
IV
Santander con su escuadrón
Se lanza en el entrevero;
Cuadra, ¡A la carga! ¡a la carga!
Repite con voz de trueno;
Sigue Blanco con sus bravos
Montados en moros negros.
Por su valor y su arrojo
Es conocido el primero,
Y se distingue el segundo
Por su semblante sereno:
La calva frente de Blanco
Es de su alma fiel espejo.
Pues se retratan en ella
La honradez y el ardimiento.
Trescientos hombres le siguen
Cargando al son de degüello,
En protección de los bravos
60 EIMAS
Que lidiando como héroes,
Más que hombi-es de hueso y carne
Parecen hombres de hierro;
Ni les intimida el número,
Ni el morir les causa miedo;
Con sables hechos pedazos
Sus ojos despiden fuego;
Está abollado el morrión
Y sangre vierten sus miembros;
Ruge el plomo en sus cabezas
Y retiembla el pavimento:
Pero ellos, imperturbables,
En medio del entrevero.
Sueltan la rienda al caballo,
Descaigan golpes tremendos;
Y ante su diestra valiente.
Llenos de susto, los siervos
Bajan la mustia cabeza.
Abren un ancho sendero;
Y allí donde del clarín
Resuenan los tristes ecos.
Llenos de sangre y de polvo
Júntanse diez coraceros.
Blanco, que fué rechazado
En el encuentro primero,
Al frente del enemigo
Organiza los dispersos.
Hace tocar a la carga
Y otra vez los lleva al fuego.
POESÍAS PATRIÓTICAS 61
Campón y Alberdi, entretanto,
De los esclavos en medio,
Abandonados se miran
Del hombre, no de sn aliento.
De su alarido de guerra
Retumba el eco a lo lejos;
Al galopar sus corceles,
Con fragor retumba el suelo;
Sobre sus negras corazas
Rechina el fúlgido acero,
Los sables cubren la luz
Sobre sus cráneos sangrientos.
Heroicamente lidiaron,
Cien heridas recibieron,
Y clamando ¡Libertad!
Al suelo cayeron muertos.
Blanco a la carga conduce
A sus valientes de nuevo,
Pero, al querer batallar.
Todos se miran envueltos,
Y cual las hojas de otoño
Por la campaña dispersos.
En vano el buen coronel
Levanta su voz de trueno:
Abandonado y sin gente.
Sólo le ampara su acero.
62 RIMAS
VI
En la inmediata cuchilla
Un i'elámpago de fuego
Brilló, rugiendo con furia
Del cañón el ronco trueno.
Núñez avanza atrevido
Con setecientos guerreros,
Y blande lanza potente,
Montando un tordillo negro.
Es imponente su marcha,
Y por su rostro moreno
El entusiasmo asomaba
Como en la noche un reflejo.
Al marchar de sus campeones,
Al i'elumbrar de sus hierros,
Y al tremolar su estandarte
Los enemigos huyeron.
Los libres, en vez de rostros.
Espaldas tan sólo vieron,
VII
Cuando los viles esclavos
Riendas al caballo dieron.
De cadáveres y de armas
El campo quedó cubierto,
En expiación de los libres
Que con honor sucumbieron.
Cuarenta bravos perdimos
POESÍAS PATRIÓTICAS 63
En este glorioso encuentro;
Y al otro día, al cruzar
Aquel campo de los muertos,
Nuestros soldados decían:
"Tanta sangre vengaremos;
"Por cada gota de sangre
"Un arroyo verteremos."
YIII
En los campos de Cagancha
En medio al humo y al fuego,
El escuadrón de Campón
Admiró por su denuedo.
El ala izquierda ocupaba,
Y en el furibundo encuentro
El eampo quedó sembrado
De hombres y caballos muertos.
Quedó en medio a la cuchilla
De sangre un ancho reguero :
¿Quién lo hizo? El escuadrón
Que por vengar sus guerreros.
Pasó legiones de esclavos
A los filos de su acero.
1839.
VIII
HIMNO
A LOS MÁRTIRES DE LA LIBERTAD
CORO
De América las vírgenes
Con mano temblorosa,
La cabellera frígida,
Sangrienta y polvorosa
De las heroicas víctimas.
Con flores ceñirán.
Entre perfumes célicos
Y grata melodía
De cánticos suavísimos,
Hasta la tumba fría,
Entre aureolas fúlgidas,
Los héroes bajarán.
\
66 KIMAS
Sobre la huesa húmeda
Donde su lauro brilla,
Los pueblos i'edimidos
Doblando la rodilla,
Al trono del Altísimo
Plegarias alzarán.
El Bardo de la América
Invocará su gloria
Y al son de la arpa armónica
De la final victoria,
Sobre su frente indómita
La inspiración caerá.
POETA 1
La tumba del valiente
No pide débil llanto.
Sino del vate ardiente
El estridente canto,
Que imite en su armonía,
Vibrante vocería
Del campo del honor.
¡ Qué importan a los bravos
Las pompas de los templos
Que compran los esclavos!
¡Les bastan sus ejemplos,
Su inmarcesible gloria.
Su tumba, su victoria,
Sus lauros, su valor!
rOESÍAS PATRIÓTICAS 67
Cual rinde su alta frente
El sol al Océano,
Como el audaz torrente
Que baja el ancho llano,
Debe ser la caída
Del que rinde la \'ida
Del pueblo en el altar.
Cantemos a los muertos
En la inmortal pelea,
Que sus despojos yertos,
De América presea,
Valen más que la pompa
Que celebra la trompa
Del poeta servil.
Indómitos guerreros
Triunfantes y caídos
Por los eternos fueros
De pueblos redimidos;
Venid, llegó la hora:
La América hoy valora
Vuestra misión viril.
Llegad, nubes de incienso.
Bañando vuestras fi'entes.
Oiréis el himno inmenso
Que pueblos reverentes
Cantan en el osario,
No al genio sanguinario.
Ni al Régulo opresor.
68 BIMAS
Generaciones nuevas
Ricas de independencia,
Tras dolorosas pruebas
Por fecundar tu herencia,
La ley republicana
Que aclaman soberana.
Guardan con fe y amor.
El genio americano
Desde los altos Andes,
Contempla un mundo hermano
Que con alientos grandes
Prosigue sus destinos
Por ásperos caminos,
Y va a la salvación.
COK o
Sus lívidos cadáveres
Veránse entre humo denso,
Del pueblo, del incienso,
Y entre la pompa nítida
Del templo de Israel.
Relucirán las lámparas
Ante el sombrío coro,
Y al órgano sonoro
Se mezclarán melódicas
Las arpas de Sión.
Resonará en la bóveda
El cántico suave,
f
«
I
I
POESÍAS PATRIÓTICAS 69
Y en medio al ancha nave
Se elevará en el túmulo
La gloria y libertad.
Y el inspirado vate,
Envuelto por el manto
Del entusiasmo santo,
Exclamará profético :
' * i Tu nombre vivirá ! ' '
POETA
La libertad enciende
La consagrada pira;
La fama que trasciende
La gratitud inspira,
Y un mundo rememora
Los nombres que el sol dora
Del Plata al Ecuador.
Cayeron cual gigantes
En medio de la gloria:
Sus páginas brillantes
Abrió la augusta historia,
Y en letras de granito
Su triunfo ha sido inscrito
Con fúlgido esplendor.
Y su pendón miraron
Yaciendo moribundos,
Del suelo se aferraron
Con brazos tremebundos,
70 EIMAS
Cual si al morir peleando
La tierra así abrazando
Quisieran defender.
Y al abrazar la tierra
Con ánimo esforzado,
Su alarido de guerra,
Por el viento llevado,
Resonó en los hogares
Y en los undosos mares,
Cual voz de redención.
Si existe una creencia
Y un pabellón triunfante,
Si es libre la conciencia.
Si en libro de diamante
Se esculpen altos hechos,
Conquista es de los pechos
Que el hierro traspasó ;
De los varones fuertes
Que la espada blandieron,
Que arrostrando mil muertes
En el campo cayeron
Del noble sacrificio
Bajo el marcial auspicio
Del alto galardón.
De todo un pueblo el luto,
De todo un mundo el llanto.
Es postumo tributo
Para su polvo santo,
POESÍAS PATKIÓTICAS 71.
En que renacen palmas,
Y en que resurgen almas
Al soplo del amor.
No necesitan urnas
Ni estatuas levantadas,
Porque las horas diurnas
De luces coronadas
Guardan el monumento,
Que cubre el firmamento
Del hemisferio austral.
CORO
De la tierra sangrienta
Se elevarán los muertos,
Y con rayos inciertos
La luna amarillenta,
El esqueleto pálido
Trémula alumbi'ará.
De luces coronada
La sombra de los fuertes,
En túmulos inertes
Resurgirá animada,
Como inmortal espíritu
De gloria perennal.
Las fúlgidas espadas,
Las bélicas banderas,
Trotones y cimeras.
72 RIMAS
Y lanzas destrozadas,
Cual súbito relámpago
Fulmíneas brillarán.
Se elevarán ardientes
Atléticas legiones
Al pie de sus pendones,
Cuando el Omnipotente
Les diga como a Lázaro :
"Del polvo levantad."
POETA
jLa losa de la tumba
Conmoverá mi lira? —
Oid : El viento zumba,
El Hacedor me inspira.
Siento su soplo ardiente
Que en alas del ambiente
El polvo hace tremer.
i Campeones inmortales !
Alzad la noble frente.
Que adornan las señales
De la metralla ardiente!
Alzaos del frío lecho.
Con voces en el pecho.
Latiendo el corazón.
Rasgad con mano fuerte
La fúnebre mortaja
Con que os vistió la muerte,
POESÍAS PATRIÓTICAS 73
Y oiréis la sorda caja
Que toca ¡ a bayoneta !
La voz de la corneta,
Y el trueno del cañón.
La luna brilla hermosa
Cual lámpara divina
Rielando misteriosa ;
En la región Andina
Su genio se levanta,
Y en torno se quebranta
La tierra con fragor.
Los cascos resplandecen
Cual súbito meteoro,
Las plumas que se mecen
Entre celajes de oro
Anuncian los campeones,
Que en medio a las legiones
Levantan su pendón.
Mil ecos fragorosos
Producen los aceros,
Los potros ardorosos
Relinchan altaneros,
Y en masas apiñadas
De sombras laureadas
Se forma una legión.
i Silencio ! los tambores
Ya la señal han dado,
Y ravo de fulgores
74 RIMAS
El campo ha iluminado.
¡ Gloria a los inmortales
Que pisan los umbrales
De un mundo superior !
¡Mirad, ya no es del alma
Fantasma vaporoso :
Vestidos con la palma
Del mártir generoso,
Después de su caída
Renacen a la vida
De gloria perennal !
CORO
De América las lágrimas
Bañando los cabellos
De los gigantes mártires,
Cual nítidos destellos,
Una corona mística
A sus virtudes cívicas
Y a su valor serán.
En las eternas páginas
Del libro de los hombres,
Como inmortal espíritu
Revivirán sus nombres,
Y las coronas pálidas
De las edades áridas
De gloria teñirán.
El sacro tabernáculo
POESÍAS PATRIÓTICAS 75
De la igualdad preciosa
Protegerán intrépidos
Con su égida gloriosa,
Guardando el texto bíblico
Del inmortal decálogo
Que a un mundo redimió.
Aéreo coro de ángeles
Entonará mil cánticos
Como la brisa plácidos;
La libertad en tanto,
Como visión espléndida,
Tendiendo el ala rápida
Se elevará hasta Dios.
POETA
Como en el Andes brama
El huracán tremendo,
Cuando veloz derrama
El trueno ronco estruendo,
Y en tanto el polo cruje,
Resisten al empuje
Sus moles de cristal;
Así del tiempo el vuelo
Que abate las barreras,
Extiende por el suelo
Sus ondas altaneras,
Chocando resonantes
El muro de diamantes
Del alma libertad.
76 EIMAS
Y ella con faz serena
Sus furias dominando,
Desde la excelsa almena
Los cielos contemplando,
Mira nacer la aurora
De dichas precui'sora.
De paz y de igualdad.
Su inspiración sagrada
Los tiempos anticipa,
Surgiendo de la nada
Los pueblos que emancipa,
Y concita a sus bravos
Rompan de los esclavos
La argolla y el cordel.
Y por eso los nombres
De redentores fuertes
Alientan a los hombres,
Y cuando caen inertes.
Las almas se electrizan,
Y gratas divinizan
Su nombre y su laurel.
Vuestros restos divinos
Son nítidas lumbreras,
Que alumbran los caminos
De edades venideras.
Por donde ardientemente
La juventud valiente
Se lanza al porvenir.
POESÍAS PATBIÓTICAS 77
Vendrán horas serenas
Que caigan en pedazos
Las últimas cadenas
Que amarran nuestros brazos,
Alzando los escudos
Que con brazos membrudos
Vuestro aliento forjó.
En ellos sostendremos
Al genio americano,
Y en él bendeciremos
Al numen soberano,
Que al descubrir un mundu
Hizo brotar fecundo
Un mundo de Igualdad.
Y de Colón la sombra
El ámbito cruzando
Sobre celeste alfombra,
Se elevará clamando :
"¡Al fin, aur'ora, brillas!
' ' i Tiranos, de rodillas !
' ' ¡ Naciones, levantad ! ' '
1838.
TX
INVOCACIÓN
(EN EL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE>
Pueblos, batid vuestro pendón glorioso
Del Atacama al Cabo tempestuoso
Donde se estrella el mar;
Que en este día la nación chilena
Lo hizo ondear sobre la anti^a almena
De independencia al grito popular.
II
Guerreros, por la gloria consagrados.
De inmarcesibles lauros coronados
En el campo de honor;
Despertad del cañón al estampido
Que hoy rememora un pueblo agradecido
Que os debe su existencia y esplendor.
80 EIMAS
III
Niños, alzad las inocentes palmas,
Y ardan en entusiasmo vuestras almas
Al honrar la virtud,
Que niños cual vosotros, vuestros padres
Descendieron del seno de sus madres
Para destruir la dura esclavitud.
IV
Vírgenes puras, como el sol hermosas,
Que os coronáis con perfumadas rosas
La frente virginal;
Cubrid con ellas los sepulcros yertos
De los soldados por la patria muertos
Que cayeron en época inmortal.
V
Sacerdotes del Dios crucificado,
Quemad sobre el altar inmaculado
Inciensos al Señor,
Y suba entre la nube de humo denso
La sublime oración de un pueblo inmenso
Que ensalza de la patria al redentor.
VI
Legisladores de alta inteligencia,
Que alumbrasteis del pueblo la conciencia
Clamando : ¡Fiat Lux!
Si los campeones dieron altos hechos.
Vosotros proclamasteis los derechos
De libertad del hemisferio Sud.
POESÍAS PATRIÓTICAS 81
VII
Ancianos, cuya mano temblorosa
Nos indica la ruta misteriosa
Que debemos seguir;
Bendecid con amor a vuestros liijos,
Para que sigan con los ojos fijos
La estrella que los lleve al porvenir.
VIII
Jóvenes, de la patria la riqueza,
El porvenir está en vuestra cabeza,
Bella es vnestra misión :
Es coronar el noble monumento,
Que simboliza el grande pensamiento
Que inauguró la tierra de Colón.
IX
Sombras de las falanges militares
Que alzaron los escudos tutelares
Al pie del patrio altar;
Dejad caer el hierro fulminante,
E iluminado el plácido semblante,
Vuestra obra venid a contemplar.
X
Naves, izad las flámulas hermosas
Envueltas por las nubes majestuosas
Del humo del cañón,
Conmemorando los gloriosos días
En que Chile botó a las ondas frías
En leño audaz su invicto pabellón.
82 EIMAS
!ÍI
Campos feraces do la mies ondea,
Selvas en donde el pájaro gorgea,
Kíos que vais al mar:
Un himno alzad en nota melodiosa,
Que os fecundó la sangre generosa
Que heroica vena quiso derramar.
XII
Andes, en cuya frente encanecida
La historia americíína está esculpida
En cifra colosal;
Tú que levantas la cabeza al cielo,
Pídele a Dios la lluvia del consuelo
Y a la América baña en su raudal.
1848.
X
AL CÓNDOR DE CHILE ^^
Tú que en las nubes tienes alto nido,
Tiende tu vuelo, cóndor atrevido
Que sustentas de Chile el paladión ;
Sigue del sol la luminosa huella,
Y trae cual Prometeo una centella
Para inflamar con ella a la nación ;
Para encenderla en noble patriotismo,
Y reanimar la antorcha del civismo;
Para templar del pueblo la virtud,
Y calentar los tibios corazones;
Para quemar los últimos girones
Del manto de la torpe esclavitud,
(1) Las armas de Chile estáa sustentadas por un cóndor y un
huemul rampante, a la manera de las armas inglesas.
84 BIMAS
Extiende, extiende el ala vigorosa,
Cual la vela qne en noche procelosa
Alza la nave en negra tempestad ;
Vuela a traer la vivida centella
Que en ochocientos diez, fulgente y bella.
La antorcha hizo brillar de libertad.
Tú sabes ya el camino, ave altanera:
Fuiste de nuestros padres mensajera
Para pedir a Dios chispa inmortal
Y dar fuego de alarma los cañones,
Y derretir los férreos eslabones
De la innoble cadena colonial.
Tú los viste lanzarse a la pelea,
Blandir la espada, sacudir la tea,
Vencer, caer en la reñida acción.
Mientras que tú, cruzando las esferas,
Dabas aire de Chile a las banderas,
Y fuego del patriota al corazón.
Tú los viste en la noche tem.pestuosa
Guiados por tu pui)ila luminosa,
Cual por la estrella el navegante audaz,
Escalar de los Andes las montañas,
Esculpiendo en su cima las hazañas
Que realizaron con vigor tenaz.
Allí también reverberó tu lumbre
Cuando bajó rodando de la cumbre
Desmelenado el iracundo león,
I
1
poesías patrióticas
A par que retumbaba en la eminencia
El grito atronador de independencia
Que repetía el mundo de Colón.
Desde entonces tu llama se ha apagado,
El corazón del pueblo se ha enfriado,
Y ha muerto el fuego patrio en el altar.
Fuego necesitamos: danos fuego,
Que nuestras venas abundante riego
De libertad al árbol dieron ya.
Haz por los hijos lo que en otros días
Hiciste por sus padres, cuando hendías
Las esferas con ímpetu veloz,
Para traer la chispa salvadora
Que de ese sol, que el universo adora,
Brotó, y en tus pupilas puso Dios.
Las alas tiende y vuela hasta los cielos,
Cual vuelas al traer a tus hijuelos
El alimento que la vida da;
Y mientras bajas desde el alta esfera.
Nuestra voz de Septiembre a la bandera
Con himno popular saludará.
Y cuando venga la centella ardiente
Que del cobarde el corazón caliente
Y nos llene de aliento varonil ;
Danos sombra propicia con tus alas.
Mientras que en el espíritu que exhalas
Impregnamos la tiinica viril.
«6 llíJilAS
Después condúcenos a la victoria,
Traza con luz la senda de la gloria
Que nos lleve sin sangre a la igualdad;
Toma luego en tu pico oliva y palma
Y arrancando una chispa a nuestra alma,
Vuélvesela a ese sol de libetrad.
1850.
XI
LA ORACIÓN DE SETIEMBRE
Doblemos la rodilla : ya nace en el Oriente
El sol, que en otros días con brillo refulgente
Inauguró del pueblo la estatua colosal.
Miradla en este templo que alzó la Providencia
Sobre el altar se eleva, fijando la creencia
Que llena nuestras almas de espíritu inmortal.
Chile es su templo inmenso : los Andes sus altares,
Sus flores el incienso, sus cedros los pilares,
Sus aves la armonía, su cielo el pabellón;
Valparaíso el pórtico que hacia la mar se inclina,
Y el sol que nos alumbra, la lámpara divina,
Do arde sagrado fuego de eterna religión .
Mirad cual lo saludan del muro los cañones,
Cual alzan los guerreros sus ínclitos pendones.
En que la estrella luce cual signo de hermandad ;
10
88 EIMAS
Mirad como se riza del mar la blanca espuma,
Cual se disipa en torno la misteriosa bruma,
Y cual se tiñen de oro los Andes, ¡contemplad!
Oid como resuenan los ¡vivas! nacionales,
Cual desde el alta torre sus glorias inmortales
Publica la campana con lenguas de metal;
Oid como retumban los bélicos tambores,
Los cantos de la infancia, del pueblo los clamores.
Que llenan todo el templo cual coro universal.
Doblemos la rodilla, y en nuestros labios vibre
Una oración solemne digna de un pueblo libre.
Que en alas de los tiempos prolongue su rumor.
Doblemos la rodilla, y alzando el pensamiento.
En un amor unidos y un mismo sentimiento,
Boguemos al amparo de un numen protector.
Roguemos por la suerte del mundo americano,
Porque sus nobles hijos con palmas en la mano
En nombre de un principio se abracen con amor;
Roguemos por que caigan los reprobos caudillos,
Que en el altar sagrado dan filo a los cuchillos.
Para apagar, matando, el popular clamor.
Roguemos por que nunca se apague la conciencia.
Para que tenga un culto la excelsa inteligencia
Que dice a la barbarie : — ''¡De aquí no pasarás!"
Roguemos por que todos escriban en sus pechos
Con sangre de sus venas sus leyes y derechos,
¡Que nunca borrar pueda la tiranía audaz!
POESÍAS PATRIÓTICAS 89
Pidamos para el camijo las mieses abundosas,
El pan para los pobres, virtud a las hermosas,
Y para el pueblo todo, la luz de la razón;
i Y ante la tumba fría do yacen nuestros padres,
Que de laurel eterno cubrieron nuestras madres,
Pidamos para todos de paz la bendición!
Este es el ruego digno de un pueblo generoso.
El único que al solio del Todopoderoso
En alas de los ángeles la brisa llevará;
Roguemos, que templados por el sublime ruego.
El alma encandecida del entusiasmo al fuego
A otras generaciones su ardor trasmitirá.
Doblemos la rodilla : ya nace en el Oriente
El sol que a nuestros padres iluminó la mente
Para vaciar en ella de Chile la nación :
¡ Silencio ! en nuestros labios como en el arpa vibre
Una oración solemne digna de un pueblo libre
Que pida para todos Amor y Eedención .
9
I
XII
A LA AMÉRICA
Por las fieras hambrientas perseguido
Cruza indómito potro las llanuras,
Y amarrado con fuertes ligaduras
En sus hombros Mazeppa va tendido .
Por la carrera al fin desfallecido
El bruto cae sobre las breñas duras,
Y libre de sus recias ataduras
Mazeppa se levanta rey ungido.
Así América gime entre cordeles
Al rudo potro colonial atada,
Seguida por jauría de lebreles ;
92 EIMAS
Y exánime, y sangrienta y lacerada
Corre, cae, se levanta y de laureles
Resplandece su frente coronada.
1849.
XIII
A LOS MÁRTIRES DE LA INDEPENDENCIA
Herido y vencedor en la pelea,
Epaminondas cae sobre su escudo,
Abierto el pecho por el dardo agudo
Que mata el cuerpo, pero no la idea.
Y al ver que enhiesto su pendón flamea,
Afloja de la muerte el fiero nudo
Y dice a Tebas: "¡Madre, te saludo!
"Quedan mis hijas: ¡Leuctra y Mantinea!"
También dos hijas bellas nos dejaron
Los que el libre pendón dieron al viento,
Y a su sombra cayeron y triunfaron .
94 KIMAS
Hijas son de su esfuerzo y su ardimiento ;
La Independencia que ellos proclamaron,
La Libertad que dio su pensamiento.
1849.
I
XIV
EL INVÁLIDO
Mira a ese pobre meadigo
De aquella iglesia a la puerta,
Cuya miseria despierta
Simpática compasión;
Y que a todos los que pasan
Tendiendo mano transida,
Pide con voz dolorida
¡Una limosna por Dios!
Es un mártir de la patria,
Un soldado valeroso
Del estandarte glorioso
Que el hemisferio cruzó ;
Soldado que en otro tiempo
Hizo temblar al guerrero
Y que hoy pide al pasajero -.
¡Una limosna por Dios!
96 KIMAS
Ved: en su manga vacía
Se perciben dos galones,
Y de Maipo los cordones
Que la patria le acordó.
Cabo inválido, sin brazo.
Sólo le resta en la tierra
Pedir, después de la guerra,
¡Vna limosna por Dios!
A la puerta de la iglesia
Rememora sus hazañas,
Y las gloriosas campañas
Que en otros días siguió;
Y al señalar con orgallo
De su frente un anclia herida,
Pide con voz dolorida
¡Una limosna por Dios!
" Fui soldado de los Andes,
" En Maipo cabo me hicieron,
" Y las balas deshicieron
" Mi brazo en Ituzaingó :
'^ Entonces mi voz se oía
" En medio del fuego recio,
" Y hoy me arrojan con desprecio
'' ¡Una limosna por Dios!
" ¡De frente! ¡A la bayoneta!
" El coronel nos gritaba,
" Y sin miedo nos llevaba
" A la boca del cañón.
I
4
*
97
POESÍAS PATRIÓTICAS
Con el arma a discreción,
" Metralla y bala llovía,
" Y entonces yo no pedía
" ¡Una limosna por Dios!
" ¡Cuántas veces, en los Andes,
" Al venir la madrugada,
' ' En medio de una nevada
" Mi bigote emblanqueció!
' -• Hoy la nieve de los años
" Mi cabello ha encanecido,
'' Y extiendo la mano y pido
" ¡Una limosna por Dios!
" ¿Dónde están mis camaradas
'' Del Cerrito y Ayacucho,
" Que mordían el cartucho
*« Con indomable valor?
'' ¿Dónde están? tal vez ahora
'' Duermen en la tumba helada,
" O piden con voz quebrada
" ¡Una limosna por Dios!
" Como ellos yo moriré,
" Y en la tierra de mi fosa
" ¿Qué alma verterá piadosa
" Una gota de dolor?
" Y cuando en algún camino
" Bajo los años sucumba,
" ¿Quién dará para mi tumba
<' Una limosna por Diosf
98 KIMAS
Cesa, cesa en tus lamentos,
Cabo lleno de laureles,
Que hay olvidos más crueles
Que los que llora tu voz:
La República Argentina
Bajo el yugo de un tirano
Pide al mundo americano
¡Una limosna por Dios!
1838.
I
i
XV
LA CAMPANA
Profético metal, los ciudadanos
Que de agüero y comento son exentos
A tu voz bailarán por estos llanos,
En tanto que tu voz y tus acentos
Oyen descoloridos los tiranos
Y te atienden los reyes macilentos
QUEVEDO.
(Polimnia — Musa II.)
¡Oh, campana! de mi Patria
Eres símbolo de gloria :
O heraldo de la victoria,
O intérprete del dolor;
Eres corona de bronce
En los aires suspendida,
Que los fastos de la vida
Publicas con tu clamor.
Tú concretas nuestra historia:
Has dado la voz de alerta.
Golpeando de puerta en puerta
Con tu metálica voz;
100 KIMAS
Has anunciado las paces
Adornada con la oliva,
Y orlada con palma altiva
La guerra cruenta y feroz.
Has sido la grave orquesta
De los cánticos triunfales,
Y en los tristes funerales,
Melancólico pregón;
Y colgado de tus cuerdas
Un pueblo de aiidaeia lleno,
Hizo brotar de tu seno
La voz de revolución.
Y tus ecos dilatados
En un mundo resonaron
Cuando en Mayo saludaron
El sol de la redención,
Cuyo vivífico rayo
Como un martillo de oro
Te dio el acento sonoro
De la estatua de Memnón.
Has pregonado cien veces
Por el mundo americano
Las victorias de Belgrano,
De San Martín y Alvear ;
Has concitado a los pueblos
En medio de la matanza,
Y alentado su esperanza
La derrota al publicar.
POESÍAS PATRIÓTICAS 101
En las contiendas civiles,
Esclava de las facciones,
Te ha arrancado tristes sones
La espada del vencedor,
Y dominando el murtnnllo
Del pueblo desenfrenado,
Ante el mundo has protestado
Con dolorido clamor.
Y cuando por un tirano
El pueblo se vio oprimido,
Tú articulaste un gemido
Con tu lengua de metal,
Y otra vez sobre tu torre
Sonarás estrepitosa,
Cuando mires victoriosa
La bandera azul flotar.
Eres la voz del destino
Que presides a las horas,
Que con sus alas sonoras
Te golpean sin cesar,
Y tú, su vuelo mareando,
Generosa en demasía.
Devuelves una armonía
Por el golpe que te dan.
1839.
4
XVI
SÁTIRA A SANDOVAL
AL TRAIDOR QUE ENTREGÓ A ORIBE LAS ILUSTRES
VÍCTIMAS AVELLANEDA Y VIDELA
Le traitre se fait justice,
II se chasse de nos rangs.
Ahí que son nom retentisse
Maudit par nos vétérans.
Babthélemy.
Prendiendo fuego a na templo portentoso,
Erostrato su nombre eternizó;
Vendiendo Judas a Jesús piadoso,
Su fama en el Madero se esculpió .
Entregando al verdugo dos cabezas,
Te has hecho en nuestros fastos inmortal,
Que si no tienes que contar proezas,
Tienes una traición ¡vil Sandovalt
104 RIMAS
¡ Vil Sandoval ! tu nombre será eterno,
Como un remordimiento le iias de oir,
y hasta tocar el linde del infierno,
La maldición de Dios te ha de seguir.
Siete veces traidor, tu, miserable,
De la historia en el libro vivirás.
Como en jardín ameno y deleitable
Vive entre flores el reptil rapaz.
Tú te has hecho justicia con tu crimen:
Mi noble patria batirá las manos,
Al ver que en ti sacuden sucio limen
Los libres que combaten a tiranos.
Sigue por esa huella ensangrentada
Que el verdugo señala con su planta,
Y encontrarás al fin de la jornada
Un buen cordel que oprima tu garganta.
Y mientras tu amo el látigo sangriento
Hace sobre tu espalda resonar.
Yo empuñaré el azote del tormento
Para tu nombre infame flagelar.
jTu nombre! dije: ¿En qué gloriosas lides
Entre la voz del plomo resonó?
¿Entre qué renombrados adalides
Tu acero vencedor relampagueó?
POESÍAS PATRIÓTICAS 105
Mas no en batallas se probó tu aliento :
En pulperías fueron tus campañas,
Armado con un naipe más mugriento
Que el corazón que abrigan tus entrañas.
Pérfido el vaso de licor tendías
Y bajo el poncho armabas el cuchillo,
Y a tus contrarios por la espalda herías,
De bandoleros y ebrios vil caudillo.
Tendido entre las patas del caballo,
En vez de sangre revolcado en vino :
Tales son tus proezas, vil lacayo ;
Tales tus hechos son, vil asesino.
Escoria de la fragua de los vicios.
Tahúr, ladrón, borracho y aun cobarde,
Al buscar de la gloria los auspicios,
De cínica traición hiciste alarde.
¡ Ojos de gato, lengua de serpiente.
Garras de tigre, boca de lagarto !
Satán, sin duda, con un beso ardiente
Selló tu rostro en la hora de tu parto.
Y envidiando el laurel de la derrota,
Y de los libres la última jornada,
Fuiste a vender cual miserable ilota,
Nobles patriotas de alma levantada.
106 KIMAS
Sí, que la inmensa gloria de los bravos
No era para tus hombros sin pujaiiza:
Debes cargar cadenas entre esclavos,
No de los libres la quebrada lanza.
Los libres solos, sa bandera alzando,
Con doble esfuerzo treparán los Andes,
Y entre argentinos que el aliento dando
Los buenos sólo llamaránse grandes.
Tú, Sandoval, la fúnebre guirnalda
Con tus manos inmundas no ajarás,
Porque ese hierro que marcó tu espalda
Te ha impreso ya su cicatriz tenaz.
No azul pendón te prestará su sombra
Sino la planta del señor feroz.
Que haciéndote servir como de alfombra.
Te lanzará, iracundo, torpe coz.
¡ El lodo cubra tu cabeza infame.
Tu cuello dobla al recio bofetón.
De tu señor el pie sangriento lame,
Y de tu labio mane corrupción!
i Sicario vil entre sicarios seas.
Sucios insectos cubran tus heridas.
Arrastrado cual víbora te veas,
Y Dios te dé, para sufrir, mil vidas !
POESÍAS PATRIÓTICAS 107
Sangre bebas en vez de linfa pura,
Sangre tan sólo bebas por doquier,
¡Y al entrar en el lecho, sangre impura
De la almohada veas tú correr!
¡ El más cobarde escúpate a la cara.
Tu nombre sea voz de deshonor,
Mientras mi musa con candente vara
Fija en tu frente el nombre de TRAIDOR !
¡La maldición del mundo eternamente
En tu oído resuene noche y día,
Y las furias con látigo crujiente
Te precipiten a la tamba fría !
Que por las furias siempre perseguido
Llegues a la mansión de Satanás,
Y al darte abrazo estrecho, estremecido.
Dedos ardientes sientas por detrás.
Y que te brinde copa reluciente,
Y al apurarla lleno de embriaguez.
En la lengua te pique una serpiente,
Que surja enfurecida de la hez.
Luego te traiga naipes caldeados,
Y te obligue con ellos a jugar,
Y sientas por tus dedos abrasados
Tu negra sangre a chorros destilar.
108 EIMAS
Y levantando un coro de clamores
Los demonios, al son de innoble trompa,
i Te arrojen donde yacen los traidores.
Con infernal y con grotesca pompa !
I
XVII
GRITO DE ALARMA
(DESPUÉS DE LA DERROTA DEL ARROYO GRAKDE EX 1841)
Alzaos del polvo inerte,
Vencidos, no domado^'
Cerniendo la melena
Como soberbio león :
Alzaos, y ante los bustos
De hermanos degollados,
Levante iin pueblo libre
Su ajado pabellón.
Oíd, que del poeta
Las voces son augustas,
Ya entonen la elegía
O el cántico triunfal .
lio K12IAS
A SU eco se levantan
Los pueblos oprimidos,
Y en pechos maldecidos
Esconden el puñal.
A su eco se alza el pue'ülo
Rompiendo sus cadenas,
Con brazos vigorosos
Más duros que el metal,
Y si en la dura lucha
Dan vuelta las espaldas,
Vuelven, si da la lira
De alarma la señal.
Un día fué en la Grecia
Que en medio a la derrota
Los cantos de Tirteo
Se oyeron resonar,
Y revolviendo al punto
Los escuadrones rotos,
El lauro de victoria
Supieron rescatar.
¿Será que ya en el mundo
No exista el entusiasmo
Ni acorran a la patria
Los hombres de esta edad?
¡ Oh, no ! los corazones
Sacudan ese pasmo,
Y asiendo de la espada
Gritemos : " ¡ Libertad ! ' '
POESÍAS PATRIÓTICAS 111
La libertad no ha muerto,
Y en la sangrienta arena
Donde se ve postrada
Su aliento no rindió :
De heridas traspasada,
Y en rojo humor teñida,
En sus con\aüsas manos
Nuestro laurel salvó .
Secad el triste lloro
Que baña las mejillas
Al sol de la esperanza
Que miro ya lucir.
Los pueblos no se salvan
Con infecundo llanto,
Sino queriendo altivos
Ser libres o morir.
Agrúpense los libres
Al pie de la bandera,
Que las legiones rotas
Aun hacen tremolar,
Y firmes, denodados,
Velando en la trinchera,
Como la sombra al cuerpo
La sigan sin cesar.
Al que huya del peligro,
Al que la muerte tema,
Al que del triunfe dude,
¡ Oprobios, veces mil !
112 RIMAS
Los cascos de los potros
Que doman los valientes
Pisen esas cabezas
Sin nervio varonil.
¡ Verán a los bandidos
Sus puertas derribando,
-. Violadas en su lecho
Las prendas de su amor,
Y en medio a la algazara
De torpes asesinos,
Los cráneos de sus hijos
Colmados de licor!
¡Honor a ios valientes
Que empuñen el acero,
Ck)nfiando en nuestra causa
Con grande corazón;
Y firmes y serenos,
La espada levantando,
De esclavos y tiranos
Detengan la invasión !
¡Honor al que en las filas
Peleando como bueno,
Consagre a sus hermanos
La vida en oblación !
¡ La palma del martirio
Circundará su frente,
Que de los hombres libres
Tendrá la bendición !
POESÍAS rATKIÓTICAS
El fuego, el hierro, el plomo
Llevemos en las manos,
Lidiemos con denuedo.
Caigamos con valor,
y antes que ver la patria
Eevuelta por el fango,
En pálidas cenizas
Salvemos el honor .
Luchad como valientes,
Porque si dais la espalda,
Como a traidores viles
El mundo escupirá;
Luchad, que defendemos
El último baluarte.
Donde salvar podremos
La gloria y el hogar.
j Al arma! i Al arma! Al arma
Y el grito repetido
Haga vibrar las almas
Con súbita emoción,
Y en torno de la hoguera
Que brilla moribunda,
Encienda sus antorchas
Del pueblo la legión.
Arriba, ciudadanos,
Suene de ¡ alarma ! el grito .
Alzar vuestra bandera,
Eodead el patrio altar,
113
111 Km AS
Antes que el nuevo Atila,
Pisando vuestras sienes,
Os haga a latigazos
Del polvo levantar.
¡ De frente, infantería !
La boca en el cartucho,
La cara al enemigo.
La mano en el fusil.
Soldados, adelante,
Rompamos esas filas :
¡ Quien caiga será grande.
Quien huya será vil!
¡ Valientes escuadrones
Que en ardorosos potros
Oís con lanza en ristre
Los ecos del clarín.
En cargas redobladas
Romped esas legiones,
Que alzan bandera roja É
Del campo en el confín!
Tranquilos artilleros,
Al pie de la cureña,
Ardiente lanza-fuego
Tended sobre el cañón;
¡Y entre humo y entre sangre,
Y en nubes de metralla
Vomite cada bronce
Muertes y destrucción !
I
POESÍAS PATRIÓTICAS 11')
Prudentes timoneros
Que con membrudos brazos
Lucháis contra las olas
Que agita el huracán,
Poned la proa al viento
Con ánimo esforzado,
Fijando el gobernalle
Con incansable afán.
Alzad, de alarma al grito,
Vencidos, no domados,
Cerniendo la melena
Como soberbio león;
Alzad, y ante los bustos
De hermanos degollados.
Levante un pueblo libre
Su ajado pabellón,
1841. :
i
I
XYIII
HIMNO AL 25 DE MAYO
(ARREGLADO A MÚSICA)
CORO
Libertad, sube a tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel .
. ESTROFA
Como la flor hermosa
De cáliz recogido,
Que se abre al estallido
Del rayo destructor,
La Patria, al ronco estruendo
Del rayo de la guerra,
En Mayo dio a la tierra
Su aroma y esplendor.
118 EIMAS
CORO
Libertad, sube a tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
, ESTROFA
Esclava Buenos Aires
Gemía en desconsuelo,
Cuando brilló en el cielo
De libertad el sol,
Y entre flotantes nubes
El astro colocando.
Dijo, su sien orlando:
"¡Mirad mi pabellón!"
CORO
Libertad, sube a tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
ESTROFA
Al dar de alarma el grito
Con eco poderoso,
El pueblo generoso
La espada desnudó;
Y destrozó cadenas,
Y derribó coronas.
POESÍAS PATRIÓTICAS
119
y en las opuestas zonas
Naciones redimió.
CORO
Libertad, sube a tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
ESTROFA
Los héroes con su sangre
Sellaron la victoria,
Al sucumbir con gloria
Bajo el sagrado altar,
Y el pueblo agradecido
Sus nombres rememora,
Que el sol de Mayo dora
En la urna tumular .
CORO
Libertad, sube a tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel .
ESTROFA
Con palmas, y laureles
Tejidos con el lirio,
120 RIMAS
La gloria y el martirio
Reciba su ovación ;
Y al son de patrios himnos
Que vuelen por los aires,
Levante Buenos Aires
Su invicto pabellón.
CORO
Libertad, sube a tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
1852.
LIBRO SEGUNDO
ARMONÍAS DE LA PAMPA
I
I
i
I
LIBRO SEGUNDO
ARMONÍAS DE LA PAMPA
A UN OMBÚ
EN MEDIO DE LA PAMPA
Aquí estás, ombú gigante
A la orilla del camino,
Indicando al peregrino
No siga más adelante
En la llanura sin fin.
Tú señalas las barreras
Que dividen el desierto,
Y oyes el vago concierto
Que alzan las auras ligeras
De la pampa en el confín.
f
i
I
I
124 RIMAS
Eres la verde ^irnalda
De la cabana pajiza,
Que vas mardiando de prísa
Con el pasado a tu espalda
Y a tu frente el porvenir.
Donde huye el indio salvaje
Y el cristiano se adelanta,
Tu cabeza se levanta
Susurrando tu ramaje:
"El rancho llegó hasta aquí."
Eres lo último que muere
De la morada del hombre,
Y sin registrar un nombre
Estás contando al viajero
Memorias de hoy y de ayei*.
Al proseguir tu carrera
Por la llanura extendida,
Sobre tu cima florida
Hoy alzas en la frontera
El pendón de nuestra fe.
¿Qué ves más allá? ¿La pampa
Que en contorno se dilata.
El arroyuelo de plata, á
El toldo en que el indio acampa, t
O el inmenso pajonal?
Tú miras allá a lo lejos
Al trasponer aquel monte
En el remoto horizonte,
Como en mágicos espejos
Lo que es y lo que será.
ARMONÍAS DE LA PAMPA 125
Miras la pampa argentina
De ciudades matizada,
Y por mil naves surcada
La laguna cristalina
Que hoy cubre verde juncal;
Miras la pobre cabana
Que en palacio se transforma.
Y que al tomar nueva forma,
Con nuevas luces se baña
Su contorno natural.
Miras al indio tostado,
Que lanzando un alarido.
Va huyendo despavorido
Por el llano dilatado.
En pavoroso tropel;
Seguido del tigre fiero
Que abandona su dominio,
Hoy teatro de exterminio,
Y tras él, el jornalero
Que las transforma en vergel.
No pases más adelante,
Que más lejos, abatido,
Marchito y descolorido
Verás al ombú gigante
Hoy de la pradera rey:
Y en su lugar la corona
Verás alzarse del pino,
Que unido al hierro y al lino
Sirve al hombre en toda zona
Para dar al mundo ley.
I
126 EIMAS
Ese destino te espera,
Árbol, cuya \'ista asombra,
Que al caminante das sombra^
Sin dar al rancho madera,
Ni al fuego una astilla dar;
Recorrerás el desierto
Cual mensajero de vida,
Y, tu misión concluida,
Caerás cual cadáver yerto
Bajo el pino secular.
1842.
4
4
11
A SANTOS VEGA
PAYADOR ARGENTINO
Cantando me han de enterrar.
Cantando me he de ir al cielo.
Saktos Vega.
Santos Vega, tus cantares
No te han dado excelsa gloria,
Mas viven en la memoria
De la turba popular;
Y sin tinta ni papel
Que los salve del olvido.
De padre a hijo han venido
Por la tradición oral.
Bardo inculto de la pampa,
Como el pájaro canoro
I
128 EIMAS
Tu canto iiido y sonoro
Diste a la brisa fugaz;
Y tus versos se repiten
En el bosque y en el llano,
Poi' el gaucho americano,
Por el indio montaraz,
¿Qué te importa, si en el mundo
Tu fama no se pregona,
Con la rústica corona
Del poeta popular?
Y es más difícil que en bronce,
En el mármol o granito,
Haber sus obras escrito
En la memoria tenaz.
¿Qué te importa? ¡si has vivido
Cantando cual la cigarra,
Al son de humilde guitarra
Bajo el onibú colosal! É
¡ Si tus ojos se han nublado
Entre mil aclamaciones.
Si tus cielos y canciones
Por tradición vivirán !
Cantando de pago en pago,
Y venciendo payadores,
Enti'e todos los eantores
Fuiste aclamado el mejor;
Pero al fin caíste vencido
En un duelo de armonías,
ARMONÍAS DE LA PAMPA 129
Después de payar dos días;
Y moriste de dolor, ^
Como el antiguo guerrero
Caído sobre su escudo,
Sobre tu instrumento mudo
Entregaste tu alma a Dios;
Y es fama, que al mismo tiempo
Que tu vida se apagaba.
La bordona reventaba
Produciendo triste son.
No te hicieron tus paisanos
Un entieíro majestuoso,
Ni sepulcro esplendoroso
Tu cadáver recibió;
Pero un Fago te condujo
A caballo hasta la fosa,
Y muchedumbre llorosa
Su última ofrenda te dio.
De noche bajo de un árbol
Dice que brilla una Uama,
Y es tu ánima que se inflama,
¡ Santos Vega el Payador !
(1) Histórico. Santos Vega murió de pesar, eegún tradición,
por haber sido vencido por un joven desconocido, en el canto que
los gauchos llaman de contrapunto, o sea de réplicas improvisadas
en verso, al fon de la guitarra que pulsa cada uno de los cantores.
Cuando la inspiración del improvisador faltó a su mente, su vida
se apagó. La tradición popular agrega que aquel cantor descono-
cido era el diablo, pues sólo él podía haber vencido a Santos Vega.
130 BIMAS
¡ Aíi ! levanta de la tumba !
Muestra tu tostada frente,
Canta un cielo derrepente ^
O una décima de amor!
Cuando a lo lejos divisan
Tu sepulcro triste y frío,
Oyen del vecino rio
Tu guitarra resonar.
Y creen escuchar tu voz
En las verdes espadañas,
Que se mecen cual las cañas
Cual ellas al suspirar.
Y hasta piensan que las aves
Dicen al tomar su vuelo:
' ' ¡ Cantando me he de ir al cielo ;
"Cantando me han de enterrar!"
Y te ven junto al fogón,
Sin que nada te arrebate,
Saboreando amargo mate
Veinticuatro horas payar.
Tu alma puebla los desiertos,
Y del Sud en la campaña
Al lado de una cabana
Se eleva fúnebre cruz;
(1) Lo mismo que improvisado.
I
1
AEMONÍAS DE LA PAMPA 131
Esa cruz, bajo de un tala
Solitario, abandonado,
Es símbolo venerado
En los campos del Tuyú.
Allí duerme Santos Vega;
De las hojas al arrullo
Imitar quiere el murmullo
De una fúnebre canción.
No hay pendiente de sus gajos
Erdutada y mustia lira,
Donde la brisa suspira
Como un acento de amor.
Pero las ramas del tala
Son cual arpas sin modelo,
Que formó Dios en el cielo
Y arrojó a la soledad ;
Si el pampero brama airado
Y estremece el firmamento,
Forman místico concento
El árbol y el vendaval.
Esa música espontánea
Que produce la natura,
Cual tus cantos, sin cultura,
Y ruda como tu voz,
Tal vez en noche callada,
De blanco cráneo en los huecos.
Produce los tristes ecos
Que oye el pueblo con pavor.
132 EIMAfi
¡Duerme, duerme, Santos Vega!
Que mientras en el desierto
Se oiga ese vago concierto,
Tu nombre será inmortal;
Y lo ha de escuchar el gaucho
Tendido en su duro lecho.
Mientras en pajizo techo
Cante el gallo matinal.
¡Duerme! mientras se despierte
Del alba con el lucero
El vigilante tropero
Que repita tu cantar,
Y que de bosque en laguna,
En el r'epunte o la hierra,
Se alce por toda esta tierra
Como un coro popular.
Y mientras el gaucho errante
Al cruzar por la pradera.
Se detenga en su carrera
Y baje del alazán;
Y ponga el poncho en el suelo
A guisa de pobre alfombra,
Y rece bajo esa sombra,
¡ Santos Vega, duerme en peiz !
1838.
III
EL PATO
CUADRO DE COSTUMBRE
Clara, bella y perfumada,
Era una tarde serena.
De esas tardes en que el cielo
Todas sus galas ostenta,
En que la brisa y la flor
Nos hablan con voz secreta,
En que las bellas suspiran.
En que medita el poeta.
En que el infame se esconde,
Y en que el pueblo se recrea.
Y matizando la alfombra
De una extendida pradera
Se ve una alegre cuadrilla
Con sus vestidos de fiesta,
Porque cien gauchos reunidos
Las pascuas de Dios celebran.
134 BIMAS
En las aucas del caballo -.
Cada cual lleva su bella, ■
El que ufano con su carga
Bate el suelo con soberbia,
Mientras que el viento levanta
La nevada pañoleta,
Que acaricia las mejillas
Del jinete a quien estrecha
Tal vez por no resbalar. . .
Quizá de puro coqueta.
No llevan collares de oro,
Ni caravanas de perlas,
Ni relucientes sombreros,
Ni corbatines de seda:
Humildes son los vestidos
Que las mujeres ostentan ;
Y bajo pieles curtidas
Y de ponchos de bayeta
Aquel nóstico gauchaje
Alma independiente alberga,
Como el tosco ñandubay
Bajo su áspera corteza
Roba a la vista del hombre
Del corazón la belleza.
II
Encima de una loma
Se ven a las muchachas
Haciendo con donaire
Pañuelos agitar;
I
ARMONÍAS DE LA PAMPA 135
Y en tanto, en la llanura
En círculo formados,
Se ven de los jinetes
Los ponchos ondear.
Sus ojos resplandecen
Eadiantes de alegría.
Que templa con sus sombras,
Del rostro la altivez.
Con juegos lierculáneos
Festejarán el día.
Que el pueblo hasta jugando
Respira robustez.
Diríanse campeones
Que esperan la pelea
Que anuncian con estruendo
Las lenguas del clarín :
La inercia los consume.
Mas si el cafíón humea,
Con varonil coraje
Buscan glorioso fin.
Tal vez unas carrei'as
Esperan a porfía
Para cubrir de palmas
Al potro más veloz. . .
Mas no, todos desean
Robustecer el alma,
Por eso ¡El Pato! El Pato!
Repiten a una voz.
13
133 El MAS
¡ El Pato ! juego fuerte
Del hombre de la pampa,
Tradicional costumbre
De un pueblo varonil.
Para templar los nervios,
Para extender' los músculos
Como en veloz carrera,
En la era juvenil.
Las fiestas populares
De un pueblo de valientes
Semejan a las rudas
Caricias del león,
Porque el pampero raudo
Batiendo en esas frentes
Parece que inocula
Vigor al corazón.
Ya todos se aprestaban
A comenzar la pugna.
Asiendo de las garras
Con fuer'za de titán:
Los pies en los estribos
Apoyan con pujanza,
Y esperan afanosos
Del jefe la señal.
Las madres, las esposas
Contemplan aquel grupo,
Pendientes del latido
Del brazo muscular;
ARMONÍAS DE LA PAMPA 137
Mas de repente vese
Que las manijas sueltan,
Y se oye entre el corrillo
Sordo rumor vagar.
¿Quién desarmó la fuerza
De los cincuenta brazos,
Que un pino gigantesco
Podrían sacudir?
Dos hombíes que se acercan
Al medio de la liza,
Y muestran ser campeones
Que quieren combatir.
III
El uno es Diego Zamora
Apellidado el ' ' valiente ' ',
Cuya daga vencedora
A sus contrarios devora
Y es el terror de la gente.
Su mirada decidida
Y negra su cabellera;
Y una sonrisa atrevida
Del labio está suspendida
Revelando un alma fiera.
Lleva un facón en la falda,
Lleva un poncho balandrán
138 RIMAS
Terciado por inedia espalda,
Y del campo la esmeralda
Huella en un potro alazán.
El otro es Pedro de Obando,
Compañero de fatigas
De Zamora, y peleando
Anda con él desafiando
Las partidas enemigas.
Estriba con bizarría
Y la espétela nazarena
Suspira en dulce armonía,
Como grillos que a porfía
Lloran del preso la pena.
Guapos el Pago los llama,
Y el alcalde salteadores,
Pero publica la fama
Que no la avaricia inflama
Su pecho en vivos ardores.
Ligados por nudo fuerte,
Los dos siguen un camino:
Hermanos de vida y muerte
Aceptan la misma suerte
Bajo el yugo del destino.
ARMONÍAS DE LA PAMPA 139
IV
Adelantóse Zamora
Y sujetando la rienda,
Pidió parte en la contienda
Con altanera atención.
Todos a una voz gritaron
"Que entren Zamora y Obando'
Y entonce el pato tomando,
Zamora con él salió.
Picaron todos de espuelas
Galopando a rienda suelta
Para pi'ocurar la \"uelta
Del jinete vencedor;
Mas en vano corren, vuelan,
Gritan, pegan, forcejean,
Y resudan, y espolean,
Y le siguen con furor.
Hasta que al fin un jinete
Lo alcanza, y con mano fija
Asiendo de la manija
Hizo el caballo cejar,
Pero Zamora con furia
Lo lleva de una pechada.
Dejando en tierra estampada
De su triunfo la señal.
140 EIMAS
Pero tres nuevos atletas
Dispútanle su presea,
Y él en tr'emenda pelea
La disputa a todos tres.
Forcejean, y tendidos
Furiosos luchan en vano
Por quebrantar una mano
Que hierro parece ser.
Crujen, se estiran los miembros,
Se hinchan de sangre las venas,
Y enronquecidos, apenas
Pueden el aire lanzar;
Mas él, firme en sus estribos
Como animado centaura.
Disputa a todos el lauro
En combate desigual.
Llegan tres más, y Zamora,
Con la presteza del rayo
Dando riendas al caballo
Las manijas les quitó:
Dos de ellas fueron al suelo
En pos del tremendo empuje,
Y el que queda firme ruge
De vergüenza y de furor.
Y corriendo
Desbandados,
I
I
ABMONÍAS DE LA PAMPA 141
Y empapados
En sudor,
A Zamoía
Todos siguen,
Y persiguen
Con furor.
Ya lo alcanzan
O despuntan,
Ya se juntan
En redor,
Cual las hojas
De una planta
Que levanta
El ventarrón.
Cual relámpago
Flamígero,
El alígero
Alazán,
Los zanjones
Que encontraba
Los salvaba
Sin parar.
Y por último,
Rendidos,
Alaridos
Dan de paz,
142 El MAS
Y las gorras
Que se quitan
Las agitan
En señal.
VI
Zamora entonces levantando en alto
El pato, cual si fuese una bandera,
Detiene del caballo la carrera
Y le hace el freno con furor tascar,
Y así parado en medio de la pampa
Con su ademán a todos desafía ;
Mas viendo que ninguno se movía
Dirige a todos la señal de paz.
Torció las riendas del soberbio bruto
Y a trote largo adelantóse al rato
Llevando al lado el disputado pato
Que a gruesas gotas de sudor ganó ;
Y al acercarse ante el vencido corro,
Se desciñó del rostro su barbijo,
Y estas palabras atrevidas dijo
Que la turba entre aplausos recibió :
"Si hay quien dispute que gané la palma
"Atesé al punto a la cintura un lazo,
"Que yo tan sólo con mi izquierdo brazo
"Jinete, y pingo, y pato arrastraré."
AKMOKÍAS DE LA PAMPA 143
Nadie admitió su formidable reto:
Tan sólo Obando en ademán airado
Sacó del anca un lazo que arrollado
Una serpiente parecía ser.
Por la presilla lo fijó en su cuerpo
Y poí la argolla se lo dio a su amigo
Quien se admiraba hallar un enemigo
En el bermano que le diera Dios;
Pero impulsado por feroz orgullo,
Asió del lazo en la siniestra mano,
Y a gran galope atravesando el llano,
Tirante el lazo entre los dos quedó.
Cual hosco toro que en lazada envuelto
Se niega altivo a obedecer la fuerza,
Y rebramando con furor se esfuerza,
Y aspa y pezuña quiere allí clavar.
Tal Pedro Obando con poder resiste
Al férreo brazo de que está pendiente,
Mientras el lazo entre los dos, cinijiente,
Se ve como una víbora oscilar.
Silencio pavoroso en torno reina:
Enmudece el frenético alarido,
Y sólo se oye el fúnebre crtijido
Del lazo palpitante entre los dos ;
Mas de repente resonó un gemido
Dos espirales al formar el lazo,
144
RIMAS
Y cada cual llevando su pedazo,
Envuelto en él, al polvo descendió.
(i)
1839.
(1) Para la mejor inteligencia de este cuadro, véase la nota
correspondiente al final de la obra.
I
1
IV
EL CABALLO DEL GAUCHO
Mi caballo era mi Tida.
Mi bien, mi ilnico tesora.
Juan M. Gutiérrez ,
Mi caballo era ligero
Como la luz del lucero
Que corre al amanecer;
Cuando al galope partía
Al instante se veía
En los espacios perder.
Sus ojos eran estrellas,
Sus patas unas centellas,
Que daban chispas y luz :
Cuanto lejos divisaba
En su carrera alcanzaba,
Fuese tigre o avestruz.
146 RIMAS
Cuando tendía mi brazo
Para revolear el lazo
Sobre algún toro feroz,
Si el toro nos embestía,
Al fiero animal tendía
De una pechada veloz.
En la guardia de frontera
Paraba oreja agorera
Del indio al sordo tropel,
Y con relincho sonoro
Daba el alerta mi moro
Como centinela fiel.
En medio de la pelea,
Donde el coraje campea,
Se lanzaba con ardor;
Y su estridente bufido
Cual del clarín el sonido
Daba al jinete valor.
A mi lado ha envejecido,
Y hoy está cual yo rendido
Por la fatiga y la edad ;
Pero es mi sombra en verano,
Y mi brújula en el llano,
Mi amigo en la soledad.
Ya no vamos de carrera
Por la extendida pradera,
AEMONÍAS DE LA PAMPA 147
Pues somos viejos los dos.
¡ Oh mi moro, el cielo quiera
Acabemos la carrera
Muriendo juntos los dos !
\
4
LA EEVOLUCION DEL SUB
A BUENOS AIRES
' ' El cuello atado a la servil cadena
' ' Del tirano postrándose a los pies,
" Buenos Aires esclava y miserable
" Ya no es el pueblo de ochocientos diez.
¡Oh Patria! así decían, y entretanto
Tú oías esas voces con desdén,
Esperando mostrar con grandes hechos
Que eras el pueblo de ochocientos diez.
La vista al suelo con dolor bajabas,
Pero en tu corazón había fe,
Y ardiente por tus venas aun corría
La sangre pura de ochocientos diez,
150 RIMAS
Y de repente, cual gigante inmenso
A quien dormido ataran al cordel,
Despertaste rompiendo tus cadenas
Como en el día de ochocientos diez.
" ¿Quién alza el grito?", preguntó el tirano,
Y trueno sordo retumbó a sus pies,
Y la corneta contestó en la pampa :
" ¡Yo soy el pueblo de ochocientos diez! "
Fuiste vencida, cara patria mía,
Tus legiones sufrieron un revés,
Pero nadie dirá que no caíste
Como los héroes de ochocientos diez.
En sus lanzas filosas levantaron
Los sicarios del déspota cruel.
Del inmortal Castelli la cabeza,
Del hijo noble de ochocientos diez.
De la sangre del mártir de la Patria
De cada gota un héroe ha de nacer,
Sangre fecunda, como fué fecunda
La de los muertos de ochocientos diez.
Tus nobles hijos, al mirar su busto,
Del polvo alzaron la humillada sien,
Y levantaron con robustos hombros
El ara santa de ochocientos diez.
4
AKMONÍAS DE LA PAMPA 151
" ¡Venganza al pueblo!", prorrumpieron todc?,
' ' ¡ Palmas al mártir que murió con fe !
' ' i Gloria al que caiga en medio del combate !
" Gloria a los hijos de ochocientos diez! "
Se vio agitar del mártir la cabeza,
Y su ojo frío se volvió a encender,
Y desatado el labio a la palabra,
Clamó: " ¡Sois hijos de ochocientos diez! "
n
EL ALZAMIENTO
En la llanura de la inmensa pampa,
Do de América el genio, firme estampa
Su huella colosal ;
Do el Pampero con alas de gigante
La nube arrastra y la ola que espumante
Alza la tempestad,
Levanta erguida el gaucho su cabeza.
Con el sello de agreste gentileza
Y de genial virtud.
Cuya negra melena al aire flota.
En la tostada frente a la que azota
el ábrego del sud.
159 BIMAS
¡ El gaucho ! noble tipo americano,
Que desdeña doblar ante un tirano
Su indómita cerviz,
Que despreciando halagos femeniles.
Conserva los alientos juveniles
De una raza viril.
Entregado en su estancia al pastoreo,
No escucha el importuno clamoreo
Que eleva la ciudad,
Sino cuando la patria acongojada
Le demanda el apoyo de su espada
Para su ley guardar.
Así, cuando la horrenda tiranía
De Rosas se afirmó, en su agonía
La Patria le llamó :
Y al escuchar su voz, se alzó cual rayo
Del lado del hogar, montó a caballo
Y la lanza empuñó.
" ¡A las armas, valientes! ¡Al combate!
" ¿A quién cobarde el corazón no late
" Al toque de reunión?
" ¡A sus puestos, guerreros argentinos!
" ¡Venid cantando vuestros patrios himnofc
' ' Al trueno del cañón ! ' '
Así dijo Castelli, y mil valientes,
Al toque del clarín, vuelan ardientes
La patria a libertar;
ARMONÍAS DE LA PAMPA 153
No es Castelli caudillo de alta hazaña:
Hombre del pueblo, vive en la cabana
De la mansión rural j
Pero la hermosa causa que proclama.
Millares de hombres a su lado llama,
Que no saben quién es,
Vuelan a las banderas de la gloria,
Y en su frente presagios de victoria
Creeríanse leer.
Castelli los convoca a la pelea
Al pie del pabellón que al aire ondea,
Y que en Mayo nació;
Y en su serena faz resplandecía
El entusiasmo santo en que él ardía
Cuando " ¡Igualdad " gritó.
De guerreros cubierta la llanura,
Y la bandera azul cual siempre pura
Se miró relucir;
Y a la sombra del símbolo divino
Pronunció juramento el argentino
De ser libre o morir.
Castelli desnudó su fuerte espada,
Y a los cielos la vista levantada,
Sereno meditó :
Cruzó su frente signo misterioso,
Y a los libertadores dijo ansioso
Con alta inspiración :
154 KIMAS
¡Compatriotas!, se acerca el fausto día,
De ventura, de paz y de alegría,
' ' De vivir o morir ;
Después que revolquemos en la tierra
Al tirano feroz, no habrá más guerra
" Y se podrá vivir.
¡Soldados!, un antiguo veterano
Que esta bandera sustentó en su mano,
" Os convoca a la lid.
i Insensibles seréis a su llamado,
Y al gemido doliente y prolongado
" De la Patria infeliz?
¡Cómo serlo! ¡Ya el bravo miliciano
Monta a caballo, y con el sable en mano
" Se apresta a combatir!
¡Ya el pueblo entero se alza como un hombre
Invocando de Patria el santo nombre
" Con eco varonil!
A las armas, valientes argentinos,
Venid a decidir vuestros destinos
" Con grande corazón.
¡Paisanos, a líis armas! Derroquemos
Al infame tirano a quien debemos
Llanto y desolación.
De lo alto del pirámide sagrado
¡Libertad! por tres veces ha clamado
" El arcángel de Dios,
AEMONÍAS DE LA PAMPA 155
¡En SU cumbre, después de esta cruzada,
La bandera argentina laureada
" Pondremos con honor!" í'>
¡Viva la Patria! ¡Viva!
¡ Guerra al tirano ! ¡ Guerra !
Por todo el llano y sierra
Se siente retumbar.
Tres mil libertadores
Por la cruz de su espada
A la Patria adorada
Juraron libertar.
Castelli, Kico y Olmos
Al frente de sus bravos,
A los torpes esclavos
Prometen humillar.
Y en alto los aceros,
¡Al combate!, gritaron,
Y al combate volaron
Al son de himno triunfal.
¿En su entusiasmo de héroes.
En sus nobles facciones,
Conocéis los campeones
De Salta y de Maipú?
Son ellos, que atrevidos
Con grande fe en el alma
Adornarán con palma
El estandarte azul;
(1) Histórico. VéaBe la proclama de Castelli.
156 KIMAS
O morirán como héroes
Legando un alto ejemplo,
Que brillará en el templo
De la inmortalidad,
j Honor para la Patria,
Si rompen sus cadenas!
¡ilonor, si de sus venas
La sangre sólo dan!
in
CHASCOMÚS
Mirad la extensa laguna
De Chascomús: majestuosa
Sobre la pampa reposa
Bajo esa bóveda azul.
Allí fué que en otros tiempos
Sobre el indio fugitivo,
Llegp el español altivo
Y alzó la gigante cruz.
¿ Quién, atronando su orilla
Con acento furibundo,
Turba el silencio profundo
Que reina en la soledad?
Por una parte, un gran pueblo
Que sus derechos reclama ;
Por otra, turba que infama
A Dios y la humanidad.
ARMONÍAS DE LA PAMPA 167
Hoy la víctima y verdugo
Se han mirado frente a frente,
Y van en batalla ardiente
A deslindar la cuestión.
j Oh señor, tú que los orbes
Sustentas entre tus manos.
Dispénsale a mis hermanos
Tu divina protección!
Toca el clarín a la carga,
Y cargando a los esclavos.
Se arroja el pueblo de bravos
Con alientos de titán.
¡Viva la Patria! ¡Victoria!
¡Muera el tirano! clamando,
Van las legiones segando
A sable, lanza y pn';al.
Mas ¡ ay !, sus nobles cabezas
Se doblan ensangrentadas,
Y se miran pisoteadas
Por la mesnada feroz.
¡Será, gran Dios, que tu diestra
Mi patria infeliz azota,
Y que su bandera rota
Sea alfombra al opresor!
¡Aun no! Del fuerte Castelli
En medio de la pelea
Aun la azul bandera ondea
Y es un punto de reunión.
158
Recorriendo va a galope
Las legiones desbandadas,
Gritando: "Tenéis espadas;
*' ¡Venid, morid con honor! "
Sereno a su lado marcha
Crámmer, valiente y experto;
Pero cayó al suelo muerto,
Y la pelea cesó.
Sólo los muertos quedaron
En la llanura tendidos,
Y huyeron despavoridos
El vencido y vencedor.
Gloria y honor y laureles
Al que muere batallando,
Y que sus ojos cerrando
Aun exclama: '^ Libertad!"
Gloria eterna a los que alzaron
La bandera de esperanza,
Y elevaron en su lanza
Los dogmas de la Igualdad.
Nada importa una derrota :
¡No hay que plegar su bandera!
¡ El tigre del Plata muera !
¡ O ser libres o morir !
Argentinos, a caballo,
Y mil veces más, vencidos.
Otras mil veces reunidos.
Volvamos a combatir.
AEMOÍTÍAS DE LA PAMPA 159
IV
CASTELLI
Por los llanos inmensos de la pampa
Vaga Castelli triste y silencioso,
Y en su semblante pálido y ansioso
Está grabado el sello del dolor;
Fiel adalid de un pueblo generoso
Cayó con él en medio del combate,
Mas la derrota que al cobarde abate
No ha destemplado el varonil valor.
Extiende en torno suyo la mirada,
Y en la patria cautiva piensa el bravo ;
No ve sino al tirano y al esclavo,
Al verdugo y la víctima infeliz.
A espectáculo tal cae de rodillas
Con la vista clavada al firmamento,
Y prorrumpiendo en dolorido acento :
** ¡Oh Patria mía, mísera de tí!"
Oyese entonces en el vecino bosque
El rumor de las armas estridente,
Y apretando la espada fuertemente,
Con ademán resuelto se erguió ;
160 KIMAS
Y vio venir a él, husmeando sangre,
Los feroces lebreles del tirano,
Como a la hambrienta jauría que en el llano
A su víctima acosa con furor.
" ¡Muere, salvaje! ", rugen los bandidos,
y él les responde: — " Moriré peleando;
** Si no triunfé en el campo batallando,
" Con mi muerte, de todos triunfaré. "
Y a Dios encomendando su alma fuerte,
Traba con todos angustiosa lucha,
Y circundado, con tesón relucha,
Y repite: — " Peleando moriré. "
Al suelo cayó al fin hecho pedazos
Sin desmayar su espíritu valiente,
Y dio a la patria con valor consciente
Cuanto podía como mártir dar.
Y los feroces tigres carniceros
El cadáver caliente degollaron,
Y con impía planta profanaron
Los despojos del héroe popular.
Y su busto sangriento y palpitante
Pusieron por escarnio en la picota ;
Y su sangre que cae gota por gota
Marcando está las horas del dolor.
El pueblo le contempla con asombro
Y de su labio cárdeno y helado
Parece que esperase atribulado
El grito de Es'peranza y Redención.
ARMONÍAS DE LA PAMPA 161
Clavada está en un palo su cabeza
Cual señal que concita a la venganza,
Como faro que alienta la esperanza
Para un tiempo de paz y libertad;
Que si hoy como trofeo al despotismo
Se mira torpemente escarnecida,
Un día llegará en que bendecida
La circunde aureola celestial.
Héroe del Sud, tus pálidas cenizas
Por la pampa se encuentran dispersadas,
Pero de todo un pueblo veneradas
Tienen sepulcro en cada corazón ;
En la inmortal memoria de tu pueblo
Que nunca el heroísmo ha renegado,
Tu nombre como en bronce está grabada
Tiene tu noble espíritu mansión.
V
LOS EMIGRADOS
Los rotos escuadrones
Salvados del cuchillo,
Buscando otro caudillo
Volviéronse a reunir;
Y en el Tuyú cercados,
Con varonil fiereza
Juraron con firmeza
Libertad o morir.
Ii2 KIMAS
El vencedor soberbio
Cubierto de humor rojo,
En su brutal enojo
Esto llPíTÓ a decir :
" Rendiréis vuestras armas
*' Y seréis mis esclavos. "
Y responden los bravos:
** ¡Libertad o morir! "
Olmos y Rico dicen
A sus fieles guerreros:
*' Valientes compañeros,
** Ya vamos a partir;
" El fuego de la Patria
*' En el alma llevemos
*' Y por ella juremos
** Libertad o morir.
** Para salvar las armas,
*' Dejamos este suelo;
" Buscando con anhelo
" Campo en que combatir:
" Y sea nuestro grito
" Al dejar esta playa,
" Y al entrar en batalla,
* * ¡ Libertad o morir ! ' '
** ¡Busquemos otro campo!
Mil voces contestaron...
¿Pensáis que derramaron
Un llanto femenil?
ARMONÍAS DE LA PAMPA 163
En mísero abandono
Sus hogares dejaban,
Y tan sólo exclamaban :
*' ¡ Libertad o morir ! "
Antes que como infames
Doblegar la cabeza,
Supieron con firmeza
Sus cabezas erguir:
Y dejaron la Patria
Y a las naves subieron,
Y otra vez repitieron :
" ¡ Libertad o morir ! '*
" Adiós, patria, " decían,
" Para tí viviremos,
" Y por tí moriremos
" En la porfiada lid ;
" Que si tus caras playas
" Piemos abandonado,
" Es porque hemos jurado
" Libertad o morir, "
164 BIMAS
EPILOGO
Por las llanuras del Sud
Yacen do quier esparcidas
Las semillas bendecidas
Del árbol de libertad.
Con la sangre del martirio
Ha sido ese árbol regado :
Si sus ramas han cortado,
El tronco intacto quedó.
Cuando en los campos del Sud
Clave su pendón la gloria,
Y el arcángel de victoria
Bata su palma inmortal,
Con potente lozanía
Brotarán esos raigones,
Y gigantes dimensiones
El árbol adquirirá.
LIBRO TERCERO
POESÍAS DIVERSAS
LIBRO TERCERO
POESÍAS DIVERSAS
EL VALS
Le valz bondit dans son sphérique empire.
Alfred de Tigny.
Del valse los acordes
Cual aves voladoras,
Batiendo alas sonoras,
El aire hace vibrar ;
Y a sus alegres notas
Los grupos se estremecen
Como los vientos mecen
Las ñores de un rosal.
15
168 BIMAS
Ya la armonía
Con freno de oro,
Gobierna el coro
Puesta de pie:
Su alada planta
Traza ligera
Mágica esfera
Que nadie ve.
Unamos
El brazo
Con lazo
Tenaz,
Con doble
Latido
Sentido
A compás,
Y en rápidos
Giros,
i Suspiros
De amor,
La brisa
Se lleve
Con leve
Rumor !
I
POESÍAS DIVERSAS 169
Ya cruzan las parejas
Y alegres se suceden,
Y todos se preceden
Y giran sin cesar,
Como se balancean
Las matinales brumas,
O candidas espumas
Del agitado mar.
¡ Oh vals, trasunto
De la armonía !
Tú de alegría
Sabes colmar
El alma triste
De los dolientes
Que en tus corrientes
Miras flotar.
Tú eres la imagen de nuestra vida,
Cuando con giros precipitados
Por tus cadenas aprisionados
A tus cautivos miras correr.
Así del hombre giran las horas
Encadenadas por el destino,
Y en torno suyo cual torbellino
Pasan... ¡más nunca se ven volver!
170 KIMAS
Cada giío presenta un aspecto
Como faro que brilla y se eclipsa :
Ya es un rostro con grata sonrisa,
Ya una frente que anubla el dolor.
Así el hombre mezclado a la danza
De las horas con paso diverso
Ve un aspecto propicio o adverso,
Que entristece o que llena de amor.
¡Mas veo que mi alma su vuelo levanta!
Reclina en mis hombros tu candida sien.
Que el círculo breve que ocupe tu planta
Será mi universo, mi mágico Edén.
¡Yo quiero cautivo vivir en tus brazos,
Yo quiero a tu ritmo mi paso arreglar,
Y unido a tu vida con mágicos lazos
Mirando tu rostro por siempre valsar!
1841.
I
II
DESESPERACIÓN
(CANCIÓN ARREGLADA A MÚSICA)
Todos se alejan de mí
Como de un hombre maldito,
Que lleva en su frente escrito
Signo de reprobación.
¡ Corazón !
Triste estás y solitario,
Como vaso funerario
En túmulo de expiación.
¡Oh mundo!, a la playa estéril
Me lanzaste de tu seno,
Cual deposita en el cieno
Su hirviente espuma la mar;
172 EIMAS
Y al trazar
Mi oscuro nombre en la arena,
Tu planta allí me condena
A ver mi nombre borrar.
Peregrino en tus hogares
Viviendo en perpetua guerra,
Llena de espinas la tierra
Bajo mi planta sentí...
¡ Ay de mí !
A la fuente de la vida
Por el mundo bendecida
¡Sólo llanto y sangre di!
Una llama celestial
Ardió una vez en mi pecho,
Velando junto a mi lecho
Un ángel consolador . . .
¡Era amor,
Que los dolores suaviza !
¡Mas se convirtió en ceniza
Aquel sueño encantador!
Pedí consuelo al saber,
Y sus ardientes misterios
Eran horribles cauterios
A mi atormentada sien ;
Y al vaivén
De las olas de la duda
Mi inteligencia, desnuda
Quedó de esperanza y bien.
4
I
I
POESÍAS DIVERSAS 173
Con la sonrisa en el labio
Y con la miel en el alma
Un día tuve de calma
Al presentir la amistad.
¡ Falsedad !
Sus manos estaban frías,
Yertas quedaron las mías
Y volví a la soledad.
Culto a la patria rendí,
Y por conquistar un nombre
Que lustre diese a mi nombre,
Combatí por su pendón.
¡ Ilusión !
Alcancé lauro bastardo,
Y una corona de cardo
Fué todo mi galardón.
¡ Azoten mi sien tus alas !
¡ Que tus cordeles me amarren.
Que tus uñas me desgarren.
Sombrío genio del mal !
Que un fanal
Alza otro genio divino,
¡Alumbrándome el camino
Que cruza el alma inmortal!
1838.
«
I
III
EN LA TUMBA DE UN POETA
(FRAGMENTOS)
Poeta, que cual sombra fugitiva
Cruzaste por el valle mundanal,
Duerme, mientras un hombre a tu sepulcro
Llega a entonar un himno funeral.
¡Leve te sea el polvo! Mis acentos
No vengan tu reposo a perturbar . . .
Que ensalzando tu genio y tus virtudes,
Una lección al pueblo quiero dar.
176 El MAS
Que aunque yaces helado en ese lecho,
Aun vive aquí tu espíritu inmortal,
Como un perfume que la vida impregna
Y pasa de una edad hasta otra edad.
Y la musa que vela en tu sepulcro
En medio de la triste soledad,
Aun hace estremecer tu dulce lira,
Y en cenizas, el fuego hace brotar.
II
Como una flor purísima y lozana
Nacida en estancado cenagal,
Así vivías tú, genio ignorado.
En medio de este páramo glacial ;
Y cual se eleva del pantano infecto
De su perfume grata suavidad,
Así tu acento se elevaba puro
A la mansión de la eternal bondad.
i Pobre poeta ! Ni un hermano tierno
Llegó tu mano candida a estrechar,
Mientras que en tu volcánica cabeza
Germinaba la idea fraternal: —
Que debían los hombres agruparse
Enarbolando símbolo de paz,
Y ayudándose todos como hermanos
Conquistar la anhelada libertad.
Hoy sobre el yerto polvo que te cubre
Nadie su llanto viene a derramar,
POESÍAS DIVERSA.S 177
Porque proscripto por feroz tirano
Moriste lejos del país natal. . .
Y al extranjero muerto en el destierro
Nadie llega su ofrenda a tributar.
Jamás excelso circundó tu frente
El lauro hermoso que la patria da,
Y que en la sien augusta del poeta
Semeja una aureola celestial.
La corona de espinas del martirio
Ensangrentó tu macilenta faz.
Ignoto y melancólico pasaste
Para volar al cielo a descansar ;
Porque el genio es un pobre jornalero
Que fecunda la tierra con afán,
Y la hace producir sabrosos frutos
Que no es dado a sus labios el gustar.
¿Quién, como tú, sembró, noble poeta,
Esa semilla fértil y vivaz.
Que en los hermosos días venideros
Ha de regenerar la humanidad?
Republicano de alma incontrastable
Cantaste a la divina libertad.
Con una voz intensa y poderosa
Que agitaría la ola popular,
Y despertase la alta inteligencia.
Que al cielo remontara en vuelo audaz,
¡Mientras tranquilo, el mundo contemplando,
Como estatua sobre alto pedestal.
Podías con los ojos del espíritu
Yer los hombres y días de otra edad !
178 KIMAS
¡Y te arrojó la patria de su seno
Porque rendiste culto a la verdad!
No la patria, verdugos que su cuello,
Oprimieron con planta criminal.
Errante por el mundo con tu lira
Fuiste sus infortunios a cantar.
Ora en las ruinas de la antigua Roma
Do se asienta la inercia y liviandad,
Evocando la sombra de los Gracos
En las tumbas te vieron meditar :
Que impelida del soplo democrático
Midió el mundo con paso colosal,
Pero cayó sin fuerzas cuando airada
Su escudo le quitó la libertad,
Que deserta las glorias de los pueblos
Si la virtud su apoyo no le da.
Saludaste las playas de la Grecia
Libre del torpe yugo musulmán ;
Que un pueblo, si desplega su bandera
Movido de potente voluntad,
O muere cual Leónidas en Termopilas,
O triunfa cual la Grecia en nuestra edad.
En las montañas de la fresca Helvecia,
En la voz del torrente y huracán.
Creíste sentir el silbo de la flecha
Con que a su patria Tell dio libertad ;
Que la naturaleza habla a los hombres
Para los grandes hechos recordar.
I
POESÍAS DIV BESAS 179
Bajo el arco grandioso de la Estrella,
De estéril gloria monumento audaz,
Pensaste en los principios fecundantes
Que al mundo reveló la libertad,
Y en la palabra que batía en brecha
Cuatro tablas que alzó la vanidad.
Desde ellas el coloso de este siglo
La libertad del hombre quiso ahogar,
Pero tendiendo su ala abrasadora
De su labio brotó la tempestad,
Y lo estrelló en la roca solitaria
Que es a la vez su túmulo y altar (1).
En el solar de nuestra madre patria
Te miraron su historia interrogar:
Do quier hallar la religión y gloria,
Sin encontrar jamás la libertad :
Flor que ostenta del iris los colores
Sin el perfume que la rosa da.
Te vieron de Albión en los umbrales
Esa fábrica altiva contemplar,
Donde se quema incienso a la justicia
Y se ensancha la esfera intelectual . . .
Pero al llegar al interior del templo
Y doblar la rodilla ante el altar,
Viste el becerro de oro entronizado
Y minado en su base el pedestal.
Que no es cimiento sólido de un pueblo
La opulencia sin pública moral.
(1) Esto se escribía en 1838.
180 KIMAS
Pero al volver los ojos a tu patria
Era tu pecho de esperanza un mar,
Que al través de la niebla de los siglos
El porvenir quería iluminar.
La mirabas ceñida con la oliva
Brindar al mundo el néctar de la paz,
Derramar el bautismo de la ciencia
Y de virtud la miel en el hogar,
Y al ensalzar del hombre los derechos
Su culto tributar a la verdad.
Las creaciones fecundas de los genios
De su frente mirabas irradiar,
Y veías en zona luminosa
A la espada civil sobre el altar;
Mudo el cañón, que en los presentes días
Al más potente la justicia da,
Y alumbrando este cuadro de ventura
De la verdad el fúlgido fanal.
¡Dulce era entonces el mirar la patria.
Que era tu canto de la fe raudal,
Y daba aliento al corazón cobarde
Para esperar los días que vendrán!
Tú nunca renegaste la esperanza
Y a su manto te asiste con afán :
Ella fué tu constante lazarillo
En medio de la densa oscuridad,
Y al seguir tras su huella luminosa
Decías : — ' ' Yo te veo ¡ oh libertad !
" Pija en el horizonte nebuloso
POESÍAS DIVERSAS 181
" Como el astro del polo en alta mar:
" Te veo por el orbe peregrina
" Vestida con el rústico sayal,
" Pero el báculo fiel de la esperanza
■' Me indica que tú A^as a descansar
" En las hermosas playas de mi patria,
** Más hermosas el día en que entre palmas
" Te reciban con cántico triunfal."
Sí, poeta, algún día nuestra patria
Los himnos de la unión entonará,
Y entonces en la plaza y la tribuna
De un gran pueblo la voz se escuchará,
Y sus nobles instintos dirigidos
Nos darán la común felicidad;
Porque libre, pacífico y virtuoso
Residirá su fuerza en la moral.
¡ Esperemos los días venideros :
El rocío la flor fecundará.
El sol relucirá tras negra noche,
Y el cielo nos dará la libertad!
Un himno fué tu vida, que la muerte
Hizo en tus dulces labios expirar.
Como expira el sonido de una cuerda
Que la tensión obliga a reventar.
Moriste, y en tu lecho de agonía
Perdió la patria, en su temprana edad.
Un lauro que adornara su cabeza
En los fecundos días de la paz;
182 EIMAS
Perdió el pueblo la luz que lo guiaría
En medio de la densa oscuridad,
Y lo llevase al linde del camino
Que un destino feliz marcando está.
Mas el mundo, poeta, no veía
De tu genio la excelsa potestad.
Como luz encerrada en vaso opaco
Que llena el interior de claridad,
Sin que perciba el ojo indiferente
La misteriosa lumbre que allí está.
Así resplandecía tu alma pura
Bajo el opaco cráneo del mortal.
Y por eso tu estatua no erigieron,
De pie, sobre marmóreo pedestal,
Ni entonaron el himno funerario
Los poetas en coro universal...
¡ Mas qué importan las pompas de la tierra
Que no mira en su necia vanidad,
Que mientras honra la corteza fría
El alma noble vuela a lo inmortal !
En tu fosa los hombres colocaron
Pobre inscripción en tabla sepulcral : —
"Aquí yacen los restos..." más abajo: —
' ' ¡ Que murió de veinte años a la edad ! ' '
¡Veinte años! Cuando el pie aun vacilante
Ponías de la vida en el umbral,
Cuando para tomar aliento nuevo.
Te sentaste un momento a reposar. , .
Y reposaste en ese frío lecho
En que se acuesta el mísero mortal,
POESÍAS DIVERSAS 183
Con la cabeza de la fe en la almohada
Y en brazos de la inmensa eternidad.
¡Oh tú, que en esa mente generosa
Abrigaste una utopia celestial,
Antes que ver los infortunios nuestros,
En tu lecho de tierra duerme en paz!
m
Era una chispa de la luz divina
Que en una noche descendió del cielo
Para alumbrar tu mente peregrina,
Y que, al brillar la estrella matutina,
Se oscureció en el suelo.
Era una nota del celeste coro
En los espacios del amor perdida.
Que al encontrar tu corazón sonoro
Le hizo vibrar, como a la urna de oro
Por el acero herida.
Era una gota de divina esencia
Por un ángel en tu alma destilada.
Emanación de la alta inteligencia,
Que al impregnar tu rígida conciencia
Dejóla perfumada.
Se oscureció la luz pura y radiante,
Se apagó la suavísima armonía,
184 BIMAS
Se evaporó el perfume penetrante . .
Todo se encierra tibio y palpitante
En esa tumba fría.
rv
Descansa en tu fría almohada,
Con la frente coronada
De laurel ;
y no te importe que el hombre
No haya grabado tu nombre
Con cincel.
Porque un dorado letrero
Se compra por el dinero
Con baldón;
Mas no se compra la gloria,
Ni en el templo de la historia
La mansión. ,
Tú has dejado tus canciones
Que a nuevas generaciones
Pasarán,
Y que ante el genio postrados
Nuestros hijos extasiados
Leerán .
Tus páginas inspiradas
Veránse un día alumbradas
Con fulgor,
POESÍAS DIVERSAS 18&
Sin que se estrellen tus ecos
En cráneos y pechos huecos
Sin amor.
Con mi simpático lloro
Quiero esta tumba regar,
Poeta que tanto adoro,
Sin que el dulce sueño de oro
Venga mi eco a perturbar.
La muerte es sueño profundo,
Descanso del viajador:
Cuando yace moribundo,
Se adormece en este mundo.
Despierta en otro mejor.
En el albor de la vida
Es muy hermoso vivir,
Porque su senda florida
Nos da la imagen querida
Del puerto a que hemos de ir.
Pero esas horas benditas
Pasan con velocidad,
Y envueltas en negras cuitas
Nos quedan rosas marchitas
Que arrastra la tempestad.
186 EIMAS
Y con su manto de hielo
La eternidad nos envuelve,
Y en ancho mar de consuelo
Se esparce el ardiente anhelo
Que la existencia revuelve.
VI
Como antes de la victoria
Suele caer el guerrero,
Tú caíste, jornalero.
Sin concluir tu misión j
Y como el soldado fiel
Sobre sus armas expira,
Caíste sobre tu lira
Con noble resignación.
Pero tu nombre no ha muerto :
El vivirá en la memoria,
Y será grande la gloria
Del poeta popular;
Que en el corazón del pueblo,
Cuando algún poeta gime.
Su canto noble y sublime
Siempre se oye resonar.
Y sus ecos se difunden,
Y se escuchan con encanto,
Llenando al pueblo de espanto
O haciéndole conmover:
POESÍAS DIVERSAS 187
Que el vate en su inspiración
Nuestros sentidos sujeta,
Y con su brazo de atleta
Postra y alza nuestro ser.
Cual vorágine furiosa
Todo arrastra en su carrera,
Cual las pajas de la era
Que arrebata el huracán;
Y del genio poseído,
Ríe, llora, nos encanta,
Y atrevido nos levanta
En sus hombros de titán.
Tus cantos serán oídos
En el pueblo Americano,
Como el nombre de Belgrano,
De Bolívar, San Martín,
Como se oyó en otros días
La corneta atronadora,
Y la armonía sonora
De Chacabuco y Junín.
VII
Ayer el almendro cargado de flores
Estaba, más vino furioso huracán,
Y hoy roto y marchito, sin flores, sin hojas,
Se ofrece a los rayos del gran luminar.
188 EI3IA8
Ayer a mi patria miré que gozaba
Los bienes preciosos de paz e igualdad,
Y hoy veo que esclava, y en sangre revuelta,
Se ofrece a los rayos del gran luminar.
Ayer un tirano con saña decía : —
**¡Yo soy el que manda, y esclavos serán!"
Y hoy roto en pedazos su trono sangriento
Se ofrece a los rayos del gran luminar.
Ayer un poeta cantaba inspirado,
Más vino la muerte con soplo letal,
Y hoy hueco y helado su cráneo potente
Se ofrece a los rayos del gran luminar.
VIII
En este lecho de silvestre grama
No te vendrá a turbar ningún mortal,
Ni el eco torpe que al tirano aclama,
Ni el rumor de la orgía mundanal.
¡Nunca te turbe el grito del hermano
Qae cae herido del furor tenaz,
Y que al posar sobre esta cruz mi mano.
Puedas, poeta, descansar en paz!
1838.
4
IV
PLEGARIA
PARA ADORMECER A UNA SONÁMBULA
Espíritu invisible, que enajenas
Las potencias del alma, y con cadenas
Atas la voluntad:
Tú que gobiernas la imantada barra
Cuando preñada nube se desgarra:
Ven a ensayar aquí tu potestad.
II
Y tú, mujer, bañada en mi creencia,
Recibe en tu alma su impalpable esencia
Cual vaso de elección:
190 BIMAS
Sé tú de la verdad sacerdotisa,
Y ciñe como nueva pitonisa
La aureola que da la inspiración.
in
Duerme, mas no por siempre inanimado,
El sueño por mis manos derramado,
Ángel de castidad;
Como la flor que en noches del estío
Se adormece con gotas de rocío,
Y se despierta en plena claridad.
IV
Reclínate en el ala misteriosa
Del imantado sueño, niña hermosa,
Para soñar de amor;
Que la mujer que sueña es como el ave,
Que oculta su cabeza en ala suave,
Blanca como los velos del pudor.
Permite que a tus ojos ponga venda,
Y que en el fondo de tu mente encienda
La antorcha de la fe,
POESÍAS DIVERSAS 191
Para que pueda ver tu inteligencia
Los mundos que se ocultan a la ciencia,
Y lo que el hombre al despertar no ve.
VI
Tu cuerpo cercaré de espesas nieblas,
Para que arda tu mente en las tinieblas
Cual místico fanal,
Y se extiendan las alas de tu alma,
Para volar a la región de calma
Donde se olvida el mundo terrenal.
VII
Vuela a ese mundo do el error no existe,
Do la verdad magnética se viste
Con casta desnudez :
Y cuando el manto de la fe te cubra,
Dinos lo que tu vista allá descubra,
Y desde lo alto de ese mundo ves.
vin
Duerme en un lecho de flotantes nubes
Para ir a despertar entre querubes
En la región de luz,
192 EIMAS
Cual ave peregrina que se ausenta
Donde la noche el negro trono asienta
Para buscar regiones sin capuz.
IX
Duerme, de ignotas flores coronada,
Entre el aura por Dios magnetizada,
Cual ángel infantil.
Para entreabrir tu vista adormecida
Al soplo embalsamado de la vida,
Que refresque tu cuerpo juvenil.
Más allá de ese sueño hay otra vida,
Que como flor a todos escondida
Te da su emanación:
Nueva tierra de América ignorada,
Que en alas de la brisa perfumada
Anuncia su existencia a otro Colón.
I
UNA LAGRIMA DE AMOE
(CANCIÓN ARREGLADA A MÚSICA)
Cuando sus alas opacas
Tiende la noche sombría,
Y vaga melancolía
Nos circunda en derredor,
Yo me siento consolado
Al contemplar tu belleza,
Y disipa mi tristeza
Una lágrima de amor.
"Como una fúlgida estrella
En la bóveda del cielo
Llena el alma de consuelo
Y de amor el corazón,
194 BIMA6
Así en medio de la noche
Admiro tus bellos ojos,
Y disipa mis enojos
Una lágrima de amor.
"Esos ojos, que derraman
Amores y poesía,
Encantan el alma mía
Y la colman de dulzor.
De esos astros de mi cielo
Sobre mi frente marchita
Caiga una gota bendita,
Una lágrima de amor'".
De su guitarra al compás
Esto un poeta cantaba,
Y bajo un balcón estaba
Del objeto de su ardor.
Caer sintió sobre su frente
Una gota suave y pura,
Una gota de ternura.
Una lágrima de amor.
VI
A LA BIUERTE DE ADOLFO BEREO
POETA ORIENTAL
That Uve to weep, and sing their fall
Grey, oda X.
Yertos están sus labios generosos,
Sellados por la muerte y la quietud;
Mudos están sus ecos dolorosos:
Mudo también su armónico laúd.
Mustios están los ojos que abatía
Al contemplar un libro amarillento,
Buscando en él como en la fuente fría
Saciar su sed el viajador sediento.
196 BIMAS
Marchita está su frente luminosa
Sellada por el genio del dolor,
Pero aun brilla la chispa misteriosa
Que estampó con su dedo el Hacedor.
Llorad, llorad en tomo de la fosa
Del bardo fiel que su misión llenó,
Y que a las plantas de su Patria hermosa
Sus balsámicos versos derramó.
Llore también el mísero mendigo,
Y el desvalido en miserable lecho;
Cayó sin vida el que con voz de amigo
Defendiera su pan y su derecho.
Llorad, llorad, poetas orientales,
Al que cantó las penas del Esclavo,
Al que en la Cruz, con versos celestiales.
Con blanda mano le limó su clavo.
Pasajero en el valle de la vida
Clavó su tienda en medio del desierto,
Y en busca de una linfa apetecida
Cruzó animoso el arenal incierto.
POESÍAS DIVBBSAS 197
Y al percibir en su cabeza ardiente
Del genio de la muerte helada brisa,
En su rostro de luz resplandeciente
Brilló inefable y plácida sonrisa.
Y era porque su mente se adormía
Sobre la almohada de la eterna fe,
Y era que el desterrado sonreía
Al estampar sobre su patria el pie.
Y al apagarse en su fulgor naciente
La purísima aurora de su edad
Brilló sobre su tumba, refulgente,
La aurora de la inmensa eternidad.
Envuelto por el humo del combate
Su canto fué de paz y bendición,
Y de la lucha entre el feral embate
Puro permaneció su corazón.
El genio le ciñó con sus espinas,
Su herencia fué una lágrima de hiél,
Pero de sus creaciones peregrinas.
Brotan torrentes de armonía y miel.
198 EIMAS
Descendió como un mártir a la arena,
Atleta de la Paz y la Igualdad:
Destrozando del hombre la cadena,
Dio consuelo a la triste humanidad.
Con el último soplo de su vida,
De la verdad la antorcha reanimó,
Y al caer al abismo de la muerte,
Encendida a su boi'de la dejó.
VII
AL VIOLINISTA CAMILO SIVOEI
(IMPROVISADO DESPUÉS DE UN CONCIERTO)
Mudos todos de asombro en tu presencia
Cuando vibraba el arco palpitante,
Con eco penetrante
Sienten la cuerda armónica cantar.
Un acorde del alma estremecida
Acompañó tus blandas armonías,
Y en dobles simpatías
Juntos vibraron el arco y corazón.
17
200 BIMAS
Al eco misterioso de los bosques
Uniste el trino puro de las aves^
Y en oleadas suaves
Brotó tu inspiración como raudal.
El genio de celestes melodías
Tu frente acarició con alas de oro.
Y en tu violín sonoro
De Paganini el alma suspiró.
El pueblo, que en silencio te escuchaba,
Ante tu genio doblegó la frente,
Y escuchó reverente
De tu arco la genial revelación:
Que si al pisar la corte de los Reyes.
Una joven te dio de sus coronas,
De América en las zonas
Al pueblo soberano diste ley.
1850.
í
VIII
ADIÓS POR SIEMPBE!
Dulce y triste al errante peregrino
Es hallar a lo largo del camino
Una floí que lo colma de embriaguez;
Y continuar la marcha fatigosa
Dejando tras de sí la flor hermosa
Que no verá en sus días otra vez.
Así al cruzar el valle de la vida
Te miré y admiré, flor bendecida,
Caída de la corona de mi Dios,
Y sería feliz al contemplarte
Si no tuviese pronto que dejarte
Y decirte por siempre: ¡Adiós! ¡Adiós I
202 EIMAS
II
Mas si el dejarte es triste y doloroso,
Recordarte será muy deleitoso
Si una dulce memoria he de llevar;
Porque el recuerdo es la perenne esencia
Que perfuma del hombre la existencia
Y en el tiempo pasado hace gozar.
Y por eso en la copa de amargura
Que en este trance el seco labio apura,
Encuentro algunas gotas de dulzor,
E inclinando ante tí la frente mustia
Comprendo que aun en medio de la angustia
Hay consuelo en decirte: ¡Adiós ¡Adiós!
III
Como árbol que dio sombra en el desierto,
Cual la estrella guiadora en viaje incierto,
Como las hor'as de la verde edad,
Como agua clara al viajador sediento.
Cual pan sabroso para el labio hambriento.
Así recordaré yo tu beldad.
Como la lumbre en noches del inAdemo,
Como el recuerdo de un afecto tierno,
Como el acento de la amada voz.
POESÍAS DIVEESAS 203
Así, tú serás grata a la memoria
Del que al darte una ofrenda transitoria,
Te dice entristecido: ¡Adiós! ¡Adiós!
TV
Las personas que ^ñven siempre unidas
Suelen a veces contemplar caídas
Las hojas del amor y del placer;
Hojas que de la espléndida guirnalda,
Bajan de la belleza hasta la falda,
Y el \dento del dolor viene a barrer.
Pero no lloran su ilusión perdida
Los que se van en medio de la vida
Para en<3ontrarse en ]>razos de su Dios,
Poi^que siempre se miran en la mente
Como cuando exclamaron tristemente,
Al dejarse por siempre: ¡Adiós! ¡Adiós!
Sólo puede dejarte mi cariño
Esta guirnalda que a tu frente ciño
Adornada con flores de amistad;
Flores del alma que brotaron bellas
Al calor de esos ojos que destellas
Iluminando el alma en su mirar.
204 KIMAS
¡Adiós! ¡Adiós! No quede yo perdido
Entre la negra noche del olvido,
Y que el recuerdo sea de los dos;
Y cristaliza en tu alma aquesta gota
Que tibia y pura de mis ojos brota,
Al díícirte por siempre: ¡Adiós! ¡Adiós!
1848.
1
IX
¡COMO TU!
(ESCRITO A ORILLAS DEL QUEGÜAY)
Es el Queguay (1) un río trasparentt
Cual urna de purísimo cristal,
Cuyo fondo se ve pui'o y tranquilo
Como el fondo de tu alma angelical.
Quieta es la superficie de sus aguas
Que el viento riza con rumor fugaz
Como cuando dibuja la sonrisa
Su leve trazo en tu serena faz.
(1) Hermoso río de la Banda Oriental, que corre sobre un
lecho de piedra y cuyas aguas son de rara trasparencia.
206 RIMAS
Eu el lecho pedrovso do descansa,
Se des'lizan sns aguas con quietud,
Como tus horas corren no sentidas
Por el sendero fiel de la virtud.
Los ubajáis (1) ocultan en sus ramas
Pájaros bellos, raros en matiz,
Como tu mente abriga mil ideas
Que hace brotar la inspiración feliz.
Del Uruguay (2) dos gigantescos brazos
Oprimen su cintura en derredor,
Como tu talle esbelto y delicado
Circuye en tomo el brazo del amor.
Esconde la ribera entre sus guijas
Las perlas con el nácar y el coral (3),
Como atesora tu alma rica y bella
De angélicas virtudes un caudal.
La brisa de la noche entre sus hojas
Hace brotar perfumes del vergel,
Cual brotan de tus labios perfumados
Dulces palabras con sabor de miel.
(1) Árbol giganteí-oo que crece a la margen del río j en el
cual las aves del bosque hacen eu nido.
(2) Los maEníficos bosques de este río se extienden por ambas
márgenes del Queguay, que derrama en él sus aguas.
(3) Toda la ribera está sembrada de piedras preciosas, espe
cialmerte de ágatas de mérito, que pueden tomarse a puñados.
POESÍAS DIVEESAS 207
La selva umbría que lo guarda en tomo
Impide ver sus ondas de cristal,
Cual del pudor el velo misterioso
Sombrea tu semblante sin igual.
La blanca aurora rompe el denso velo
Que sobre sus espaldas se ve ondear,
Cual tú, graciosa, al despertar apartas
El pelo de oro que robó tu faz.
En sus ondas azules se reflejan
Del cielo la bonanza y tempestad,
Cual tus ojos azules reproducen
De otros ojos la sombra y claridad.
Sus linfas puras entre fango nacen,
Pero en su lecho corren cristalinas,
Cual tú, nacida de la tierra impura,
Sobre su lodo pura te encaminas.
1841.
X
DESPEDIDA
Adiós, mujer nacida para inspirar amores,
Nacida como nacen en el jardín las flores
Para esparcir en torno su aroma y su color.
¡Adiós! palabra triste que brota de mis labios,
Y borra, si es que ha habido, recíprocos agravios.
Guardando las memorias de inextinguible amor.
i Adiós !, mas no por siempre ; si un mundo hay más hermoso.
Cuando tu vuelo tiendas al cielo esplendoroso.
Volverte a ver espero tan bella como aquí ;
Pero si en el inmenso, divino paraíso
No te encontrara acaso, mi celestial hechizo,
Los celestiales goces tristes serán sin tí.
210 RIMAS
TÚ has sido mensajera de incógnito destino,
A quien pusiera el cielo delante mi camino
Para llenar las horas del incesante afán.
Desde el fatal momento que pude contemplarte,
Mi corazón ardiente tan sólo supo amarte,
Como en la vida se ama, sólo una vez, no más.
-Adiós, sueño querido, que me halagó un instante
Cuando soñé despierto que un corazón amante
Vibraba a })ar del mío su armónico compás.
Acaso fué el encuentro feliz de dos auroras
O conjunción fatídica de dos errantes horas
Que como dos palomas volaron a la par.
Adiós, adiós por siempre, fugaces fantasías,
Que al corazón tranquilo y en más serenos días.
Brindaron halagüeñas dichoso porvenir;
Pasad, engañadoras visiones peregrinas;
En vez de frescas rosas, tan sólo piso espinas,
y el sol de la esperanza no veo ya lucir.
¡Adiós!. . . mas no es posible dar un adiós eterno
A tu imborrable imagen y a tu recuerdo tierno
Que mi inmortal memoria no olvidará jamás.
Delante de mis ojos siempre estarás presente,
Y en mi alma y en mi pecho y en mi abrasada mente
Tu imagen deliciosa se grabará tenaz.
Yo sentiré en la brisa tu perfumado aliento.
Tu voz consoladora traerá a mi oído el viento,
Y te veré en las nubes flotar como visión.
I
I
POESÍAS DIVERSAS '211
Yo sentiré tus pasos en medio a las tinieblas,
Y al ver cubrirse el aire de trasparentes nieblas,
Tus blancas vestiduras veré yo en mi ilusión.
Hoy, impregnada mi alma de tu divina esencia,
Comprendo que ligado mi amor a tu existencia,
Mi porvenir entero se cifraría en tí;
Porque al mirar tu rostro tan lleno de promesas,
Los días que pasaron son pálidas pavesas
De la celeste llama que siento arder en mí.
Pienso que tú serías la refulgente estrella
Que iluminases pura la fatigosa huella
Que el hombre en este mundo tiene que atravesar.
Sueño que tú serías el numen de mi vida,
Y la sonora cuerda del alma estremecida
Que haría en los espacios tu nombre resonar.
Entonces por tus gracias celestes inspirado.
De inspiración intensa me viera coronado
Para arrojar coronas de glorias a tus pies. . .
¡Qué digo de coronas de gloria en mi delirio K
Yo siento la corona del perennal martirio
Clavando sus espinas en mi marchita sien.
j Adiós ! y adiós por siempre ¡ sueños encantadores !
Dejad en mis oídos de susurrar amores,
Que aunque soñar es dulce, muy triste es despertar.
212 EIMAS
)Y vuelen esos sueños, cual flores misteriosas,
Hasta la blanda almohada donde tu sien reposas.
Para poder, dormida, con la ilusión soñar!
1847.
XI
TU ESTRELLA
(canción arbeglada a músic-*^
En medio de la noche
Al contemplar tu efttrella,
En su fulgente huella
Mi alma te busca, a ti ;
Y pienso que al mirarla
Brillando placentera
En la celeste esfera,
Te acordarás de mí.
Ausente de tu lado,
Mirando ese astro bello
Creeré ver un destello,
Emanación de ti ;
'21 -i KIMA8
Y exclamaré con ansia :
\ Tal vez la hermosa mía
En medio a la alegría
Se olvidará de mí!
Cuando de ti me aleje
Y a los combates vaya,
En medio a la batalla
Me acordaré de ti,
Y esperaré la noche
Para calmar mi anhelo,
Interrogando al cielo :
¿Se acordará de mí?
¡ Adiós ! nunca me olvides,
Y que tu estrella amiga
Siempre a tu mente diga
Que estoy pensando en ti;
Y si en el campo caigo
Por la metralla muerto,
Mira ese rayo incierto
Y acuérdate de raí.
1838.
Xll
NADA DIRÉ
La belleza se ciñe la corona
Que entreteje el amor o la amistad.
Arrancando una flor a cada zona^
Y un pensamiento nuevo a cada edad,
Y la contempla el mundo entusiasmado,
Coronada, de pie sobre el altar,
Sobre el altar de flores matizado
Que embalsama el jazmín y el azahar.
Por eso guardo mi modesta ofrenda
Que es la silvestre y solitaria flor,
Que a tu corona, de las gracias prenda,
Dar no puede fragancia ni esplendor.
13
216 RIMAS
Yo que no tengo cortesano genio
Nada quiero decir ante tu altar,
Cuando otros mil las flores de su ingenio
A tus plantas vendrán a derramar.
Nunca con alabanzas fementidas
Incensaré las luces de tu faz,
Sólo palabras tiernas y sentidas
En vez de incienso mentidor tendrás.
No en la trípode de oro del poeta,
Belleza celestial, te cantaré,
Pero tendrás mi admiración secreta,
Y poseerás del corazón la fe.
No te diré si es bella tu cabeza.
Ni si tienes de Fidias el perfil,
Ni si tu frente, cielo de pureza,
Está cubierta con estrellas mil.
No te diré si tu alma resplandece
Como diamante en urna de cristal.
Ni si tu seno blando se estremece
Como la niebla al soplo matinal.
No te diré si el labio que enamora
En sus palabras desparrama miel,
Ni si al caer, cual perlas del aurora.
Hacen brotar las flores del verjel.
POESÍAS DIVERSAS 217
No te diré si tus hermosos ojos
Son dos astros que Dios dejó caer,
Para alumbrar los púdicos sonrojos
Que tus mejillas suelen encender.
No te diré si tus cabellos rubios
Que circundan tu frente cual capuz,
Llamas son de magnéticos efluvios
Que de tu mente vuelan a la luz.
No te diré si tus airosos brazos
Los gajos son de madreselva en flor.
Si se entreabren para dar abrazos
Y al pino añoso visten con amor.
Sólo diré: — "¡Jamás a tu cabeza
Falte la eterna flor de la virtud,
Ni la sonrisa falte a tu belleza,
Ni al corazón le falte su quietud!"
1850.
i
xni
EN EL ÁLBUM
DE LA HIJA POSTUMA DE UN COMPAÑERO DE ARMAS
En el libro inmortal de nuestra historia
Busco un nombre que guardan mi memoria
Y tu filial amor,
Y al encontrar la página enlutada,
La veo al mismo tiempo señalada
Por una fresca y perfumada flor.
1869.
XIV
UN RETRATO SIN NOMBRE
Quisiera retratarte, mujer bella,
Al mirar de tu rostro la hermosura,
Que irradia en torno suyo la luz pura
Como desde los cielos una estrella . . .
Mas no tengo un pincel con que pintarte,
Que el cielo me ha negado el don precioso
Que al lienzo da trasunto primoroso,
La inspiración unida con el arte.
Y el más hábil pintor nada podría
Sin poseer del iris los colores,
Y los varios matices de las flores,
Que en tu persona brillan a porfía.
222 KIMAS
¿Cómo pintar tu rostro de azucena,
Sin combinar los candidos jazmines
Al brillo de la nieve en los confines
Alumbrada por luz blanca y serena?
¿Cómo pintar tu rubia cabellera
Que en ondas de oro baja de tu frente,
Sin las hebras de luz del sol ardiente
Cuando espléndido brilla en alta esfera?
Sin el sereno azul del firmamento
¿Cómo pintar de tus ojos la dulzura,
Y esa mirada cariñosa y pura,
Manantial abundoso del contento?
Sin las rojizas nubes de Occidente,
¿ Cómo dar vida a tus purpúreos labios,
Que hacen borrar del mundo los agravios
Cuando al hablar se entreabren dulcemente?
¡Oh, jamás del artista la paleta
Esas tintas tendrá para pintarte !
Y si alguno pudiera retratarte,
¡Sería en su entusiasmo algún poeta!
No encuentro nombre que darle,
Y la ardiente fantasía
No tiene la poesía
Que esa imagen tiene en sí.
4
POESÍAS DIVERSAS 223
Cantaré sus perfecciones
Mucho más bellas al verlas,
Mas si queréis comprenderlas,
A contemplarlas venid.
Es blanca como la luna,
Es pura como una estrella,
Es tan candida y tan bella
Cual la primer luz del sol,
Como esa luz que se mezcla
A los tintes de la aurora,
Y el verde campo colora
Con espléndido arrebol.
Es una cosa sin nomÍDre
Entrevista en un ensueño.
En que se mira el diseño
Y no se puede explicar;
O cual los ecos sin nombre
Que en mágica melodía
De la noche en la armonía
El alma suele escuchar.
Es una cosa sin nombre
Cual las quejas del amante.
Cuando suspira anhelante
Del alma al dulce compás;
Como el perfume que exhala
El cáliz de una flor pura.
Que inspira amor y ventura,
Y pasa en vuelo fugaz.
224 EI3IAS
Como el sol en el ocaso
Cuando moribundo arde,
Cual la estrella de la tarde
En la calma celestial:
Como el canto de las aves
En la enramada florida,
O cual sílfide vestida
De vaporoso cendal.
Es una cosa sin nombre
Como impalpables visiones.
Que en largas meditaciones
Pasan con velocidad;
O como el blando murmullo
Que se oye en la selva umbría,
Cuya secreta armonía
No es posible acompañar.
Sol, estrella, luna, flor,
Aurora, sílfide, brisa,
Que encanta con su sonrisa
O alumbra con su mirar,
Es original sin tipo
Que encierra en sí al universo,
¡Y que no es dado, ni al verso,
Ni al pincel el retratar!
POESÍAS DIVERSAS 226
La lira cae de mi inexperta mano,
Y rae siento vencido en tu presencia :
Perdóname si quise en mi demencia
Tu simpática imagen retratar.
No es dado a los pinceles ni a la lira
Ofrecer de tus gracias una idea,
Y todo aquel que tus encantos vea
Admirarlos podrá, mas no copiar.
No vivirás en mármoles ni en lienzos,
No robarán tus formas ios cinceles,
Ni colores darás a los pinceles
Para causar al mundo admiración:
Por eso yo, tu rostro contemplando,
Hice un bosquejo en vez de tu retrato,
Mas me consuela el pensamiento grato
Que tu retrato está en mi corazón.
XV
NOCHES DE DICIEMBRE
En esas noches serenas
De diciembre delicioso,
Cuando entregada al reposo
La tierra parece estar,
Y cuando la blanca luna
Cruza el ancho firmamento,
Absorto en mi pensamiento
Yo me complazco en vagar.
Miro brillar en el cielo
Las estrellas encendidas.
Letras de luz esparcidas
Por la mano del Creador,
Que en inefables palabras
Eevelan nuestro destino,
Y señalan el camino
Del audaz navegador.
228 EIMAS
Y miro la onda agitada,
Que corona leve espuma
Y entre misteriosa bruma
Melancólica gemir;
Y en la playa solitaria
Extenderse blandamente,
Y bajo otra ola rugiente
Desfallecida morir.
Miro del árbol sombrío
Cómo se agita el ramaje,
Mientras el verde follaje
A compás se oye vibrar,
Como si un aéreo coro
En él tuviese su nido,
Para recrear el oído
Con misterioso cantar.
Miro cruzar por el aire
Mil fantasmas vagarosas,
Cual las sombras vaporosas
Que en sueños vemos pasar,
Y por la mente, alumbradas
Con el reflejo del alma,
Las miro en plácida calma
Ligeras atravesar.
Entonces mi alma extasiada
Se desprende de este suelo,
Y se remonta hasta el cielo
A contemplar la creación;
POKSÍAS DIVERSAS 229
Y desplegando sus alas
Como el águila altanera,
Vuela de esfera en esfera
En rápida sucesión.
Si por acaso una voz
Dulce, tierna y melodiosa
A lo lejos hace oir,
La miisica me figuro
De la danza de las horas,
Que con sus plantas sonoras
Hacen el aire crujir.
Si a la vez la mansa brisa,
Que a los jazmines halaga
Y entre su copa se embriaga,
Viene mi rostro a besar.
Creo que alguna süfide
Que cruza por el ambiente
Toca mi pálida frente
Con sus alas al pasar.
Y si una mujer hermosa
De blanco cendal vestida.
Ante mi vista abstraída
Pasa como aparición,
En éxtasis arrobado
Bajo influjo de un hechizo
Creo que del paraíso
La puerta abre una visión.
230 EIMAS
Pero el aire de la noche
Mis pensamientos enfría,
Y apaga cual lluvia fría
De la mente el resplandor:
Que así el vapor de la tierra
Se desprende en forma leve,
Y luego en forma de nieve
Debilita su calor.
XVI
DOS PENSAMIENTOS
Como una estrella fugaz
Que luce en noche sombría,
Brilló un instante María
En el valle del dolor:
Era una virgen, tan pura
Cual de la tarde la brisa,
Cuya mágica sonris<i
Reflejo era del amor.
Se marchitó como rosa
Que su perfume derrama.
Como fosfórica llama
Un solo instante vivió;
Porque faltaba a su alma
El aire puro del cielo,
Y al tender el raudo vuelo
Otra atmósfera buscó.
19
232 RIMAS
Un día que en un jardín
íbamos juntando flores,
(Emblemas de los amores
Que en la tierra puso Dios),
Un pensamiento le di,
Y ella me dio un pensamiento,
Y animada de contento
Formó un ramo de los dos.
Aquellos dos pensamientos
Su vida simbolizaban, ■
O quizá identiñcaban "
Su vida, su alma y su ser,
Porque apenas en su pecho m
Hallaron tibia guarida,
Pálida y desfallecida
Dobló la marchita sien.
Sobre el lecho de agonía
Cayó, como ñor tronchada
Por el viento deshojada,
Y su frescura perdió ;
Y cual se exhala el perfume
Del cáliz de lirio hermoso.
De su cuerpo primoroso
Su alma angélica voló.
Antes de cerrar sus ojos
Y dar el último aliento,
Con blando y lloroso acento
A su lado me llamó :
r
POESÍAS DIVERSAS 233
Su bello rostro cubría
La palidez de la maerte,
Y con mano casi inerte
Dos pensamientos me dio.
Y me dijo: — ''Dulce amigo,
"Solo en el mundo te dejo:
"Del valle triste me alejo,
"Y no te veré ya más,
"Y hasta que llegue el instante
"De oir de Dios los acentos
"Guarda esos dos pensamientos,
"¡Y no me olvides jamás!"
Esos pensamientos mustios
Dados de muerte en el leclio,
Yo los conservo en mi pecho
Cual secreto talismán.
Porque se hallan impregnados
Del espíritu invisible
Del alma pura y sensible,
Que anima soplo inmortal.
Yo que profeso en el alma
La religión de la muerte.
Sobre su sepulcro inerte
Llanto y flores esparcí,
Y entre las fúnebres flores
Vertí lágrimas piadosas,
Y a par de las blancas rosas
Mis pensamientos le di.
234 BIMAS
Y al pie del mustio sepulcro
De la candida María,
Mis ojos vieron un día
Dos pensamientos brotar,
Y luego vi el huracán
Llegar con vuelo violento,
Deshojar un pensamiento , . .
Y uno tan sólo dejar.
1838.
I
XVII
EL VELO
La mies se corona de espigas doradas,
Las nubes esmaltan el cielo turquí;
El árbol se viste con hojas variadas,
Y grato perfume nos da el alelí.
Levanta el guerrero su palma triunfante,
El rey con diadema circunda la sien,
La falsa coqueta prefiere i>n diamante.
Que, a par de ella, muchas prefieren también.
Se ciñen los montes coronas de hielo,
De blancas espumas las olas del mar.
De fresco rocío las plantas del suelo.
De llamas rojizas la esfera solar.
236 RIMAS
Mas hay una bella que dulce y modesta
Ni flores, ni nubes, ni llamas buscó.
Y en vez de la joya que adorno le presta.
Con diáfano velo su frente ciñó.
Si fuese al combate, colgara en mi lanza
Con lauros de triunfo su leve crespón,
Y altivo, animado de doblo esperanza.
Sería de guerra mi tenue pendón.
Si fuese marino, colgara ese velo
Por vela a mi buque, por toldo a su imán,
Y en calma mirando los astros del cielo,
Las iras burlara del negro huracán.
Si fuese poeta, mi armónica lira
Pondría al amparo del blanco cendal,
Y al son de la brisa que mansa suspira
Le diera inspirado su acorde final.
Si fuese viajero, deseara una palma
Que sombra propicia me diese a su pie,
Como esa que el velo, con plácida calma.
Derrama en la frente que el ojo entrevé.
Feliz el que pueda del candido velo
Alzar el extremo que cubre la sien.
POESÍAS DIVEESAS 237
Porque ése, olvidando las penas del suelo,
La luz habrá visto del mágico Edén.
Feliz el que pueda con él envolverse
Y dar extasiado su espíritu a Dios,
Y ver a la tierra de vista perderse,
Cual ave que asciende con ala veloz.
Feliz el que pueda colgar a su extremo
La excelsa corona de rosa y laurel,
Cual símbolo hermoso del genio supremo
Que indique a la reina de todo el verjel. ,
Feliz el que pueda mezclar sus despojos
Al polvo impalpable que el viento alzará,
Cuando esa belleza con llanto en los ojos
Desgarre ese velo que sombra le da.
Mas esto es muy triste; tal vez, distraído,
Su frente he podido de nieblas cubrir,
Y al velo que lleva sólo es permitido
Con nubes ligeras su frente circuir.
El es como nube que cruza su frente.
Cual cruza los cielos la bruma fugaz,
Y realza el fondo de brillo esplendente,
Templando las luces que irradia su faz.
23.8 RIMAS
Yo soy como un ciego que canta a la puerta
Deseando al que me oye placeres y amor,
Deseando que nunca se mire cubierta
La gasa, con perlas que borde el dolor.
¡ Mas no soy tan ciego ! pues miro en el cielo
Brillar las estrellas con tibio fulgor,
Y luego eclipsarse si entreabre su velo
Mostrando dos ojos que irradian amor.
XVIII
LA agonía del poeta
i Oh juicio divinal !
Cuando más ardía el fuego
Echastes el agna.
Manrique.
Genio, inspiración divina,
Fuego devora mi mente,
Y siento en el alma ardiente
Una llama circular , . .
Mas ¡qué importa! si a la tumba
Pronto caerá el genio mío,
Como el torrente bravio
Que va a morir en el mar!
Ya del carro de la vida
Los corceles fatigados,
Caen al suelo postrados
Con anheloso estertor;
240 KIMAS
Y ya el genio de la muerte
Gira en torno a mi cabeza,
Cual ave que de su presa
Va volando en derredor.
Como el náufrago se abr&za
De las astillas flotantes,
De las horas vacilantes
Me abrazo con ansiedad ;
Pero en vano, que la urna
De mis años, agotada.
Sobre el abismo inclinada
Se ve de la eternidad.
i Qué importa morir, si el alma
Cual humo se ha disipado,
Si el ser moral se ha gastado
Persiguiendo un ideal !
i Si cual la flor del desierto
Que en soledad se consume,
He dado al viento un perfume
Que nunca sintió el mortal !
Mis ecos se han confundido
Con la música lejana,
Que se alza cada mañana
Del seno de la creación;
Y entre el canto de las aves,
Y el aroma de las flores.
POESÍAS DIVERSAS 241
Del valle de los dolores
Han silbido a otra mansión.
Como las nubes de mirra
Que perfuman el sagrario,
Y brotan del incensario
De las brasas al calor,
Al fuego del entusiasmo
De mi cabeza han brotado
Los cantos, que he consagrado
De la patria al noble amor.
Jamás prodigué alabanzas
A un miserable tirano,
Ni del pueblo soberano
Las banderas deserté:
Fija la vista en el cielo.
Nutrido de amor intenso,
A Dios y al Pueblo el incienso
Del corazón consagré.
La libertad fué la musa
De los cielos mensajera,
Que llenó mi alma nevera
Con su espíritu inmortal;
Y en las negras tempestades
Seguí, con paso valiente.
Su antorcha resplandeciente
Y su faro celestial.
242 KIMAS
i Oh, Dios, inspírame un himno,
O una fúnebre elegía !
¡ Que baje a la tumba fría
Cantando a la libertad!
¡Permite que adorne un lauro
Mi cadáver macilento,
Y que no muera mi acento
Cual voz en la soledad!
i Pero ya es tarde ! La mano
Que marca la última hora,
Se levanta aterradora
Y vuelca el reloj fatal;
Y las cuerdas de mi lira
Como nervios doloridos.
Producen tristes sonidos
Una a una al reventar.
En vano aplico el oído :
Enmudece la memoria,
Y a mis cánticos de gloria
No responde el porvenir;
Que al descender al abismo
La corteza de mi alma.
No se verá ni una palma
Mi mustia frente ceñir.
i Oh musa 1 vuelve otra vez
A tu celeste morada,
POESÍAS DIVERSAS 243
Que el abismo de la nada
Pronto me va a devorar;
Pero antes rompe las flechas
De mi carcax no vacío;
¡Mi brazo perdió su brío,
Y el arco se va a quebrar i
LIBRO CUARTO
POESÍAS FAMILIARES
LIBRO CUARTO
POESÍAS FAMILIARES
A MI HIJA DELFINA
No te hicieron los cielos tan hermop»
Sino para ser madre y ser esposa.
Olmedo.
Blanca flor que embalsamas mi existencia
De tus perfumes con la grata esencia;
Música cuya suave melodía
Estremece de amor el alma mía;
Rayo de luz que caes sobre mi frente
Disipando las sombras de la mente ;
Lágrima de los ojos desprendida
Del serafín que guarda nuestra vida;
Linfa donde apagué mi sed ardiente,
Como el viajero en agua trasparente;
20
24S KIMAS
Pichón que bajo el ala adormecido
Desafías las lluvias en tu nido ;
Hija mía, entre sueños virginales,
En%'nelta por los brazos maternales,
Y en esa fuente del materno seno
Bebe un raudal que de virtudes lleno
En cada gota verterá en tu mente
De nobles pensamientos la simiente,
Que dormirán hasta que en torvo ceño
El tiempo venga a perturbar el sueño ;
Y puros sentimientos, ángel mío.
Que germinando cual la flor de estío,
Derramarán en tu alma ese perfume
Que la virtud de la niñez asume;
Y beberás un bálsamo del cielo
Para expresar dolores en el suelo,
Para exhalar mil gotas cristalinas
Oomo su aroma blancas clavelinas;
Porque el llanto es la flor que brota hermosa
En el alma sensible y candorosa,
Y el rostro donde nunca ha resbalado
Es arenal que el cielo no ha regado.
Así cual de la espléndida natura.
El llanto es la expresión de la criatura :
El cielo llora gotas de rocío
En las serenas noches del estío,
Y al ausentarse lánguida la aurora
Entre luces y sombras también llora :
Pero todo desciende suavemente
De la mJsericordia al ancha frente:
Fertiliza el rocío los eriales,
POESÍAS FAMILIAKES 249
Y la aurora los lirios virginales,
Y caen las dulces lágrimas del niño
En un seno purísimo de armiño,
Y más tarde entre manos cariñosas
Que se ahuecan sensibles y piadosas,
Y guardan siempre como en urna de oro
Del amor del hogar el gran tesoro.
¡ Oh tú, que de tu vida en la mañana
Te meces en el valle tan lozana !
Que sea tu cabeza bendecida
Sobre la dura almohada de la vida ;
Que recorras tu plácida alborada
Por angélicas voces arrullada;
Que el viento de la dicha infle tu vela
Mientras la luna del placer riela ;
Y que si acaso un día, negro velo
Mirases extender sobre tu cielo,
Veas llegar a tu arca placentera
La paloma de dichas mensajera
Para anunciarte, en tu hombro reclinada :
" La tempestad se ve ya apaciguada,
" La luz del sol de nuevo te ilumina
" Y las flores esmaltan la colina:
" Tersa se ve la frente de tu río
" Y no haj'' en él ni un áspero bajío :
'* Mucho vagaste, niña, por los mares:
" Al fin reposarás entre tus lares,
" En la ribera nítida y risueña
" Que allá en el horizonte se diseña,
'' Do encallará tu barca suavemente
** Como de manso arroyo la corriente. "
Ora, hija mía, lejos de huracanes.
250 KIMAS
Duerme ajena de míseros afanes,
Mientras tu madre tu cabeza pura
Bautiza con sus gotas de ternura,
Las que tu padre enjuga blandamente
Al deponer un ósculo en tu frente,
Dejando en esas lágrimas escrita
Una dulce palabra: — " ¡Eres bendita!
¡Iris de paz y ventura,
Sueño de toda mi vida,
Que naciste para mí
Como el sol tras noche fría!
i Ah ! cuando tus bellos ojos
Entreabriste adormecida,
Sentí que en esa mirada
Me llenabas de delicias;
Como el ciego que cobrando
Loco de gozo la vista,
Quiere abrazar a la luz
Pensando que lo acaricia.
Si tú entendieras mis sueños.
Mis esperanzas perdidas.
En esos labios de rosa
Con besos te contaría
Que antes de venir al mundo
En mi mente eras nacida, . .
¡ Olí, si tú me comprendieras,
Cuántas cosas te diría !
Entonces supieras tú
Que era muy triste mi vida,
Antes de ver a tu madre
POESÍAS FAMILIARES 251
Que la convirtió en delicias;
Entonces fué que la llama
Brotó de tibias cenizas,
Entonces fué que mi pecho
De nuevo se abrió a la dicha,
Y desde entonces serenos
Se deslizaron mis días.
Entre esperanzas risueñas
Que el futuro embellecían,
Y gratas conversaciones
Llenas de amor y alegría
Que terminaban diciendo :
" ¡Ah, no tener una hija! "
Cuántas veces, paseando,
En una tarde tranquila,
Al sentarnos cavilosos
Del ancho mar a la orilla.
Con el bastón, en la arena
Mil caracteres ponía :
Ya una palabra aislada.
Signo de melancolía ;
Ya una línea caprichosa
Cual la idea fugitiva;
Ya una letra mutilada
Cual del infeliz la vida,
Y sin pensar de repente.
Si estas líneas recorría.
Encontraba escrito en ellas :
" ¡Ay, no tener una hija! "
Muchas veces junto al fuego
252 RIMAS
En las noches invernizas
Cruzaban breves las horas
Mirando al fuego que ardía,
Siguiendo su oscilación
Y viendo brotar sus chispas,
Que en sus fantásticos giros
Todo el hogar recorrían,
Hasta caer soñolientas
Entre pálidas cenizas;
Y entonces en los carbones
Que a trecho en trecho lucían.
Como dos ojos ardientes
Sobre frente encanecida,
Nos parecía leer :
" ¡Ah, no tener una hija! "
Naciste tú, y has colmado
La copa de nuestra dicha;
Ya no en fantásticos sueños
Nuestra mente se fatiga :
Fijos delante tu rostro
Con nuestra vista en tu vista,
Bebemos miel deliciosa
En tu inefable sonrisa;
Y pensamos en tu suerte
Cuando vengan otros días,
Cuando corazón .y mente
Con doble peso te aflijan.
Haciendo inclinar tu frente
Como una rosa marchita ;
Cuando a los pies de tu cama
Colocada de rodillas
4
POESÍAS FAMILIASES 253
Alabes a tu Criador
En tus plegarias de niña;
Cuando pidas a tus padres
Que amorosos te bendigan,
Dándote un beso en la frente
Para ir a dormir tranquila ;
Cuando indagues cavilosa
En mi frente encanecida
Los hondos surcos que marquen
El tránsito de la vida ;
Cuando recorran tus ojos
Estas paternales líneas,
Que, si eres feliz, leerás
Con angélica sonrisa,
Y si sufres, se verán
Por tu llanto humedecidas;
Cuando en un mar proceloso
Pueda servirte de guía,
Llevándote, ángel hermoso,
Hasta el puerto de la dicha,
Como te llevo en mis brazos
Hasta la cuna tranquila.
Abre esos ojos azules
Do la ternura se anida,
Oye mis tiernas palabras
Y luego duerme, hija mía.
¿Ves de tu madre la húmeda pupila
Que como una doméstica sibila
Parece que interroga el porvenir?
254 KIMAS
Sí, le interroga, y pide que el destino
Matizando de flores tu camino
Embalsame de dichas tu vivir.
Hoy que yaces envuelta en la inocencia
y no puede abarcar tu inteligencia
Lo que es la maternal contemplación,
Entenderás la voz del sentimiento
Que inoculado en mi amoroso aliento
Penetrará en tu puro corazón.
No te señalaré de las estrellas
Ni el claro sol, las rutilantes huellas,
Para elevar tu mente al Hacedor;
No obligaré a que dobles la rodilla
Al que arrojó en el mundo la semilla
Del árbol que se eleva a su Criador.
No te diré si el vicio desbocado,
Cual torrente del monte desatado,
Quiere hacer las virtudes zozobrar;
Oh, no sabrás si, alzada la cabeza,
Enarbola bandera la impureza
De la familia en el derruido altar.
Nunca tu padre manchará tu frente.
Donde brilla la luz del inocente
Como en los ríos nubes de zafir;
Por mostrarte la crápula del vicio,
Jamás te acercaré del precipicio
Que vértigo derrama en el vivir.
POESÍAS FAMILIARES 255
Me inclinaré sobre tu boca pura
Y te daré consejos de ternura
En el ignoto idioma del amor;
Y mis palabras bajarán a tu alma
Cual en noches de estío, en grata calma,
Se inocula el rocío entre la flor.
Inefables consejos ignorados,
Sin traducción, como ecos tribulados
Del aura de la noche en el jardín;
Nadie entiende sus quejas doloridas,
Pero al nacer la aurora, entretejidas
Se ven brotar doquier rosas sin fin.
Nadie comprenderá ahora mi acento:
Mas llegará, hija mía, algún momento
Que se verán las rosas germinar,
Y alzando ufanas sus cabezas rojas,
El viento murmurando entre sus hojas
Se bañará en lo que hizo fecundar.
Algún día serás lozana rosa
Cuando mi frente pálida y rugosa
Se incline en tu perfume a refrescar;
Cuando el labio marchito de dolores
Quiera gozar el aura de las flores
Sintiéndote, ángel bello, respirar.
Dios te colme de santas bendiciones
Apretando los duros eslabones
Que separan del vicio a la virtud.
256 KiaiAS
Y tierna madre, enamorada esposa,
Mire brotar pimpollos de mi rosa
Para aliviar mi ingrata senectud.
El genio de la paz y la armonía.
Cubriendo tu cabeza noche y día.
Te guarde del aliento del dolor ;
Y el ángel puedas ser de tu familia
Que en las eternas noches de vigilia
Des amparo a las prendas de tu amor.
Y de los niños fiados a tus manos
Salgan fuertes y buenos ciudadanos
Formados en el halda maternal.
Donde aprendan a odiar la tiranía
Y a combatir con ínclita porfía
Por los santos principios de igualdad.
Que la misión de la mujer es santa:
Ella la flor de las virtudes planta
Del niño en el fecundo corazón,
Y cuando ve a la patria que agoniza,
Desprende de su seno a el ancha liza
De patriotas audaz generación.
Así en Mayo nacieron los campeones
Que rompieron los duros eslabones
Que nos forjó la torpe iniquidad,
Y con la leche encima de los labios,
Fuertes guerreros, gobernantes sabios
Contempló con asombro aquella edad.
POESÍAS FAMILIARES 257
Y ho3^ en la lucha santa que emprendimos
Niños sobre la arena descendimos
Para arrimar el hombro al patrio altar,
Y al darnos nuestra madre abrazo estrecho,
Nos pone sollozando sobre el pecho
Los colores de Salta y Tueumán.
De la virtud modesta de los lares
Guarda el fuego sagrado en tus altares,
De la familia candida vestal;
Que ese fuego que el casto hogar calienta
Es la luz que nos guía en la tormenta
De la vida, cual místico fanal.
1842.
II
A UN AMIGO DE 24 HORAS
En los ardientes climas tropicales
Con el rocío de una sola noche,
La perfumada flor abre su broche
Y al sol y al aire entrega su beldad.
Así en mi corazón, de savia lleno,
Ha brotado en un día una flor pura,
Y esa flor, desenvuelta en noche oscura,
Es por tí mi simpática amistad.
184fi.
I
I
líJ
LAS TRES MARÍAS
(consolando a un amigo que había perdido tres
HIJAS, LAS TRES CON EL NOMBRE DE MarÍa)
¿Por qué lloráis, esposos, la prematura muerte
De las criaturas bellas, frutos de vuestro amor.
Cuando al morir cambiaron perecedera suerte
Por la que goza el ángel en mundo superior?
¿Lloráis porque sus rubias cabezas inclinaron
Sobre la fría almohada del lecho sepulcral,
Y cual mortales tristes al sueño se entregaron,
Y ángeles despertaron del coro celestial?
Fueron tres flores bellas en un rosal brotadas.
Que al ostentar ufanas su grato rosicler,
Cruzaron por el cielo nubes encapotadas
Y el viento tempestuoso las arrancó al nacer.
262 EIMA8
Fueron tres gotas de agua lloradas por la noche
En el virgíneo cáliz de la fragante flor,
Y que, al brillar el día, cuando entreabrió subroj
Se evaporaron todas al matinal calor.
Fueron tres mariposas de alas tornasoladas,
Que al encontrar amargas las flores del jardín,
Al cielo se elevaron, buscando atribuladas
Las flores con que ciñe su frente el serafín.
Fueron tres chispas tenues de la divina hoguera
Que vuestros corazones de casto amor llenó,
Chispas que remontaron a la celeste esfera,
Y que en estrellas fijas el cielo convirtió.
?,Por qué lloráis entonces, cuando en las noches bel
Podéis hasta los cielos vuestra mirada alzar,
Y contemplar brillando las tres blancas estrellas
En que a las tres Morías Dios quiso transformar?
Esas estrellas puras son vuestras tres Marías :
Flores de una mañana que no tuvo su ayer.
Mariposas que huyeron de las regiones frías,
Gotas de agua perdidas del cielo al descender.
Felices esos seres, que nunca conocieron
La punzadora espina que labi'a el corazón,
Y el inocente labio jamás humedecieron
En la dorada copa que mana corrupción.
I
I
POESÍAS FAMILIARES 263
Felices esos seres, que nunca calentaron
Las engañosas manos de la amistad infiel,
Que nunca las miserias del mundo presenciaron
Ni el díctamo sagrado vieron trocarse en hiél.
Tú, padre, que navegas en borrascosa vida,
Eleva a Dios tus manos porque a su lado estén,
Como el audaz marino que en nave combatida
Recuerda que sus hijos expuestos no se ven.
Tú, madre, que has sentido las santas alegrías
De ver brotar la vida del seno maternal.
Espera : aun no ha pasado la aurora de tus días
Y ha de brillar un día de gozo sin igual.
En las calladas noches alzad la vista al cielo.
Mirad a vuestras hijas resplandecer allí,
Y sentiréis el alma bañada de un consuelo
Que para el alma enferma nunca se encuentra aquí.
1852
21
4
IV
EN UN ÁLBUM
Que a cada hoja del álbum de tu vida
Que desdoble la mano del destino,
Al seguir los inviernos su camino,
Las primaveras queden en tu sien;
Y así, que en cada año que transcurra
Añadas una flor a tu guirnalda,
Y que cruzando prados de esmeralda,
Llegues hasta las puertas del Edén .
1862.
I
1
AL PEIMOGENITO DE UN AMIGO
Hoy que el placer corona tu cabeza,
Quiero estrechar tu mano con terneza
Y darte el parabién :
Porque en los días de contento o duda
La mano del amigo nos ayuda
En el pesar, y en el placer también .
Hoy un hijo ha nacido en tu familia,
Como tras larga noche de vigilia
Se ve brillar el sol;
Y su sonrisa pura cual la aurora
Todo el hogar doméstico colora
Tiñendo los semblantes de arrebol.
268 KIMAS
¡ Bendito sea Dios ! Triste 'en el mundo
Has sido presa del dolor profundo
Que roe el corazón,
Hasta que ángel de amor con blando anhelo,
Te dio en su labio plácido consuelo,
Y te abrigó en sus brazos con unción.
De su frente nacieron tres estrellas,
Como ella puras, cual su rostro bellas,
Que volaron a Dios
En alas de la brisa rumorosa,
Que repitió la queja dolorosa
Que brotó el alma rota de los dos.
Hoy en vez de una estrella fugitiva
Ves brillar una flor fragante y viva
Que rebosa salud,
Y no ha de marchitar el cierzo helado
Si en el materno seno enamorado
Bebe tu hijo la vida y la virtud.
Como conozco tu alma generosa
Y el corazón sencillo de tu esposa,
Tu hijo conozco ya,
Porque la flor lozana y perfumada
Por la mano divina destilada
Su balsámica esencia siempre da.
Conociendo la flor, siento su esencia,
Que a pesar, caro amigo, de la ausencia
La brisa trae a mí
j
poesías familiabes
La brisa del recuerdo y del cariño
Enviada por el hálito de un niño,
Que hoy me refresca y que te baña a tí.
Que nunca a tu vi^dr falte ese aliento,
Que siempi'e de tu esposa el blando acento
Mitigue tu dolor;
Que nunca falten flores a tu almohada,
Ni miel en tu colmena perfumada,
Ni en el hogar el hijo de tu amor.
VI
¿POR QUE LLORAR?
(EN UN ÁLBUM FÚNEBRE, RECORDANDO A UNA MADRE
SU HIJO MUERTO EN EDAD TEMPRANA)
¿Por qué sobre el torrente de la vida,
Como una ñor del árbol suspendida
Te inclinas a llorar?
Madre y esposa, veo en tus miradas
Que buscas en sus olas agitadas
Al hijo que en su fondo viste ahogar.
Te diré donde está : bajo una losa
Su blando cuerpo trémulo íeposa,
Tibio aún con tu calor.
272 EIBIAS
¡ Blanca flor que cayó de tu guirnalda
Y que, al bajar a la materna falda,
Llevó marchita el viento del dolor!
¿ Quieres sentir su espíritu invisible ?
En el hogar doméstico apacible,
Nido de la quietud,
Sentirás un perfume penetrante,
Ese es de tu hijo el corazón umante
Impregnado en tu amor y tu virtud.
Así sucede en la colmena rota
Cuando el invierno asolador agota
La balsámica miel :
Siempre queda el perfume, y más nutrida
Llega a encontrarla la estación florida
Rica con los productos del verjel .
Mira ese cielo. ¿Ves aquella estrella.
Que entre las otras fúlgida destella
Del mar en el confín?
Ese es tu hijo también. ¡Chispa divina,
Que brotó de tu mente peregrina,
Y en sus alas llevóse un serafín!
POESÍAS FAMILIARES 273
¿Por qué llorar? ¡Feliz tú, que amorosa
Aun puedes suspirar sobre una losa,
Tibia con tu calor,
Y aun puedes aspirar el suave aroma
Del alma de tu hijo, que ora asoma
En el cielo cual astro de tu amor!
1851.
VII
A LA NIÑA LEONOR
Eii el seno de tu madre
Tu frente oculta, ángel mío,
Cual la gota de rocío
En el cáliz de la flor,
Y mientras nube sombría
No empañe de tu cabeza
El sello de la pureza.
Duerme tranquila, Leonor.
Flor delicada y hermosa
En el jardín de la vida,
Hoy te miras protegida
Por el maternal amor.
¡Ay! antes que por los cierzos
Te mire despedazada.
En esa blanda almohada
Duerme tranquila, Leonor^.
276 RIMAS
En esa edad infantil
Exenta de sinsabores,
Es tu camino de flores,
Tu vida sueño de amor;
Pero antes de penetrar
A otro camino de abrojos,
Cerrando tus bellos ojos,
Duerme tranquila, Leonor.
Paloma de la inocencia
Tan candida como bella.
Tan pura como una estrella
De la mañana en su albor.
Si quieres vivir feliz,
No dejes tu blando nido.
Mientras te canto al oído:
Duerme tranquila, Leonor.
Pimpollo apenas abierto,
Algún día serás rosa.
Que derramará pomposa
Su perfume encantador . . .
Pero i ay ! entonces tal vez
Te oprimirán las congojas!
Antes que esparzas tus hojas.
Duerme tranquila, Leonor.
1847.
VIII
ELISA EN LA TUMBA
¿A dónde fuiste, blanca ñor, caída
Del árbol de esperanza de la vida
A ese abismo sin fin,
Cual de la palma, al borde de un torrente.
Hoja que arrastra rápida corriente,
Y la lleva a regiones sin confín ?
Al borde de ese abismo te lloramos,
Y con vista anhelosa te buscamos
Sin poderte encontrar,
Como busca con ansia el marinero
Al que cayó del alto mastelero
Y se perdió en las ondas de la mar.
278 KIMAS
Y tus padres te llainan con teínura,
Y en esa piedra silenciosa y dura
Se estrella su dolor,
Como el llanto que el párpado humedece
Se retira, se oculta y desparece
Al encontrar un mundo sin amor.
Al despertar, ya no verán, Elisa, ^
Resplandecer tu plácida sonrisa, " *
Como luz matinal;
Ni al asomar la estrella vespertina,
Cuando en el Occidente el sol se inclina,
Te mirarán los cielos contemplar.
Tu lecho se halla solitario y frío.
Tu asiento acostumbrado está vacío
En el paterno hogar,
Como el nido de candida paloma
Que al mirarse con alas, Aoielo toma
Y al cielo sube para no tomar.
¿Por qué cambiaste la materna almohada
De amor y de inocencia perfumada
Por esa terrenal,
Cual virgen consagrada a los altares
Que deja la guirnalda de azahares
Para dormir en losa sepulcral?
Tú dejaste el mundo, niña pura.
Porque al probar del mundo la amargura.
Lloró tu corazón,
POESÍAS FAMILIARES 279
Y en su llanto se ahogó, como esas ñores
Que al derramar suavísimos olores,
Se ahogan con su propia emanación.
13-19.
aa
4
i
IX
A UN AMIGO
QUE ME asistía EN UNA ENFERMEDAD, SIENDO MI
Medico un amable filosofo
Mi médico suaviza mis dolores
Hablándome de ciencia y poesía,
Como Platón el ático lo haría,
Filósofo en el gi*emio de doctores.
Tú, en los remedios que haces, viertes flores
Que impregna la amistosa simpatía,
Y de tu mano brota noche y día
Bálsamo aliviador de sinsabores.
Me hallo como el viajero que ha colgado
Su hamaca entre dos árboles floridos;
Que envuelto en un ambiente perfumado.
282 KIMAS
Le acarician sus gajos extendidos;
Y que al fin se adormece blandamente,
Y hojas y flores caen sobre su frente.
I
¿QUE PODRE DECm?
(EN EL ÁLBUM SIN VERSOS DE UNA JOVEN ESPOSA>
Todos dicen, Señora: — "Albam sin versos
Es arpa no pulsada todavía,
Donde duerme tranquila la armonía
Esperando la suave vibración ;
Y que si el vate arroja una palabra
En medio de sus hojas incoloras,
Se estremecen sus páginas sonoras
Y cual hojas del árbol dan su son."
¡ Oh, no es cierto ! Sin duda quien tal dijo,
Jamás tu álbum purísimo ha tenido,
Porque entonces habría allí leído
Lo que en sus hojas blancas yo leí :
284 EIMAS
Lo que se lee en las oudas de los ríos
Cuando la blanca luna los colora ;
Lo que se lee en las nubes del aurora
Entre celajes de oro y de carmín.
¿Qué podré yo decir que ya no diga
Esta páííina blanca de azucena?
Aquí se ve lucir pura y serena
Tu frente que selló la castidad ;
Aquí se leen tus albos pensamientos
Y la inefable candidez de tu alma,
Y una elocuente imagen de la calma
En la apacible vida del hogar.
Aquí toda tu vida está en compendio
Donde dice con cifra misteriosa:
Bella argentina, madre cariñosa,
Esposa tierna... ¿qué más quieres, di?
Yo te juro que todo cuanto he dicho
Diciendo está tu libro en su pureza,
Y en su nivea blancura hay más belleza
Que la que el numen puede darte a tí.
Tampoco creas que el pensil más bello
Pueda exhalar más inefable aroma,
Cuando el lucero en el oriente asoma
Y la tierra le ofrece su ovación;
Que aquí, de las domésticas virtudes
Un misterioso olor llena el ambiente,
Que baña al peregrino blandamente
Si se acerca a tu umbral con emoción.
POESÍAS FAMILIARES 985
Todo lo dice un libro inmaculado
Para expresar una existencia pura,
Y esa misma elocuencia la natura
Manifiesta en el agua y en la flor;
Pero si algo deseas, joven bella,
Que en este álbum purísimo te diga,
Diré: — El cielo tu existir bendiga
Bajo el ala azulada del amor.
Puedas volver al seno de tu patria
En brazos del esposo que te adora,
Y esa prole que el alma te enamora
Le dé días de gloria y esplendor. —
Mi voto es tal, y el corazón me dice
Que si mi patria fuese tu familia,
Pasaría su noche de vigilia
Y brillaría de esperanza el sol.
I
XI
A UN AMIGO
DEVOLVIÉNDOLE ÜN LIBRO DEL QUE UNA MANO
QUERIDA HABiA ARRANCADO UNOS VERSOS DEL AUTOR,
QUE FUERON REEMPLAZADOS POR LOS SIGUIENTES:
Los tristes ecos que a mi humilde lira
En otros días arraneó el dolor,
Hoy los apaga con su l)ella mano
El ángel puro que rae dio su amor.
Así el guardián que vela sobre el íiombre
Si ve en su frente el polvo sombrear,
Tendiendo el ala, cual la seda blanda,
Quieíe la mancha de su sien borrar.
Aquellos versos fueron líneas truncas
Que en arenas movibles escribí,
Al borde del torrente de la vida,
Y que borrados por un soplo vi.
288 RIMAS
Mas, nada importa que mis pobres versos
En este libro vuestro ya no estén,
Cuando otras flores de frescura eterna
Entre sus hojas relucir se ven;
Cuando del cielo el estrellado manto
Ligera nube empaña su esplendor,
La faz hermosa de los astros luce
Si un viento leve limpia ese vapor,
Pero diréisme que un lunar es bello,
Y en blanco seno fúnebre crespón,
O en negros rizos un jazmín nevado,
Que en su contraste forman la ilusión.
Mas no es bella la ortiga en los jardines,
Ni negra mancha en grato rosicler,
Ni las gotas de lodo salpicado
Sobre túnica blanca de mujer.
Al reemplazar mis vei-sos con mis versos,
Pienso que los dedico a la amistad,
Y si en el cambio poco se adelanta,
En algo apreciaréis la voluntad :
Fueron los unos quejas de mi alma
Que en horas solitarias exhalé,
Al ensayar las cuerdas de la lira,
Y entrar al mundo con incierto pie;
4
POESÍAS FAMILIARES 289
Y no tienen los místicos perfumes
Del balsámico aliento del amor,
Ni del artista los ligeros tintes,
Ni el trazo fuerte del pensar creador.
Son el aroma de las flores secas,
Ecos errantes de canción fugaz,
Gotas amargas a la vez que dulces
Con que el destino humedeció mi faz.
No me pidáis los versos arrancados
Que el viento del oh^ido llevará,
Y que marchitos cual la flor de otoño,
Mustios y tristes por el suelo van.
Ya no se pueden levantar del suelo,
Pues son cual hojas de papel fugaz,
Que aun después de quemadas tienen forma,
Y si se tocan son polvo y nada más.
Así se pasan los serenos días
Y uno por uno bajan de la sien,
Y al levantarlos de la tierra fría.
Polvo y ceniza son ellos también.
1841.
XII
UNA FLOR DEL ALlilA
(A UNA AMIGA ANCIANA)
Yo te diera una flor de los jardines
Para adornar tu blanca cabellera
Si su vida no fuese tan ligera
Que nace, brilla y muere con un sol;
Y darte quiero cosa más durable
Que no marchite el viento del olvido,
Y que a pesar del tiempo transcurrido
Conserve su frescura y su color.
Como hay una que llaman flor del aire.
Hay otra que se llama flor del alma,
Que a veces brota en apacible calma,
O al soplo de la recia tempestad:
292 EIMAS
Nacida en horas quietas y serenas
Hoy te ofrezco una flor del alma mía.
Bañada en el raudal de simpatía
Que la vieja amistad hace brotar.
Es una flor humilde e inodora,
Y si quieres que viva eternamente
Báñala con el rayo de Occidente
Que en tus sienes aun vierte resplandor;
Refrésquela el recuerdo de otros años,
Reanímela benévola sonrisa,
Y que de dos edades una brisa
Le preste su perfume y su frescor.
Y si miras su cáliz, en su seno
Hallarás una gota cristalina,
Perla de la corona matutina
Caída de tu aurora en el verjel.
Que otra gota simpática la bañe,
Pues dos lágrimas puras derramadas,
Son amargas, si se hallan separadas,
Y juntas, son dos lágrimas de miel.
XIII
MI ESTRELLA
Tú eres la estrella que mis p;isos <¿iiU
En el camino del desierto mundo,
Y de tu lumbre el esplendor divino
Siempre me halaga.
Echeverría.
La corona de fuego
Del astro rey del día,
Entre la onda fría
Del mar, se sumergió;
Y la apacible noche,
Su frente plateada
De estrellas coronada,
Serena levantó.
Alza tu vista al cielo
Y admira ese diamante,
Que brilla rutilante
Sobre tu blanca sien :
294 BI3IAS
Amiga, esa es la estrella
Que unida a mi destino,
Siempre alumbró el camino
Que me condujo al bien.
Ella es la precursora
De las felicidades,
Que en tristes soledades
Me viene a consolar;
La que al venir yo al mundo
Lució en el firmamento,
Cual si el divino aliento
La hiciera allí brotar .
Cuando perdí la senda
Que a ti me conducía.
Yo vi nube sombría
Turbar su claridad;
Pero brilló risueña
Cuando te hallé amorosa,
Y en tu cabeza hermosa
Vertió su claridad.
Cuando al cnizar los mares
Se ha acongojado mi alma,
Me ha inoculado calma
Su rayo celestial;
Y si las tempestades
Mi nave han combatido,
Al punto se ha encendido
Cual místico fanal.
POESÍAS FAMILIARES 295
Lejano de mi patria,
Y errante, desterrado,
Su luz me ha acompañado
Do quiera que yo fui,
Como un reflejo tenue
Del argentino suelo.
Que plácido consuelo
Derrama desde allí.
Tu ser identifica
Con esa blanca estrella,
Porque de tu alma bella
Parece el resplandor;
Y así, la voz suave
Que irradia tu semblante,
Cual lámpara brillante
Presidirá al amor.
Su blanquecino rayo.
Emanación del cielo.
Como plateado velo
Te envuelve en derredor,
Y de tu frente en torno
Te forma una diadema,
Cual luminoso emblema
De castidad y amor.
Pidamos a los cielos
Que unidas nuestras almas
Entre cerúleas palmas
Se eleven hasta Dios;
296 BIMAS
Y que esa blanca estrella
Que es de otros raundos viso,
I Sea en el paraíso
La tumba de los dos !
LIBRO QUINTO
IMITACIONES Y TRADUCCIONES
I
LIBRO QUINTO
IHITKIOHES Y TRPaCCIOHES
EL CEMENTERIO DE LA ALDEA
(ELEGÍA DE THOMAS GREY)
La campana lamenta el fin del día,
Muge el rebaño en torno del vallado;
El labrador retorna a su alquería
Y me deja de sombras circundado.
Ya se borra el paisaje entre las nieblas;
Callada está la atmósfera tranquila:
El insecto susurra en las tinieblas,
Y se oye el eco de lejana esquila.
300 EIMAS
En la torre de yedra tapizada
Su luz esparce la apacible luna,
Y su secreta oscuridad callada
El bullo con sus quejas importuna.
Aquí, a la sombra de olmos y de abetos
En tumbas que la grama festonea,
Duermen en tierra, ya por siempre quietos,
Los rústicos abuelos de la aldea.
Ya no irá a despertarlos en su lecho
La brisa matinal embalsamada,
Ni oirán cantar en su pajizo techo
Al gallo anunciador de la alborada.
Ya no recibirán junto a su hoguera
De la esposa solícitos cuidados,
Ni sus hijos el beso de la espera
En sus rodillas les darán sentados.
Ellos la mies ante su hoz rindieron,
Y el surco abrieron en la dura gleba ;
Ellos al bosque secular vencieron
Y a par del buey se ataron a la esteva.
De la ambición insana preservados
Su vida oscura fué, sus penas leves . . .
¡Mas no sean por esto despreciados
Del pobre los anales simples, breves!
IMITACIONES Y TEADUCCIONE'!? 301
Del orgullo la pompa deleznable,
La opulencia, el poder y la belleza,
A todo llega su hora inevitable :
De la gloria el camino va a la huesa.
¡ Soberbios de la tierra ! Nada importa
Que estas tumbas no ostenten un trofeo,
Ni que en templo que mármoles soporta
No se eleve en su honor un clamoreo.
¿La urna historiada, el busto cincelado
Reanimar puede acaso el polvo inerte?
¿Suena de la lisonja el canto osado
En los oídos sordos de la muerte?
Cabezas que animó fuego sagrado,
Manos dignas del cetro y de la lira,
Yacen tal vez en túmulo ignorado
En este campo que ninguno admira.
No leyeron el libro portentoso
Que enriquece del tiempo la corriente :
La pobreza con soplo silencioso
Congeló de sus genios el torrente.
Así la mar en su insondable seno
Guarda la perla, honor de una corona ;
Así la flor lejos del prado ameno
Da su fragancia en solitaria zona.
302 RIMAS
Tal vez aquí hay un Hampden sin historia
Que afrontó de su campo a los tiranos,
O algún Milton sin cantos y sin gloria,
O un Cromwell puro, con incruentas manos.
No dominó su voz en el senado,
Ni fué su lote ruinas y despojos,
Ni leyeron su fin predestinado
De una nación en los inquietos ojos.
Pero si el crimen no marcó sus pasos,
Si al solio entre matanzas no se alzaron,
Ellos al mundo con impíos brazos
De la piedad las puertas no cerraron.
No negaron su oído a la conciencia,
Ni el pudor sofocaron torpemente.
Ni tributaron culto a la opulencia
Con inciensos quemados en la mente.
Lejos de la contienda fratricida
Sus deseos jamás se descarriaron,
Y a lo largo del valle de la vida
Una quieta existencia atravesaron .
Sus huesos protegidos del insulto
Descansan bajo toscos monumentos,
Y un epitafio pide en verso inculto
Un suspiro al viajero, unos momentos.
IMITACIONES Y TRADUCCIONES 303
Es SU edad y su nombre aquí esculpido
Una elegía para el pobre aldeano,
Y un texto por el tiempo carcomido
Conforta al moralista comarcano.
¿Por qué no se resigna al mudo olvido
Nuestro ser al dejar el mundo inquieto,
Y mira atrás con ojo entristecido
La luz buscando con ansiar secreto?
Es porque el alma en nuestro ser revive
Guardando el ojo una piadosa gota,
Que hasta en la tumba la natura vive
Y el fuego extinto de cenizas brota,
i Oh tú, que cantas la honradez sin gloria
En estas líneas que inspiró la muerte,
Tal vez alguno guarde tu memoria,
Y quiera un día averiguar tu suerte !
Feliz entonces si un pastor anciano
Puede decir: — ''La estrella matutina
" Le vio ágilmente recorrer el llano,
" Sorprendiéndole el sol en la colina.
" Allí, a la sombra de la encina añosa,
" Pasaba el abrasado mediodía,
" Y recostado en su raíz nudosa
" El rumor del arroyo le embebía.
304 KIMAS
" Al cruzar poi* el bosque silencioso
" En sus ojos las lágrimas brillaban,
" Murmuraba en un tono lastimoso
" Voces que amor o pena revelaban,
'' Un día no le vi sobre el collado,
" Ni sentado de su árbol a la sombra,
'* Ni en el bosque, ni arroyo sosegado,
" Ni entre el brezal que la pradera alfombra.
" En un negro ataúd al oti'o día
'' Le vi llevar al campo de los muertos:
" Llega, y leerás en esa losa fría
' ' El epitafio de sus huesos yertos • ' '
EPITAFIO
Yace envuelta en el polvo la cabeza
De un joven que vivió desconocido:
Puso en su frente el sello la tristeza
Y el estudio su tinte indefinido.
En su alma la bondad tuvo un abrigo :
Dio a la miseria simpatía y lloro.
Colmó Dios su ambición con un amigo,
Y así partió su amor y su tesoro .
IMITACIONES Y TRADUCCIONES 305
Sus virtudes no pongas en balanza
En la mansión solemne del pavor;
¡Yace en brazos de trémula esperanza,
A los pies de su Padre y su Señor!
1839.
I
í
II
EL SALMO DE LA VIDA
(De Longfellow)
(LO QUE EL CORAZÓN DEL JOVEN DICE AL SALMISTA)
¡Oh! no me digas que la "vida es sueño",
Triste salmista, en tu cantar amargo,
Porque el alma no vive en el letargo
Que es de la muerte pálido diseño.
La vida es real y su destino es serio,
Y no es su fin en el sepulcro hundirse ;
Que "ser polvo y en polvo convertirse"
No es del alma el divino ministerio.
Ni es del hombre la senda o el destino
El reposo, el dolor ni la alegría,
Sino la acción, para que cada día
Avance una jornada en su camino.
308 EIMAS
Que la ciencia es muy larga, el tiempo estrecho,
y el corazón más varonil y fuerte,
Bate el fúnebre paso de la muerte
Cual velado tambor dentro del peclio.
¡En el vivac del mundo, alza tu escudo!
¡ En el campo de acción, arma tn diestra !
¡Sé un héroe de la vida en la pale;5tra,
Y no el rebaño que se arrea mudo!
Del porvenir los pasos son inciertos:
Vive y obra sin tregua en el presente,
¡ Tu corazón en tí, Dios en tu mente.
Deja al pasado sepultar sus muertos !
Los héroes que en tu mente divinizas
Te muestran que la vida es noble y bella,
Y ellos te enseñan a estampar la huella
Del tiempo en las arenas movedizas.
Tal vez algún hermano fatigado,
Náufrago de los mares de la vida,
Recobre aliento en su alma decaída
Al encontrar tu paso señalado.
¡ De pie, en acción, con varonil pujanza '
Y el corazón dispuesto a todo evento,
Sigamos de la vida el movimiento.
Guiados por el Trabajo y la Esperanza.
1868.
111
EL APÓSTOL DE BERANGElí
(DEDICADO A LAMENNAIS)
¿A dónde vas? — Voy a salvar al mundo
Propagando de Dios la ley de amor.
— Apóstol, tu labor será infecundo,
Ven al festín, y enjuga tu sudor.
— No, no: yo voy a eraaneipar el mundo
De Dios, siguiendo santa ley de amor.
¿A dónde vas? — ¡A predicar al hombre
La justicia, la paz, la caridad!
--No corras ¡ay! en pos de un vano nombre
I
310 EIMAS
Que jamás se convierte en realidad.
— No, no : ¡yo voy a predicar al hombre
La justicia, la paz, la caridad!
¿A dónde vas? — A las humanas almas
Voy a enseñar la senda de los cielos.
— Busca otro triunfo entre gloriosas palmas
Y consagra a la musa tus desvelos.
— No, no : yo voy a las humanas almas
A enseñar el camino de los cielos.
¿A dónde vas? — A alzar en las campañas
Templos al Dios que cría la gramilla.
— Huye del precipicio en las montañas,
Teme de bandoleros la gavilla.
— No, no : yo voy a alzar en las campañas
Templos al que bendice la gramilla.
¿A dónde vas? — En medio a las ciudades
Voy a purificar los corazones.
— Deten, que si al impío no persuades.
La rabia exaltarás de las pasiones.
— No, no : yo voy en medio a las ciudades
A curar los viciados corazones.
¿A dónde vas? — Buscando al afligido
Para decirle : ¡ Sólo Dios es fuerte !
— ¡Ah! teme al poderoso envanecido,
Y que el esclavo contra tí despierte!
— No, no: yo voy buscando al afligido
Para decirle : ¡ Sólo Dios es fuerte !
Á
IMITACIOKHÍ Y TRADUCCIONHS ftll
¿A dónde vas? — A i'eeorrer la tierra
Confortando crej^entes que f laquean.
— ¡Qué! ¿la edad, las fatigas y la g'ierra
No han domado tus sienes qnc blanquean t
— No, no : yo voy a recorrer la tierra,
Y a confortar creyentes que f laquean.
I A dónde vas? — A quebrantar Idr jnigos
Con que oprimen al pueblo los tiranos.
— i Tiembla ! te entregarán a los verdugos,
Y el pueblo inerme batirá las manos.
— No, no : yo voy a quebrantar loís 3'ugoíj,
Con que oprimen al pueblo los tiranos.
¿A dónde vas? — A confesar mi culto
En presencia del juez y sus lictores.
■ — Se perderá tu voz en el tumulto
Que alzarán los serviles oradores.
— No, no: yo voy a predicar mi culto
En presencia del juez y sus lictores.
i A dónde vas? — Voy a entregar mi cuello
Sobre el cadalso donde Dios me aguarda.
— Di una palabra, y de tu gracia el sello
Pondrá la mano que las leyes guarda.
— No, no : yo voy a doblegar mi cuello
Sobre el cadalso donde Dios me aguarda.
I A dónde vas? — Entre ángeles divinos
A descansar ctj brazos de mi Dios.
— ¡ Tú nos conviertes ; sig\ie tu destino !
819 RIMAS
¡En tu sepulcro llorarán! ¡Ad¡ú«!
— ¡Sí, sí! ¡yo voy entre ángeles divinos
A descansar en brazos de rai Dios!
1859.
IV
LO QUE ES AMOn
(IMITACIÓN DE VÍCTOR HUGO)
Al principio, el nraor ef? un espejo,
Do la coqueta busca su reflejo
Llena de vanidad :
M';s tarde al corazón da grata calma
E inoculando la virtud en el alma
La impregna en castidad :
Y luego es un abisnio en que la mano
Un borde de que asirse busca en vano,
Y resbalan los pies :
Como sucede al niño, que, inocente,
Se contempla y se baña en una fuente
jY se ahoga después!
1848.
VIVO EN ELLA
(IMITACIÓN DE BYRON)
Hay un hilo misterioso
Tan unido al de mi vida,
Como liana entretejida
De gnieso tronco alredor ;
Nunca el hacha del destino
Consc^irá separarlos,
Que a los dos ha de cortarlos
O conservar a ios dos.
Hay un ser en cuyo rostro
Mis ojos se han detenido,
Y en su mirada han bebido
Felicidad y placer;
316 . BIMAS
Este ser, durante el día
Me encanta con su belleza,
Y cuando la noche empieza
Viene a encantarme también.
Hay una voz armoniosa
Cuyos mágicos acentos
Despiertan los sentimientos
Que atesora el corazón;
Y no quisiera escuchar
De serafines un coro.
Si esa voz que tanto adoro
No se uniera con su voz.
Hay un rostro celestial,
Que si el rubor lo colora
El corazón enamora,
Y expresa el más puro amor;
Pero en cada despedida
Palidece su semblante,
Y más que su labio amante
Me dice su turbación.
Hay un seno todo mío
Donde reclino mi frente.
Cuando el dolor inclemente
Viene mi pecho a turbar;
Hay labios que sólo se abren
A mis labios con encanto,
Y ojos que vierten un llanto
Que al mío se va a mezclar.
TII'TACIO^H? Y TBADUC virNBS 817
Hay dos puros corazones
Tan estrechamente unidos,
Que de los dos los latidos
Se responden a la par:
Unos mismos sentimientos
A los dos a un tiempo agitan,
y si a un tiempo no palpitan
Cesarán de palpitar.
Hay dos almas que se buscan
Y en un amor se refunden,
Y de modo se confunden,
Que al llegarse a separar...
i Separarse ! ¡ No es posible !
Que si lo estuvieron antes,
Esas dos almas amantes
Hoy forman una no más.
1840.
I
VT
¡ADIÓS!
(IMITACIÓN DE BYRON)
I Adiós, adiós ! si el niego del que adora
Llega al oído que mi voz implora,
Tu nombre subirá al trono de Dios,
Y en alas de los ángeles llevado
Mientras al cielo suba atribulado,
Murmuraré en la tierra ¡ adiós, adiós !
Los ojos secos y sin voz los labios
No recuerdo del mundo los agravios,
Que agravios nunca ha habido entre los dos;
Pero, al tenderte cariñosa mano,
Acuérdate que te he adorado en vano,
Para decirte al fin ¡adiós, adiós!
1850.
vn
LA SANTA ALIANZA
(IMITAOION DB BERANGER)
La paz bendita descendió a la tiorra
Sembrando su camino de oro y flores;
Y, al apagar del genio de la guerra
Con su aliento los rayos destructores,
Dijo: — "Vosotros en valor iguales,
" Hijos del vasto mundo aracricano,
" Pueblos, formad una Santa Alianza
" Uniendo vuestra mano,
** ¡Infelices! el odio va a mataros:
" Sufrís penoso y agitado sueño:
" Abandonáis el bien para amarraros
"En el carro triunfal de vuestro dueña
393 KIMAB
" Inmenso es vuestro hogar, y en él hay sitio
" Para el rico y el pobre y el anciano.
" Pueblos, formad una Sant?» Alianza
** Y presentaos la mano.
" Dais, fuego del vecino a la techumbre
" Y el aquilón lo lleva a vu^^stro lado,
" Y al resplandor de la siniestr-i lumbre
" La reja cae del brazo mutilado
"En el límite estrecho que os separa
" Nada está puro del licor humano.
*' Pueblos, formad una Santa Alianza
*' Uniendo vuestra mano,
" En las ciudades do el incendio brama
" El cacique con látigo sangriento,
" Abusando del triunfo que le infama,
*' Marca y cuenta los hombres ciento a ciento.
" ¡Débil rebaño que se inclira iiiorme
" A un yugo ignominioso o inhumano!
" Pueblos, formad una Santa Alianza
" Y presentaos la mano.
" Enmudezca la trompa fratricida
" Y cure la piedad vuestros dolores.
'* Sin prodigar vuestra precie sa vida
" Ni a torpes demagogos ni a oi)resores.
" De los meteoros conj.irad ía influencia:
*' Disiparánse como el humo vano
" Pueblos, formad una Santu Alianza
" Uniendo vuestra mano.
IMITACI')KB'! Y TFADUCCirNnS 3-23
" Qne, libre en fin, América respire;
" Sobre el pasado caiga denso velo,
"Y al son de dulce lira que susj)-re
" Quemad inciensos, fecundad el suelo;
" Que la riqueza guíe a la isperanza
" Y coseche los frutos del veran»i.
" Pueblos, formad una Santa Alianza
" Y presentaos la mano."
Así dijo la virgen adorada,
Y la tierra de amor se estremeció,
Y de brillantes flores esmaUr.da
Como en la primavera re miró.
¡ Ah ! que se olvide el nombre de exfTfinj'^.ro,
Que el extranjero sea nuestro hermano.
Pueblos, formemos una Sant» Alianza
Y démonos la mano.
1888.
vm
EL PESOADOE DE PEALAS
(IMITACIÓN DEL PRANOBS)
Cuando la reina, su soberbia frente
Quiere adornar con joya refulgente,
De precio sin ijfual,
Le dice al pescador: — " Baja a loá mares,
Y róbale a sus genios tutelares
La perla de sus urnas de cristal. "
Y el pescador con ánimo sereno
Del mar se precipita al hondo seno...
¡Al sepulcro, tal vez!
Y por las frías ondas arrastrado
Arranca su tesoro al mar airado,
Que lleva de su reina ante los pies.
326 BIMAS
Yo soy el pescador, amiga mía.
Tú eres la reina, que si acaso Tin día
Pidieses a mi ardor
Una joya de adorno a tu belleza,
Como esclavo, en el mar de mi cab?za
Fuera a buscar la perla del amor.
1849.
ÍX
A UNA MUJER
(IMITACIÓN DE AaCTOB HUGO)
Si fuese rey, te diera mi corona,
Y mi imperio desde una a la otra zona,
Del mar undoso las flotantes quillas,
Mis vasallos postrados de rodillas.
Por obtener de tí, mujer amada,
¡Tan sólo una mirada!
Si fuese Dios, te diera los espacios,
Y las nubes de grana y de topacios,
Esos astros que pueblan los confines,
Y el coro de celestes serafines,
El mar, la luz, del cielo el embeleso,
¡Tan sólo por un beso?
1839.
2S
A COLOlSí
(IMITACIÓN DE SCHILLER)
Voga, voga con ánimo valiente,
Empuñando el timón eon firme mano.
Y no te arredre ese murmullo vano
Del vulgo necio y del motín j atente.
Marcha, marcha derecho al Occidente.
Allí de un nuevo mundo está el arcaao.
Que adivinó tu genio soberano,
Y que ves con los ojos de la mente.
Fíate en Dios cuando los mares sondas,
Que si no existen mundos ignorados,
Han de surgir del seno de las ondas:
330 RIMAS
Naturaleza y genio son aliados,
Y todo cuanto el genio ha prometido.
Naturaleza siempre lo ha cumplido.
1S50.
XI
EL UTOPISTA RIVADAVIA
(FRAGMENTOS TRADUCIDOS DE UN CANTO EN HONOR
DE RIVADAVIA, TITULADO: «LES BREBIS MERINOS
DANS LE RIO DE LA PLATA» POR CARLOS PELLEGRINI)
En un tiempo la pobre campe.isina
Erraba por las pampas peregrina,
Y era su prole, bendición del cielo,
Una calamidad, un desconf^uelo,
Que las puertas del rico le cerraba^
Cuando sus puertas trémula pisaba.
El avaro veía en la familia
Sólo bocas hambrientas de vigilia,
Y guardaba su estancia y su riqueza
Con un gaucho y un perro en la maleza
332 EIMAS
n
¡Oh tú, que con prof ética inirada
Trajiste a esta comarca desolada
El hermoso rebaño, cuyo seno,
De noble sangre y de riquezas lleno,
Vertió a raudales la simiente rica
Que una bastarda raza purifica!
Haley te precedió con valentía,
Pero víctima fué de su osadía.
Su rebaño, no bien aclimatado,
Fué por ardiente fueg'O devorado:
Al resplandor de rojas Humaradas
Se alzan las vacas, y huyen espantadas.
Y el toro mugidor, despavorido,
Huye y deja al ternero desvalido.
Pero la oveja, del incendio al brillo.
No abandona a su débil corderillo.
¡Y en el círculo ardiente y chi^-peante
Busca a sus compañeras .irthelante 1
Y la majada muere en la llanura.
¡Víctima de su unión y su ternura!
¡Ay! no se ve en el erial humeante
Sino el rebaño unido y expirante,
Y un pastor que entre ruinas se lamenta
Cuando los muertos de su campo cuenta!
Así arrastra su cruz en este mundo
El promotor de todo bien fecundo:
Que no alcanzamos nunca un adelanto
Que no reguemos con amargo llanto
IMITACIONES Y TEADUCCIOlfES 333
m
¡ Oh Rivadavia ! tu aima generosa
Hoy preside esta fiesta donciosa,
¡Y tu nombre querido, en dulce coro
Brota del corazón, húmedo en ¡loro!
¡Cuan hermosa es tu gloria! Es preferible
Al cruento lauro de adalid terrible!
Seres virtuosos honran tu memoria.
Y sus virtudes son tu eterna gloria:
El nuevo habitador de la ilanura
El bienestar te debe y la "*"ent\ira,
Y el sudor enjugando de su frente
Lleva al labio la copa alegremente,
Y la madre después del esquileo
A sus hijos enseña el deletreo.
i De tu existencia un mínimo segundo
Produjo un beneficio tan fecundo !
¡ De tu carrera un punto imperceptible
Regeneró este pueblo perfectible !
i Oh, bien mereces ser llamado sabio !
¡ Que en tu alabanza se desate el labio.
Que tu sepulcro en lágrimas bañemos,
Y que tu noble imagen perpetuemos!
XII
AMOR SECRETO
(REMINISCENCIAS) (1)
Si te dijese: " ¡te amo! " ¿qué dirías,
Mujer hermosa de azulados ojos? —
¿Quizá encendida contra mí en enojos
Con ojos de rigor responderías?
Si te dijese : — " En tí tan sólo pienso,
" ¡Ángel hermoso de cabellos de oro!
' * Ante tus pies rendido ¡ yo te adoro ! ' '
¿Rechazarías mi amoroso incienso?
Si dijese: — " Tu imagen sólo veo,
" ¡Virgen pura, de rostro de azucena! "
Con esa voz que el alma me enajena
¿Me dirías risueña: — " No lo creo "?
(1) Véase la nota.
336 EIMAS
Si dijese: " ¡Por tí tan sólo vivo,
" Esbelta ninfa, la del talle airoso! " —
Volviendo acaso tu semblante hermoso,
¿Me contestaras con acento esquivo?
Si dijese: — "¡Feliz el que tú adores,
" Graciosa niña, de amorosa boca! " —
Abriendo el labio que el amor provoca
¿Pagarías desdenes por amores?
Te amo más que a las flores olorosas
Cuyo grato perfume nos embriaga.
Más que a la brisa que la frente halaga
Del estío en las noches deliciosas.
Yo te amo, por tu gracia y gentileza.
Por tus ojos azules como el cielo,
Por tus cabellos, que cual áureo velo
Tiendes sobre tu angélica cabeza.
Mas te amo en mi interior, sin esperanza,
Como a virgen en ara colocada.
En donde la criatura arrodillada
De sus pecados el perdón alcanza.
Si es una ofensa amarte en el secreto,
Yo rogaré a tu bondad inmensa
Que, como Dios perdona toda ofensa,
Perdones un amor puro y discreto.
IMITACIONES Y TRADUCCIONES 337
Culpa no es mía si eres tan hermosa,
Si yo te adoro con pasión ardiente,
Si noche y día en mi abrasada mente
Vive sólo tía imagen amorosa.
Culpa será de mi alma el extravío . . .
Mas dije mal, la culpa es de tus ojos,
En los cuales, brillando entre sonrojos,
Amor no busco por no hallar desvío.
Por eso te amo cual lejana estrella
Que resplandece en el inmenso cielo,
Y que, sin alcanzarla desde el suelo.
En nuestra frente su fuljcor destella.
XIII
¡ABIOS!
(LA ULTIMA CANCIÓN DE BERANGEB)
¡ Voy a morir ! Ya todo me lo anuncia :
Madre querida, patria mía ¡Adiós!
Ultimo nombre que mi voz pronuncia,
¿Quién te adoró en el mundo más que yo?
Yo te di las primicias de mi lira
Y al entregar el alma a su Criador,
Tu nombre ¡ oh patria ! con mi acento expira !
Por tanto amor, una lágrima. ¡Adiós!
Cuando los reyes en su triunfo impío
Tu cuerpo hollaban con su carro atroz,
Hijo constante en tu dolor sombrío,
Yo te brindaba el bálsamo de amor.
340 BIMAS
Más grande que en el triunfo en tu ©aída,
Tu sacrificio el cielo consagró:
Tu sangre ha sido el riego de la vida
Que fecundó la libertad ¡Adiós!
En mi sepulcro encomendarte quiero
Las prendas que aquí deja el corazón:
Algo debes ¡ oh patria ! al jornalero
Que en tus mieses jamás se alimentó.
Para que a todos llegue mi plegaria
Cuando percibo ya la luz de Dios,
Aun sostengo mi piedra funeraria , . .
El brazo cae ... la piedra cae ... i Adiós !
XIV
LA MUJER caída
(TRADUCCIÓN DE VÍCTOR HUGO)
j Nunca insultéis una mujer caída!
Nadie sabe qué peso la agobió,
Ni cuántas pruebas soportó en la vida
Hasta que al fin cayó.
¿Quién no lia visto mujeres sin aliento
Asirse con afán a la virtud,
Y resistir del vicio al duro viento
Con serena actitud?
jGota de agua pendiente de una rama
Que el viento agita y hace estremecer;
Parla que el cáliz de la flor derrama,
Fango al caer!
342 BI5IAS
Pero aun puede esa gota peregrina
Su nativa pureza recobrar,
Y resurgir del polvo cristalina
Y ante la luz brillar.
Dejad amar a la mujer caída,
Dejad al polvo su vital calor,
Porque todo recobra nueva vida
Con el sol y el amor.
1888.
XV
LA ORACIÓN POR TODOS
(TRADUCCIÓN DE VÍCTOR HUÜO)
Reza, ¡ ilija mía ! — Ya la noche extiende
Sus sombras, y un planeta de oro enciende,
Y la bruma nos cerca en rededor.
Tardo carro en la sombra se desliza:
Todo reposa : la nocturna brisa
Sacude el polvo al árbol y a la flor.
Ya brotan en el cielo las estrellas
Siguiendo del crepúsculo las huellas,
Y el Occidente apaga su carmín.
La noche su plateada luz difunde :
Surco, sendero y brezo se confunde,
Y vaga el viajador en el confín.
26
344 EIMAS
¡Al día el mal, los odios y la pena!
¡He aquí la noche plácida y serena!
El viento en las almenas del torreón,
El ganado, el pastor, con voz quebrada,
Todo sufre y se queja, fatigada
Pide natnra sueño, paz y amor.
Es la hora en que los niños, de rodillas,
Con los ángeles hablan maravillas,
Mientras buscamos el placer letal.
Y en igual oración, en igual hora,
Juntas las manos, su mirada implora
La dulce paz al Padre universal.
Y luego dormirán, y vagarosos
Los sueños de oro, enjambres tumultuosos,
Al apagarse el día, acudirán *-
Sobre sus bocas frescas y bermejas :
Cual en flores se posan las abejas,
De la inocencia el sueño libarán.
i Rezo de iíif ancia, sueño de la cuna !
¡ Voz que acaricia sin ofensa alguna !
Que alegra y ríe i oh dulce religión !
i Preludio blando de la noche grave !
Cual bajo el ala se adormece el ave,
El niño se adormece en la oración.
Reza, hija mía, por tu madre reza.
La que meció tu cuna con terneza
Y con el ser te diera su alma fiel;
IMITACIONES Y TRADUCCIONES 346
Por la que amante en el amor nutrida,
Hizo dos partes de la amarga vida:
Bebió el acíbar y te dio la miel.
Ruega por mí, que bien lo necesito:
Tú eres buena cual ella al infinito,
¡Con pecho casto y faz angelical!
Exenta de la envidia, fué piadosa,
Y abnegada, con alma bondadosa,
Sin saber quién lo hiciera, sufrió el mal.
Ella ignora ¡que goces tú su calma!
Esas miserias, torcedor del alma,
Remordimientos, penas, vanidad.
Que dentro al pecho como espuma impura
Flotan con el sabor de la amargura
Y de vergüenza cubren nuestra edad.
Sé bien la vida, y ya podré decirte
Más adelante acaso, por instruirte,
Que ir en pos de fortuna o de poder
Es demencia, y que la urna es aleatoria,
Y a veces da el oprobio en vez de gloria
Perdiendo el alma en juego tan cruel.
La alma humana se altera en su existencia,
Y aunque la causa vea en trasparencia.
Vicio y error nos postra en senectud.
Cuando no se domina su destino.
Dejan en los zarzales del camino.
Vellón la oveja, el hombre su virtud.
34B RIMAS
Todo en la tierra encuentra su pendiente ;
El río al mar dirige su corriente,
Y halla la abeja de la miel la flor.
Toda ala a su destino se encamina,
Di águila, gavilán o golondrina,
Y hasta los cielos vuela la oración.
1889.
FIN DR I-AS RIMAS.
NOTAS
)
NOTAS
Nota 1" — Página 4
Si manejó la phiuin o si empufié la lanza
«N'lutma mao senipre a espada, n'outra a penna.»
CAMOBS — Lusiadaii,
2" — Página 6
No veo fi allí! torre del templo majestuoso,
Cuyo círcnlo c.ibrc la !;loria ton mis alas,
Almena acribillada por las rugientes balaa
Que el cañón argentino lanzara a WhitteloV
La torre de la iglesia de Santo Domingo, donde se refugió
la columna del coronel Pack que fué hecha prisionera en la
segunda invasión de los ingileses, y que conserva todavía las
cicatrices de las halas de cañón disparadas desde la fortaleza.
3" — Página 6
No veo aquellos muros que consagró la gloria.
Cuando asilado en ellos ejército extranjero,
El pueblo en son de guerra, con ademán severo,
Hizo rendir la espada del bravo Borresford.
La Fortaleza de Buenos Aires, antigua morada de los Vi-
rreyes. En la primera invasión de los ingleses, Berresford,
atacado por todas partes por el pueblo, tuvo que encerrarse
dentro de sus muros con todo su ejército, resuelto a hacer re-
sistencia, o por lo menos con el objeto de obtener una capi-
tulación honrosa; pero al aspecto del pueblo armado que se
disponía a marchar al asalto, arrió la bandera inglesa, ee
rindió a discreción y entregó su espada, terminando así la cé-
lebre jornada de la Reconquista, en que los argentinos se mi-
dieron por la primera vez con la primera potencia del mundo.
350 EIMAS
4' — Página 6
No veo el foro inmenso, do fueron nuestros padres
A proclamar del pueblo la ^ran soberanía.
La plaza de la Victoria, donde hoy se levanta la pirámide
de Mayo, en conmemoración de haberse reunido en ella el
pueblo de Buenos Aires, dando así el primer paso en el sen-
dero del sistema representativo al iniciar con ella la emanci-
pación del continente americano.
5* — Página 6
Ni el balconaie rústico donde el cabildo un día,
La libertad de América por bando proclamó.
La galería desde donde anunció el Cabildo la instalación de
la primera Junta Revo'.ucionaria, nombrada a petición del
pueblo el 25 de Mayo de 1810.
6* — Página 7
Leopardos, quinas, leones, mostrar cada pendón.
Alusión a las banderas inelesas, brasileras y españolas con-
quistadas por la Reoública Argentina en sus guerras con es-
tas tres naciones; las cua'es existen en los templos de Santo
Domingo, La Merced y la Catedral, y sólo se desplegan en las
grandes festividades cívicas.
7* — Página 7
¡Oh Patria 1 como esclava suspiras en cadenas.
Esta composición fué escrita en Mayo de 1838.
8' — Página 9
CANTO A LA DERROTA DEL QUEBRACHO
Esta composición, escrita bajo la impresión que causó en
Hontevideo la noticia de aquel desastre, se publicó por la pri-
mera vez en una Corona Fúnebre dedicada a la memoria de
Rufino Várela, a cuya formación contribuyeron todos los poetas
argentinos que han consagrado sus cantos a la libertad. Don
NOTAS 351
Juan María Gutiérrez, qne escribió la interesante biografía
que precede a esa colección, dijo con este motivo:
Sobre la tumba sansrifnta
Oiip ahr'6 rl p'omo d< 1 tirauo,
Donde rppoFa un heDYiano
Que me di6 la sociedad.
Derramaron ya las flores
Dp poética armonía,
Yafps de la patria mía,
I Bardos de la libertad.
La composición que hoy se publica difiere algún tanto de la
primitiva, pues ha sido limada por su autor al tiempo de
corregir las pruebas, que sin agregarle estrofas nuevas ha su-
primido de ella muchas que no correspondían a la entonación
general del canto, lo que le ha hecho conocer la verdad de la
observación de Alfieri en sus Memorias, cuando hablando de
los tres años que empleó en corregir las pruebas de sus obras
poéticas, dice que sin esta última corrección, todo el trabajo
ác- su vida habría quedado perdido; "tan cierto es, añade, que
el colorido y la lima forman una parte esencial de toda poe-
sía". En este caso si el canto no ha ganado en cualidades,
porque el material era pobre, ai! menos no tendrá asperezas, y
quizás alcance la cualidad negativa de ausencia de defectos
de forma,
9* — Página 16
El Exruadrón de Maza
Por la campaña rara
Se avanza con valor.
Tal era el nombre del escuadrón que mandaba Zacarías Al-
varez el día de su muerte. Este nombre le había sido dado por
el general Lavalle en memoria del infortunado coronel Ra-
món Maza, fusilado por Rosas en el momento en que prepa-
raba una revolución contra él. en Buenos Aires.
10» — Página 17
T en medio a sus fusiles
"Y bayonetas viles
Su caballo deió.
352 EIMAS
En el parte de la batalla de Don Cristóbal se leen las si-
guientes palabras: — «El valiente coronel don Zacarías Al-
varez dejó su caballo muerto sobre las bayonetas eneuiigas.»
— Cito de memoria.
11" — Página 21
Niágara nudoso y alto Tequendama.
Considerando la Revolución Americana como una cadena su.
cesiva de revoluciones, que deben confundirse con un ceníro
común — la libertad en la república — he creído deber vincular
en este canto el presente y el porvenir de los dos grandes con-
tinentes, cuyas cataratas evoco. Su posición geográfica parece
estar indicando en el istmo de Panamá el lazo que los debió
ligar.
12" — Págiua 23
« Derribemos su trouo al despotismo,
« Abramos ancha vía al patriotismo,
« Alcemos los fanales de la lity.
« Rompamos su barrera a la iguorancia,
« Alumbremos la mente de la infancia
« Y ennoblezcamos a la humana grey.»
Moreno fué en efecto el apóstol político de la Revolución
de Mayo, y estas pa'.abras que ponemos en su boca no son
una suposición gratuita, sino literalmente las que pronunció
en la mañana del mismo día 25, al saber que había sido nom-
brado Secretario de la Junta: — « La variación presente, dijo
« él, no debe limitarse a suplantar los funcionarios públicos
« e imitar su corrupción e indolencia. Es necesario destruir
« los abusos de la administración, desplegar una actividad que
« hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los
« males que afligen al Estado; excitar y dirigir el espíritu
« público, educar al pueblo, destruir los enemigos y dar nueva
« vida a las provincias. Es preciso etnprender un nuevo ca-
« mino, en que lejos de hallarse alguna senda, sea necesario
« practicarla por entre los obstáculos, que el despotismo, la
« venalidad y las preocupaciones han amontonado después
« de sigjo« ante la felicidad de este continente.» {Vida y Me-
tnorias del Dr. Moreno). — Sin embargo, Rosas y los que como
él se empeñan en oscurecer las glorias de ía patria, en las que
ninguna parte han tenido, se han atrevido a negar iñapúdl.
NOTAS 353
camente la existencia del grande pensamiento que presidió
a la revolución de Mayo. Las palabras de Moreno desmienten
esta calumnia, y ellas forman el verdadero y único programa
de! 25 de Mayo de 1810.
13" — Página 23
Parto de mil ideas geucrf>sas
Que volaron en chispas luminosas
Por todo el continente do Colón,
La revolución del 25 de Mayo de 1810 no fué la primera de
América, como algunos creen. Antes de ella, el 25 de Mayo
de 1809, había estaClado en la Paz y Chuquisaca una revolu-
ción; pero habiendo sido sofocada, sus corifeos se hallaban
presos en Buenos Aires, cuando en la plaza que hoy decora
un sencillo monumento, el pueblo se presentó como entidad.
A la revolución de Mayo, ejecutada sin bayonetas ni vio-
lencias, presidió una solidez de ideas que prestándole vigor
desde sus primeros pasos, le dio lugar a establecer un inmen.
so sistema de propaganda, que, antes de seis meses, por los
esfuerzos directos de sus agentes y de sus armas, se extendió
a Chile y el Perú. La revolución de Mayo nunca fué sofocada:
todas las demás lo fueron, y en medio de los mayores con-
trastes de la guerra de la Independencia no hubo una sola Re-
pública que no respirase libre de congoja, al mirar de pie a
las Provincias Unidas del Río de la Plata. La revolución 4e
Mayo no es, pues, la primera por su orden cronológico, sino
por su objeto, por su poder, por sus resultados y su inr.uencia
en los destinos de la América toda, en cuya balanza puso su
inteligencia, su oro, su sangre y su espada, y hasta su por.
venir.
14" — Página 2;")
Contempla al Norte, en trec« fajas bellas
Cómo flamea el pabellón de estrellas
Simbolizando libertad y unión.
Al recordar a Mayo, debíamos este tributo a la revolución
norteamericana, que fué el heraldo de la de Sud América; y
un recuerdo aJl primer pueblo del mundo que reconoció nues-
tra independencia, y que reivindica en nuestros días el honor
de las instituciones republicanas.
354 EIMAS
15° — Página 25
Como se esparcn jugos y colores
En el fecuudo polen de las flores.
Aunque el fenómeno de la fecundación de las flores ha sido
siempre un objeto común de comparaciones poéticas, debo en
conciencia hacer mención de la de M. Delavigne en sus <iiTrois
jours de Chriatophe Colomh» por referirse a la revolución
norteamericana.
« Tel un jeiine palmier, pour fécnnder ses sfPnrB,
Fleurit et livre au-* vents ses parfums voyageurs. »
33* — Página 99
La que, Atenas del mundo americano, etc.
Antes que yo, la ha llamado así un escritor célebre por su
amor a la libertad y ardientes simpatías por las Repúblicaa
fle Sud América: el abate de Prad.
17' — Página 28
La tribuna de Agüero y de Dorrego.
Al nombrar dos célebres oradores argentinos, no he querido
en ningún modo establecer la supremacía suya sobre los de-
más. He tenido en vista, al elegirlos, el tomar el nombre del
orador más popular que ha tenido cada uno de los partidos en
la arena parlamentaria, y manifestar, en este amalgama, que
la herencia que nosotros hemos recogido es la de la patria y
no la de los partidos.
18» _ Página 28
■Hoy la ocupan estúpidos sectarios
Donde Iren un papnl sin cniTientarios
En abono del crimen y maldad.
« La tiranía es un libro sin comentarios que tienen sus fa-
náticos. J> (NoEviNs — Historia de Napoleón.)
19' — Página 29
o maidicióii tremenda del Eterno
Porque el lazo rompimos de la unión.
NOTAS 355
No hay uno solo de los jóvenes poetas que hoy escriben que
no haya bebido alguna inspiración en g1 Oanto del Cisne que
don Juan Cruz Várela dedicó a Mayo poco antes de morir. Por
nai parte, al escribir estos versos he tenido muy presente la si-
guiente estrofa, que pertenece a ese canto:
I Oh Dios! I no supimos vivir como hermanosl
De la cara patria, nuestras mismas manos
Osaron el pecho sagrado romper,
Y por castigarnos, al cielo le plugo
Hacer que marchemos uncidos al yugo
Que oscuro tirano nos quiso imponer.
20' — Página 32
En vano viejos pueblas enervados
Escriben por el miedo dominados:
«¡El oro! ¡El oro es de la tierra el Dios!»
Que ella dice con hechos elocuentes:
«En los pueblos viriles y valientes
«El Dios es de la patria el santo amor.»
La idea de estos versos me fué sugerida por un valiente
apostrofe de la composición del Sr. Luis Domínguez en el
Certamen de Mayo de 1844, y añadí posteriormente esta estro-
fa, porque no debía pasarse en silencio ¡a gloria que cabe al
pueblo oriental de haber sostenido una guerra sin dinero. El
conde Daru dice en su Historia de Venecia: « La máxima
« que el dinero es el nervio de la guerra, verdadera bajo al-
« gunos aspectos en administración, no ha podido acreditarse
<? sino en pueblos incapaces de esfuerzos generosos: cuando
« se aspira a la independencia, a la gloria y al poder, es ne.
a cesario saberlo conquistar por sí mismo. »
21" — Página 33
Y sus hijas también, con patriotismo,
Bendan al que cayó con heroísmo.
Las damas orientales y argetinas fundaron a su costa un
hospital de sangre, en que fueron asistidos personalmente por
ellas más de dos mil heridos del sitio de Montevideo.
22* — Página 36
El mundo entero aplaudirá ese golpe.
356 RIMAS
No necesito confesar que he tenido muy presente la bella
imprecación del Sr. D. José Rivera Indarte, en su elocuente y
erudito discurso: « Es acción santa matar a Rosas » — Con
este motivo transcribiré en este lugar mi opinión sobre la
doctrina del tiranicidio, predicada por Rivera Indarte. He
aquí lo que dije al escribir su biografía: — « Sin aceptar el ti-
ranicidio como doctrina absoluta, sin creer que un puñal pue-
da operar una revolución social, y sin participar del entu-
siasmo poco reflexivo que ha colocado una corona sobre las
sienes de Bruto matador de Julio César, ¿quién es aquel que
llamaría bárbaro y criminal al brazo levantado contra Rosas?
¿Quién aquél que reputaría inmoral la acción de acabar con
una existencia manchada por el crimen, de paralizar una ma-
no apta tan sólo para el degüello, y de librar a la sociedad
ultrajada de un verdugo que ha conculcado las leyes humanas
y divinas? — No han faltado sin embargo enemigos de Rosas
que hayan calificado de inmoral la predicación de acabar con
la vida de Rosas, elevada al rango de teoría política y de me-
dio lícito de guerra. Nosotros, sin desconocer que como doc-
trina y como medio de guerra puede ser funesta y corrup-
tora, aplicada a un hombre cuyo proceso ha sido formado por
la conciencia universal y considerando su desarrollo como
la piedra destinada a dar ñlo al puñal tiranicida, no nos sen-
timos con fuerza para reprobar una acción que aplaudiríamos
si hubiera tenido lugar, como aplaudimos a Carlota Corday,
la vengadora de la virtud, aunque su heroico sacrificio haya
sido estéril para la libertad de su patria. »
Todas estas notas, hasta el número 22, fueron escritas en
1844, y la publicación en el mismo año con la composición a
que se refieren en un libro que lleva por título Cantos de
Mayo.
23" — Página 38
Maere, para vivir vida inmortal.
« Cuyos nombres viven en el libro de la vida, inmortales
<<: en la memoria de los mortales. » El Inca GABcnjiso. — Co-
mentarios del Perú.
24' — Página 41
EL CORSARIO
Como lo indica el epígrafe de esta composición, eflla es
una variación sobre el conocido tema de la Canción del Pirata
NOTAS 357
de Espronceda. La originalidad, si es que la tiene, consiste en
haber dado una forma dramática a la actualidad en que se
publicó el periódico político con el título de Corsario^ del cual
esa poesía fué el prospecto. Las alusiones contra los ingleses
en favor de la Francia muestran que ella fué escrita en 1839,
época en que la Inglaterra era hostil a la causa de la liber-
tad, mientras que la segunda era nuestra aliada.
25° — Página 47
elegía al general lavalle
Esta elegía, así como algunas otras que se registran en las
páginas de las Rimas, debieron formar parte de una colección
que con el título de Elegías Argentinas pensé publicar en mis
primeros años, y de las cuales he quemado la mayor parte.
En ellas me proponía sacar la Elegía del carril en que se
arrastraba, dándole la forma y el movimiento dramático, que
es el que más poderosamente hiere la imaginación y conmue-
ve el alma. Esto mismo es lo que ha hecho Delavigne en al-
gunas de sus Mesenianas. Tal fué mi objetivo: dudo de ha-
berlo alcanzado.
De esta elegía se hizo en Montevideo una incorrecta edición
suelta, en que figuraba el nombre de Melchor Pacheco y Obes,
quien, a pesar de no haber tomado parte en su confección
(como había convenido con el autor), quiso sin embargo aso-
ciarse como oriental a esta manifestación de dolor y simpa-
tía, cuando los poderes públicos de su patria negaban al ge-
neral Lavalle hasta la justicia postuma.
Esta composición se ofrece hoy corregida en su forma de-
finitiva.
26" — Página 48
i Cuál página más grande para inscribir su nombre
Que esas gigantes moles que mundos equilibran?
Olmedo dice en el Canto a Junín, hablando de los Andes:
«El mundo con su peso equilibrando.»
27" — Página 48
Como para la tumba del inmortal Moreno
Sus agit.iii.-'S ondas abrió el profundo mar.
358 BIMAS
Don Mariano Moreno. Todo3 saben que habiendo muerto
durante la navegación, su cadáver fué arrojado al mar.
23' — Página 52
Así, en otros fifmpos, rn campo extendido
El fuerte guerrero yacía caído,
¡Y el carro que hollaba seguir triunfador t
Sin poder determinar de dónde, recuerdo haber tomado el
fondo de esta imagen de un escritor contemporáneo. Creo que
de Nodier.
29" — Página 55
Y Eus puras palabras.
Al tiempo de verterlas,
Se convierten en perlas
En la urna funeral.
Es una creencia popular en el Oriente que las lágrimas de
los niños se ccnvierten en perlas al caer en el mar.
30" — Página 57
JOSÉ CAMPÓN
El 19 de Octubre de 1839, hallándose acampado el ejército
de la República Oriental sobre el Arroyo del Sauce, frente al
paso de Seferino (Santa Lucía Chico) una división enemiga
de mil quinientos hombres trató de forzar el paso del Sauce.
Veinte hombres que lo ocupaban lo sostuvieron va'.ientemen.
te, hasta que envueltos por el número tuvieron que abando-
narlo. El oficial que los mandaba se llamaba don José Cam.
pón, capitán del primer escuadrón de Tiradores de la Liber-
tad, que era la escolta del Presidente General en Jefe. Ha-
biendo recibido Campón por dos veces la orden de sostener el
paso a todo trance, mandó decir al jefe de la avanzada, que
le era el coronel Santander, estas notables palabras: «Dí^'ale
Vd. al Coronel que los enemigos son más de mil, que si quiere
que me haga matar con mi gente, que me haré matar». No
había aún concluido de prenunciar estas palabras, cuando el
paso fué forzado y arrollada toda su fuerza. Santander cargó
en protección de Campón y fué derrotado; en seguida el co.
ronel Blanco, jefe de vanguardia cargó con el escuadrón nú.
NOTAS 359
mero 7 de Milicias y el de Tiradores de la Libertad, los que
después de tres cargas fueron arrollados, dejando en el cam-
po treinta y nueve muertos, entre ellos al capitán Campón y
al subteniente Alberdi. El coronel Núñez se avanzó entonces
con su división y al amago de la carga se retiraron los ene-
migos.
Tal es el episodio sobre el cual está fundado este romaneo
histórico, género poco cultivado por nuestros poetas sin em-
bargo de ser uno d"; los más adecuados para popularizar loa
recuerdos de la historia.
31" — Página 89
Pidamos Yara rl campo laB mieFee atwndofae,
Fl pnn para !np pohrrs, virtud a 'as hrrmosas,
Y para ti pueblo todo, la lu7 de la razón.
« Pad a nnertros campas mípsps abundosas,
« Arroiip nirfurs fii bril'o a los metales;
« Pfid navrs a los piurlos,
« Pni blos a los df^irrtos,
« A las armas victoria,
« Alas al genio y a las musas gloria. »
or.MKPO — ■ Canto a Jnnl>u
32' — Página 92
Corro, cap, se Icvar'a y de laureles
Resplandece su f r( nte coronada.
« Enfin le tírme arrivp.... il court, il vo!p, il tonibe,
« Et se releve roi ! »
v/oTOK iiuao — Mazeppa.
33" — Página 99
LA CAMPANA
Cuando escril-í esta comporirión en 1837, época en que sa
publicó en el Iniciador de Montevideo, no conocía aún el mag-
nífico canto de Schüler que lleva el mismo título. Posterior-
mente lo he leído, y él me ha inspirado algunas adiciones que
h-í colocado en su lugar al tiemno de darle el último golpe de
lima y la ú'.tima poda, quitándole las estrofas que tenían un
carácter de circunstancias pasajeras,
27
360 KiiíAs
34" — Página 100
Y colgado de tus cuerdas
Un pueblo de audacia lleno,
Hizo brotar de iu seuo
La voz de revolución. '
€ La rebelión, suspendida a las cuerdas de la campana, la;
« hace gemir en los aires, y convierte un instrumento de paz
< en instrumento de violencia. »
SCHILLKE— Lo Campana.
35' — Página 100
Cuyo vivífico rayo,
Como un martillo de oro,
Te d'ó fl acrnto sonoro
De la estatua de Memnón.
Es bien conocida la poética tradición que cuenta que, el pri-
mer rayo deíl sol naciente, que hería la estatua de Memnón,
le hacía producir un sonido armónico. Lamartine se ha ser-
vido alguna vez de esta comparación, pero sin desenvolver
la imagen.
36" — Página 107
Sangre bebas en vez de linfa pura,
Sangre tan sólo bebas por doquier.
I Y al entrar fn el lecho, sangre impura
De la almohada veas tú coiTer!
« En tanto a sus verdugos
€ Persiga en triste sueño,
« El Prado Madrileño,
« Espectro aterrador:
« Sangrienta el agua beban,
<s Sangriento el cielo miren,
« Y en sangre al cabo expiren
« Por hierro vengador. »
NICASIO aALIiBOOS.
37" — Página 107
Y que te brinde copa reluciente,
Y al apurarla, lleno de embriaguez,
En la l(-n?-ua te pique ima serpiente
Que surja enfurecida de la hez.
NOTAS 361
Al hablar de las torturas del infierno, era imposible no
traer a la memoria los admirables versos del Dante en el
Canto XXV de su poema, en que describe el suplicio de los
ladrones, al pintar a las culebras que devoran a aquéllos, cam-
biando de forma y transformándose recíproca y sucesivamen-
te unos y otros, ya en culebras ya en hombres, oprimidos por
los anillos de los reptiles.
38" — Página 108
Y levantando un coro de clamores
Los demonios, al son de innoble trompa,
Te arrojen, etc.
« Chiama gli abitator dell'onibre eteme
« II rauco snon della tartárea tromba. »
(T.\sso — Gerusalemme Liberata.}
39' — Página 119
Y el pueblo agradecido
Sus nombres rememora,
Que el sol de Mayo dora
Kn la urna tumular.
« La gloire, aube tcujours nouvelle,
« Fait luiré leur mémoire et redore leurs noms. »
VlCTOE HUCiO.
40' — Página 127
A SANTOS VEGA
Esta composición pertenece a un género que puede llamarse
nuevo, no tanto por el asunto cuanto por el estilo. Las cos-
tumbres primitivas y originales de la pampa han tenido entre
nosotros muchos cantores, pero casi todos ellos se han limi-
tado a copiarlas toscamente, en vez de poetizarlas poniendo
en juego sus pasiones modificadas por la vida del desierto, y
sacar partido de sus tradiciones y aun de sus preocupaciones.
Así es que, para hacer hablar a los gauchos, los poetas han
empleado todos los modismos gauchos, han aceptado todos
sus barbarismos, elevando al rango de poesía una jerga, muy
362 EiMAa
enérgica, muy pintoresca y muy graciosa, para los que cono-
cen las costumbres de nuestros campesinos, pero que por sí
no constituye lo que propiamente puede llamarse poesía. La
poetía no es la copia servil, Fino la interpretación poética de
la naturaleza moral y material, tanto en la pintura de un
paisaje, como en el desarrollo lógico de una pasión o de una
situación dada. Así como en pintura o en estatuaria la verdad
artística no es la verdad material, puesto que no es el mejor
retrato el que más exactamente copia los defectos, así tam-
bién ".a verdad poética es muy distinta da la realidad concreta,
es decir, que sin ser precisamente el trasunto da la vida de
todos los días, es sin embargo hasta cierto punto su ide'^.'iza.
ción que sin perder de vista el ori'^inal, lo ilumina con los co-
lores de la imaginación, agrupa en torno suyo los elementos
que no se encuentran reunidos en un solo indiviiuo, y que no
obstante existen dispersos, y que reunidos forman lo que se
llama un tipo. Así es como he comprendido la poesía, y así la
h?n comprendí :1o todos los grandes maestros, si estudiamos
con atención sus obras. La elegía a Santos Vega no es sino la
aplicación ingenua de esta teoría: en ella he procurado ele-
varme un poco sobre ?a vida real, sin olvidar el colo'-ido lo-
cal y sin dejar de mantenerme a la altura de la inteligencia
del pueblo. Por le demás, ella se funda en la tradición popu-
lar que ha hecho de Santos Vega una especie de mito; que
vive en la memoria de todos, envuelto en las nubes presti'^io-
sas del mi-terio, sin haber dejado otra co'sa que la tradición
de sus versos improvisados, que el viento de la pampa se ha
llevado.
41" - Fkg-na 129
De noche baio de tm árbol
Dicen que brilla una llama.
Los gauchos dan el nombre de vela (encendida) a los fue-
gos fatuos que se levantan de los sepulcros, y que suponen
ser el alma en pena de los muertos.
42" — Página 132
Y In ba de esciiohar. el ?aucho
Tfnd:do en sn duro lecho,
Mit ntras en pajizo techo
Cante el gallo matinaL
NOTAS 363
Reminiscencia de nn pensamiento de Thomas Grey, que,,
aunque lejana, tuve presente al escribir estos versos.
43=' - - Página 133
EL PATO
Esta composición pertenece también al género gaucho, tal
como lo había concebido en la época en que me ocupaba en
escribir poesías. Es un cuadro de costumbres bajo una forma
dramática, en el cual, evitando la monotonía del género des-
criptivo, he procurado desenvolver una acción sencilla en tor-
no del juego que forma el verdadero asunto. El juego del pato
no existe ya en nuestras costumbres; es un recuerdo lejano.
Prohibido bajo penas severas, a consecuencia de las desgra-
cias a que daba origen, el pueblo lo ha ido dejando poco a
poco, pero sin olvidarlo del todo. En su origen, este juego ho-
mérico, que tiene mucha semejanza con algunos de los que
Ercilla describe en la Araucana, se efectuaba retobando un
pato dentro de una fuerte piel, a la cual se adaptaban varias
manijas de cuero también. De estas manijas se asían los ji-
netes para disputarse .a presea del combate, que generalmente
tenía por arena toda la pampa, pues el que lograba arrebatar
el pato procuraba ponerse en salvo, y la persecución que con
este motivo se hacía, era la parte más interesante del juego.
Posteriormente se ha dado el nombre de pato a todo ejercicio
en que dos jinetes, asidos de las manos o ligados por medio
de un lazo atado a la cintura, procuran derribarse de sus res-
pectivos caballos. Después de haber descrito el paso primi-
tivo, creí que el cuadro no quedaría completo si no presentaba
al mismo tiempo una pintura del modo de jugarlo por medio
del lazo, y tal es el objeto de la lucha que tiene lugar entre
Obando y Zamora.
44=* ^ - Página 154
j Compatriotas 1 se acerca el fausto día
De ventura, de paz y de alegría, ttc.
La proclama que se pone en boca de Castelli, es la traduc-
ción casi literal de la que él dirigió a los pueblos, en el mo-
mento de levantar el estandarte de la revolución del sud.
364 KIMAS
45" — Página 158
Sereno « sii lado marcha
Crámmer, valiente y experto,
Pero cayó al suelo muerto '
T la pelea cesó.
Crámmer, que era el segundo de Castelli, murió en la bata~
lia de Chascomús. Nacido en Alemania, se había distinguido
en la guerra de la Independencia, y en la batalla de Chaca-
buco mandaba un batallón de infantería con el cual contri-
buyó al éxito de la victoria.
46" -- Página 159
Por los llancs inmensos de la pampa
Vaga Castelli triste y silencioso.
Según algunos, Castelli murió insensato, como el rey Lear,
sintiendo las angustias de un corazón magnánimo devastado
por el infortunio. Esta situación sublime, poetizada por Sha-
kespeare, hubiera podido explotarse en este poema, al apagar
en el héroe de la revolución del sud la luz de la razón, j^ po-
ner en su boca palabras delirantes de patria y libertad, pero
dejando intacto su corazón para sentir. Tal era, sin duda, la
situación que adopte el poeta futuro que cante ese hecho, dig-
no de la epopeya, aun cuando no fué coronado por la victo-
ria. Por lo que a mí respecta, cantor de circunstancias, te-
niendo en vista producir un poema patriótico dedicado a mis
contemporáneos he preferido la situación más vulgar, y por
consecuencia la menos poética, a trueque de llegar más direc-
tamente al objeto que me proponía, que era exaltar el senti-
miento grandioso del sacrificio deliberado.
47" — Página 177
Porque el genio es un pobre jornalero
Que fecunda la tierra con afán.
« Milicia es la vida del hombre, y sus días son como los
días del jornalero sobre la tierra. » (Antiguo Testamento. Li-
bro de Job.)
48' - - Página 179
y lo estrelló en la roca solitaria
Qije es n 's ytz fv túninlo y altar
I
NOTAS 3fi5
La isla tie Sinta Elena. Estos versos fueron escritos ea
1837, cuando aun no se habían trasladado a Francia las ce.
nizas de Napoleón.
49^' — Página 179
Flor que ostenta del iris los colores
Sin el perfume que la rosa da.
I
« Flor inodora,
« Que hnlaera dulcemente los sentidos
« Y que iiueusiblo el corazón no adora. »
QI.'TÍÍTANA..
50" — l'ágina 182
Como luz encnrrada en vaso opaco
Que llena el interior de claridad,
Sin que perciba el ojo indiferente
La mistvrio.sa lumbre que allí está.
Imagen tomada de la Sagrada Escritura.
51" — Página 183
Con la cabeza de la fe en la almohada,
Y en brazos de la inmensa eternidad.
Camilo Desmoulins dijo, con motivo de la abolición de la
religión cristiana en Francia, que « era privar de la almohada
de la esperanza de una vida mejor a los que se dormían oh
brazos de la eternidad. » — (Thiers — Revolución Francesa).
52" — Página 189
PLEGARIA
Una parte de esta composición está fundada sobre pensa-
mientos escritos en prosa por don Juan B. Alberdl, de los
cuales los versos que se han leído son una traducción poética
Como podrán observarlo los que hayan estudiado los fenóme-
nos de lo que se llama el magnetismo animal, las ideas y las
imágenes se hallan estrictamente ajustadas a las teorías cien-
tíficas más o menos dudosa.s de sus tratadistas.
36 i5 EIMAS
53" — Pág'-na 396
lilore también el mísfro me ndiero,
Y rl desvalido en miEerable lecho.
Cayó pin vida el que con voz de amigo
Defendiera su pan y fu derecho.
Alusión a la composición de Berro que lleva por título El
llendigo, y a la circunstancia de ocupar el empleo de defen_
Bor de pobres y menores al tiempo de morir.
54' — Página 196
Al qne cantó las penas del Esclavo.
El Esclavo fué la primera composición poética que Berro
dio a luz, y por la cual conquistó en un solo día el merecido
nombre de poeta. Es también la más bella de todas cuantas
componen la colección que de sus obras formó d"n Andrés La-
mas, haciéndolas preceder de un interesante discurso prelimi.
nar. En ella se encuentran estos hermosos y sentidos versos:
iBertrnye con tu snplo
Qne ,T>3fp las nacinnrs,
Ií8S lardaras prifiones
Del hombre de colorí
55" — Página 209
Pero si en el inmenso, divino paraíso
No te encontrara aca.'o, mi celeftial hechizo,
IjOS celestiales goces tristes serán sin tí.
Pensamiento de una canción corsa.
56" — Página 227
NOCHES DE DICIEMBRE
Esta composición fué inserta en la página 362 del tomo 3."
de las Obras completas de Esteban Echeverría, como pertene-
ciente a este autor. A este respecto dice su hi^'^rafo, el Sr. D.
Juan María Gutiérrez, en el vol. IV pág. LXVIII lo que sigue,
a propósito de algunas líneas escritas por el autor en honor
de la memoria de Echeverría: — « El general Mitre ha escrito
estos recuerdos con el cariño del amigo y la gratitud del dis-
NOTAS 367
cípulo. Los primeros trabajos literarios se revisten de la in_
fluencia del maestro y ha acertado a veces a imitarle tan de
cerca en las composiciones ligeras que aprovechamos esta oca.
Gión para devolverle la propiedad de la poesía titulada —
Ifoches de Diciembre — que por inadvertencia atribaímos a
Echeverría.
57' — Página 227
Miro brillar en el cielo
Las estrellas encfndidas.
Letras de luz orparcidas
Por la mano del Criador,
« Letrae de luz, mieterios encendidos. »•
58' — Página 232
Aquellos dos pcnpamirntos
Su vida simhnliiaban,
O quizá idinfficaban
Su vida, su alma y sn Ber.
Hay en estos cuatro versos una reminiscencia de la Pasio-
naria de Zorrilla, que podrán advertir desde luego los que
hayan leído esa interesante leyenda.
59» __ Página 239
Mae iqué importa! si a la tumba
Pronto carra el genio mío.
Como el torrrnte bravio
Que va a morir en el mart
« NnpFfras vidas son los ríos
« Que van a dar rn la mar,
« Que es el morir:
« Allí vaa los sfíioríoB,
« Derechos a se acabar
« y consumir. »
JOROH MAlf&XQUK.
368 RIMAS
60" — Página 240
Como el náufrago se abraza
De las astillas flotantes,
De las horas vacilantes
Me abrazo con ansiedad.
« Les insensés en' vain s'attacheront aux heures,
-; Comme aux débris épars d'un vaisseau submergé. »
TfOrOR HUGO.
61' — Página 242
¡Oh Mufa! vuelve otra vez
A tu celeste morada.
«O Muse, qui daii^nas me soutenir dans une carriére aussi longue
«■que périlleuse, retourne maintenant aux celestes demeures.»
CHATEAUBRIAND. — Martyrs.
62=" — Página 243
Pero antes, rompe las flechas
De mi carcax no vacío:
¡Mi brazo perdió su brío,
Y el arco se va a quebrar!
■; Mourir tans vider mon carquois!...
ANDRÉ CHENllfR.
63" — Página 265
Al seguir los inviernos su camino,
Las primaveras queden en tu sien.
«Aquellos veinte años habían pasado, dejando tan sólo las pri-
maveras sobre su frente...» (Chateaubriand — Memoiias ñ.^
Ültra-Tumba.)
64° — Página 269
Que nunca fallen flores a tu almohada,
Ni miel fn tu colmena perfumada.
Ni on el hogar el hijo de tu amor.
NOTAS 369
« Seigneur! próeervez-moi, preserven ceux que j'aime,
« Fréres, parents, amis, ct mes ennemis méms
<; Dans 1« mal tricmphants,
<'. De jamáis voir, Seigiieurl l'été saus fleurs nonvelleE,
. La cage eans oiseaux, la ruche sans abeilles,
« La maison sans enfants. »
VÍCTOR iruGO.
65" -■ Pág:iiia 271
i Por qué sobre el torrente de Li vida,
Como una flor del árbol suspendida.
Te inclinas a llorar?
« Sur le fleuve du temps mollement cndormie,
•í; Laisse les flots suivre leur cours. »
VÍCTOE HUOO.
66" — Página 299
EL CEMENTERIO DE LA ALDEA
De esta elegía ha dicho Lord Byron, que su autor sería el
primer poeta inglés, si no hubiese escrito otra cosa. Tradurida
a todos los idiomas vivos, su celebridad ha ido crccieíaio con
el tiempo. En español conozco cinco traducciones, que no
eon sino pálidos reflejos del original o amplificaciones del texto,
adoleciendo todas ellas del defecto capital de -ier por denuls
compendiosas o arrastrarse demasiado sin ser coaapletamente
fieles. Habiendo hecho un estudio especial de esta composición,
me ensayé muy temprano en su traducción por consejo del
Dr. Florencio Várela. Hoy, con más meditación, he vuelto a re-
hacer mi trabajo, separándome tanto de mi antigua versión,
cuanto de las demás traducciones conocidas. Según el precepto
de Chateaubriand, he querido hacer una versión casi literal,
al ceñirme al mismo número de versos del original y adoptar
metro análogo por su gravedad, reproduciendo su movimiento,
repitiendo sus sonidos por otros aproximados y dar a los pen.
pamientos su concisión y al estilo la noble sencillez que lo ca-
racteriza, procurando así acercarme en cuanto me ha sido
posible a la fuente primitiva de que brotó esta sublime poesía.
¡Feliz aquel que consiga inocularla en su lengua materna!
370 KIMAB
67' — rágina 305
Yace en brazos de trémnla esperanza.
« Paventoea rpeme. » — PETRARCA
68' — Página 309
EL APÓSTOL DE BERANGER
Dedicado a Lamennais
Las PnTnhros de un Creyente de Lamennais ha pHo el lihro
de cabecera de una generación que ha crntí-ihuí-ío a dar'A
eu temple mo'-al. E'^pecie de Evans^elio popular, que conte-
niendo toios los pnncinios d'?l d'^cllo'ro democrático encierra
en eí el Idea! de todos los tiempos, uni^fo a las asDÍ''3ciones
generosas de la érora moderna, sus p^iginas han sido por mu-
cho tiempo el encanto del Joven, el ali'Tiento de lih'-or«eri'5ador
y el consuelo del afligido, a la vez que han impres^nado con el
perfume de una poe^íi austera el cora7rtn d^^ los hombres ca-
paces de apasionarse por tof^o lo que es bello y bueno.
El lih'-o ha hecho su tiempo, su forma ha envejendo, sus
vegetaciones exuberantes y parásitas se han marchitado, su
filosofía, que no es una novedad, es de! dominio d<?l sentido
común de fa humpnidfd. y la razón emancipada necesita hoy
pasto más fuerte y horizontes más dilatados que los que puede
ofrecer su lectura.
La embriaguez sagrada, a que contribuía la efervescencia
d€ la savia Juvenil de los lectores, ha pasado. El díctamo con-
solador que destüaban sus páginas no tiene ya la misma vir-
tud: sin embargo, el rastro luminoso de la Idea que le dio
vida, la vibración de aqueüa palab'-a revela'^ora, no se ha bo-
rrado de! todo de la mente y la perciben aún los sentidos.
Es que Lamennais formó una escuela política y religiosa,
cuyos discípulos le contemplan todavía como una eso^cie de
apóstol inspirado que ha predicado al mundo la santa doctrina
de la libertad de la igualdad, de la frater-ni-'ad de la perf^C-
tiMüdad humanas, deducida de la ley de amor que formaba el
fondo de sus creencias.
Poeta y filósofo, religioso y librepensador, hombre de con.
cepción y capaz de acción y sacificio, Lammenais tiene algo
de San Pablo, cuyo nombre llevaba, y mucho de los hombres
■ NOTAS 371
de todas las edades y de todas las creencias, unidos por el doble
vínculo del sentimirnto y de la idea, y mancomunados por el
culto de las verdades eternas que forman el patrimonio del
género humano.
Esta noble y simpática figura era digTia de inspirar a la
musa popular del gran cancionero del siglo XIX, arai-^o y
admirador de Lamcnnais, y que como él profesaba la religión
de la libertad del pueblo y tributaba culto a la verdad.
Béranger sintetizando los principales rasgo-j de su carácter
moral y de su apostolado intelectual, ha colocado sob'-e su cibca
inspirada la aureola fulgurante de la poesía, imitando el cono-
cido carítulo del libro de Lamrnnais que ticuG por e^í^rafe:
«¿A dónde vas, joven soldado? — Voy a combatir por mi creencia.^»
Cusndo las canciones postumas de Bé"an~e- (fnt'e las que
se halla esta composición) llegaron a mis manos, acababa de
dar la b^-talla de Cepeda y me prep^nba a dar la de Pavón,
que decidió de los destinos de la nacionalidad ar'^entim.
Ocupábame entonces rn redactar El Informe sobre la Consti-
tución Nacional, y a la vez que adelantaba esta obra, dedinué
algunas horas a traducir en verso varias de las canciones que
más me habí.an imp'-ejiomdo. Una de eFas fué El AnóH'^l,
que entonces se publicó anónima en los diarios por temor de
desacreditar mi trabajo constitucional, y que hov nn-^di firmar
a la luz dsl día cuando la doble tarea ha sido cumplida.
Esta canción, leída en momentos sole'nn3s f^n nue nrich'^a
creencias flaqueaban, trar^'ucida en medio de estudios serios que
deVí?n influir en los d-^stinos de un pueblo, e interpretada con
el auxilio de las «Palabras de un Creyente» que traím .a la
memoria las esperanzas de la p'-imera edad, no dejó de con-
tribuir en algo a robustecer mi fe en la doctrina d? la vedad
y el triunfo definitivo de los buenng princioios. P'V eso la
anoto con estas fugacps reminiscf^ncias, como una p'^ueba de
que la verdadera poesía puede nufir la miente, retemplar el
alma e inoculir aliento viril en medio de la lucha y del trabajo
de todos los días.
69' — Página 317
JTay floB pvrop corn'"in'S
Tsn pptvrhflin'-iifp rn'fl'i<!,
Oiie flp |ní dnp Ins Int'dus
Se reepondtn a la par.
Antes de esta imitación do By^on, había aparecido una tra.
ducción de d"n Juan María Gutiérrez, de la cual el autor tomó
el siguiente gira poético:
372 RIMAS
Se hallan dos corazones
Tan fiiortemente tinidos.
Que unos y otros latidos
Se escuchan a la par.
Aunque Byron conocía el idioma español, como lo prueba la
traducción del romance sobre la toma de Alhama no parece
que haya tomado la idea fundamental de su composición de
los siguientes versos de Calderón en el Pintor de su (lesh'''nra,
que transcribimos aquí como una feliz coiaelder.cia entre dos
grandes genios poéticos.
Las dos fuimos
Tau amigas, que pudieron
Juzcrar nuestros corazones
Regidos de un movimiento,
Que había en un cuerpo dos alma^,
O estaba un alma en dos cuerpos.
70" — Página 335
AMOR SECRETO
Recuerdo que cuando escribí esta composición ahora muchos
años, el plan me fué su.gerido por la lectur^i de unas estrofas en
francés que desde entonces no he vuelto a leer y que adop-
tando la ingeniosa idea de hacer una declaración de amor,
protestando que no se tiene tal intención procuré vestirla con
Imágenes y pensamientos originales. Don Juan María Gutiérrez
ha hecho de aquella composición una imitación que bajo el tí-
tulo de Vo lo diré se publicó en el Iniciador de Montevideo.
AJ escribir la mía tuve presente algunas de sus mejores estrofas.
71" — Página 337
Por eso te amo cual lejana estrella
Que resplandece en el inmenso cielo,
Y que, sin alcanzarla deede el suelo.
Ka nuestra frente su íulgor deetella.
« Qni pouffrp, vers de terre amoureux d'une étoile:
« Et aui se menrt en has, qnand vous LriUez en haut. »
/ víCTOE Hroy.
índice
Bartolomé Mitke
Mitre poeta, pok José Cantarell D.vrt
Advertencia a la 3." fuioiÓn
Advertencia del editor í)e la segunda edició:
CARTA-PREFACIO de I a primera edición .
Págs.
IV
VII
XVII
XIX
XXIII
LIBRO PRIMERO
poesías PATRIÓTICAS
I — Recuerdos de Buenos Aires 3
II — A la derrota del Quebracho y
III — La muerte de Zacarías Alvarez . "5
IV —Al sol del 25 de Mayo de 1844 21
V —El Corsario 41
VI — Elegía a Lavalle 47
VII — José Campen 57
VIII — ^Himno a los inártires de la libertad ... 65
IX — Invocación . 79
X —Al Cóndor de Chile 83
XI — La oración de Setiembre 87
XII — A la América 91
XIII — A los mártires de la Independencia .... 93
XIV —El Inválido 95
XV — La Campana 99
XVI — Sátira a Sandoval 103
XVII —Grito de alarma 1^19
XVIII— Himno al 25 de IVayo 117
LinRO SEGUNDO
ARMONÍAS DE LA PAMPA
I —A un Ombú en medio de la pa^pa
II — A Santos Vega, Payador Argentino
III — El Pato. Cua-lro de costumbres
IV — El caballo del gaucho ....
12?,
127
133
145
374 ÍNDICB
PáSS.
V — La revolución del sud .... 14'J
— I A Buenos Aires 149
— II El Alzamiento 151
— III Chasccmús 156
—IV Castelli 159
— V Los emigrados 161
—VI Epílogo 164
LIBRO TERCERO
poesías DIVERSAS
I —El Vals 167
II — Desesperad 'n 371
III — En la tumba de un poeta 175
IV — Plegaria para adormecer a una sonámbula . . 189
V — Una lágrima de amor 193
VI — A la muerte de Adolfo Berro ir5
VII — A", violinista Camilo Sivori 199
VIII —¡Adiós por siempre! 201
IX — ;Com.o ti'i! 205
X . — Desperlida 2f!9
XT —Tu Estrella 213
XII —Nada diré 215
XIII — En el álbum de la hija postuma de un compa-
ñero de armas 219
XIV — Un retrato fin nombre 221
XV —Noches de Di-iembre 227
XVT — Dos Pensamientos 231
XVn —SI Ve^o 2^5
XVIII — La agonía del poeta 239
LIBRO CUARTO
poesías FAMILIARES
I —A mi hija Delfina 247
II — A un amigo de 24 horas 259
ITI -Lps Tres Marías 261
IV —En un álbum . 265
V — Al pnmo^órito de un amigo 267
VI — ;.Por qué llorar? 271
VII — A la niña Leonor 275
VIH — E'.isa en la tumba 277
IX — A un ami'-o (y a un médico) 281
X —¿Qué podré decir? 283
XI — A un ami^ro, devolviéndole un libro .... 287
XII —Una flor del alma 291
XIII —Mi Estrella 293
ÍNDICE 375
LIBRO QUINTO
IMITACIONES Y TRADUCCIONES
Págs.
I — El Cementerio de la aldea 299
II —El Salmo de la vida 307
III — El Apóstol de Béranger 309
IV — Lo que es amor 313
V —Vivo en ella 315
VI —¡Adiós! 319
VII —La Santa Alianza 321
VIII — El pescador de perlas 325
IX —A una mujer 327
X —A Colón 329
XI — El Utopista Rivadavia 331
XII —Amor secreto 335
XIII — ¡Adiós! (La última canción de Béranger) . 339
XIV — La mujer caída . 341
XV — -La oración por todos 343
Notas 347
I
§2P'iO^SíS
Tall. Gráf. L. J. Rosso y Cía.
Belgrano 475 — Buenos Aires
Revista de Filosofía
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